Tu poesía en mi voz, noctámbulas cercanías

Por: Mgtr. Luis Curay Correa
Vicerrector U. E. Técnico Salesiano, Cuenca (Ecuador)

«Cuando uno recita un poema,
uno ya no es su cuerpo,
siempre es su consciencia».
Jorge Luis Borges

¿Cuánto nos cambia la llamada de un amigo?, ¿qué gana uno con aceptar retos inmerecidos? Dos de las preguntas que me asaltaron durante la elaboración de estas sencillas palabras, cuestionamientos que, a través de la testificación de la enorme valía de este libro-video, han dejado un reguero de urgencias.

Durante algunas horas, buscando el cobijo tranquilizador de la noche, he podido observar a niños, niñas y jóvenes, haciendo suya la voz de grandes. Bajo este lapso extremadamente productivo, la contestación a las interpelaciones mencionadas va cobrando vida, como la misma intención de fabular corpóreamente, las letras escritas por otros. Entonces, la propuesta de un joven escritor, entusiasta por la literatura, guerrero de la palabra, culmina siendo aliento que desata esas tempestades que nos rondan por la cabeza. Con muy buen criterio se ha buscado que todos los alumnos -impresiona la actitud de los docentes por el trabajo extra que han desarrollado sin menoscabo alguno de sus responsabilidades adicionales- tengan una total participación a través de selectivos que han ido cuajando y depurando la propuesta literaria. Imagino las innúmeras horas otorgadas a las fases preparativas, las discusiones por la selección de los textos y la estructura en sí del concurso, en el mismo que, detalles que pudiesen parecer nimios, fueron considerados hasta en el menor de los detalles. Cuando el visionario es capaz de contagiar de su locura a cuantos lo rodean, es cuando conocemos al líder. Los profesionales de la educación de la Unidad Educativa “Juan Pablo II” fungen como el adalid que entusiasma a sus alumnos -en algún momento esta categoría va perdiendo su figura para dar paso a una filiación pedagógica que encamina y acompaña- para, tras largas jornadas de esfuerzos, poder maravillarse y maravillarnos con ese lirismo idílico recorriendo nuestras carnes y adueñándose de nuestras conciencias. Y sí, la vida nos cambia de manera inesperada, pero como diría García Lorca, al tratar de definir la poesía “… es la unión de dos palabras que uno nunca pensó que podrían juntarse, y que forman algo así como un misterio”, ese misterio que desata sensaciones, que embelesa, que extasía. La lista es exquisita, pues entre los vates seleccionados están ecuatorianos y aquellos universales que nunca dejan un alma quieta tras la lectura de los versos que nos regalan. Y la palabra se agranda, cobra mucha más vida cuando es declamada por niños y jóvenes. La candidez de las voces, la espontaneidad de los movimientos, el ritmo sentido en la pronunciación da cuenta no de una lectura nada más, sino de una apropiación encarnada que denota felicidad y compromiso. Hermosos puertos los que nos esperan con una educación en la que la literatura resulta ser un puntal ineludible; las estadísticas temerarias que hablan de la lectura en el Ecuador, caen con propuestas como la presente en la que la motivación por encontrarse con el texto, quererlo como propio, disfrutar de él y darle vida a través de la palabra elevada, la elegancia en el manejo corporal, etc., hacen del infantil juego otra forma de poesía.

El acercamiento a proyectos innovadores que inundan de lecturas a los estudiantes, no es una lucha infructuosa. Es más, se deja el individualismo estético para concertar huestes que bogan en iguales direcciones. Llama poderosamente la atención de los compañeros que apoyan a sus representantes en la declamación de los poemas, no son ganadores, pero así se sienten. Un auditorio que escucha no con silencios reprimidos, sino con la atención respetuosa, es un síntoma de crecimiento personal en coparticipación con quienes están al frente. Quizás no son ellos o ellas los que están en la atenta mirada del resto de sus congéneres, pero apoyan con el aplauso vital y la barra cómplice que hace suyas las letras y también suyos los momentos expresivos más intensos jamás vistos. La familia se convierte en parte principal de esta Comunidad Educativa, madres y padres de familia en los que el deseo de perpetuar el momento los lleva a filmar, tomar fotos o simplemente a estar con sus hijos; al final el abrazo liberador obtiene espacios de unidad que los acompañará por el resto de sus vidas. ¿Y qué de la emoción de la escuela por ver tales estampas? Sabemos, sin querer caer en parafernalias innecesarias, que la vocación imprime sosiego en quien la siente en su total dimensión, esa paz y tranquilidad de saber que lo que se hace, se lo hace bien, o sencillamente no se lo hace. Y lo que se ha hecho es muy bueno, queda seguir transitando los mismos caminos con ropajes diferentes. Los que degustamos desde fuera el platillo preparado, entendemos el enorme trabajo de los estudiantes, su pasión descubierta que los llevará a la ansiada sabiduría pregonada por la filosofía, y a su vez ese saborcito a eterno que nos dejan estos retazos de tiempo.

Decíamos que las cercanías a este texto nos dejaron varias urgencias: la de seguir impulsando estos espacios en los que el centro son los estudiantes, el trabajo interinstitucional para dar soporte a ideas y proyectos como el presente debe ser una realidad cooperativa, convocar a más entusiastas de la palabra -en sus varios y hermosos matices- para crecer juntos siendo conectores entre nuestros destinatarios y la literatura, continuar en el trabajo infatigable por presentar nuevos mundos y maravillarnos con los resultados, crear bibliotecas en las que se intercambien libros, no reñir con la tecnología sino más bien buscar la forma de integrarla a nuestros objetivos, involucrar aún más a la familia como eje en el que se gestan los cambios, y un largo etcétera que podrá ser alimentado con más y mejores propuestas.

Para terminar, contestando la segunda de las preguntas que fueron el telón abierto para este análisis, diré que la poesía tiene esa característica importante que nos llena cuando degustamos sus mieles. Y es que no gana el escritor que ha volcado toda su creatividad en el uso de la palabra escrita, como realmente ganamos los que aprendemos, a través de sus mensajes y mundos prestados, obteniendo así esa disyuntiva de maravilla que va dejando mentes más claras u opacas, corazones más tranquilos o alborotados y las conciencias listas para definirnos como personas, como seres de acción y pensamiento. Gracias por ello, ya que cada vez que alguien como público lector-oyente acepte esta invitación de la Unidad Educativa Juan Pablo II, del área de Lengua y Literatura, del apoyo directivo y del sempiterno entusiasmo de Mateo Silva Buestán, sabrá que la belleza existe y en esta oportunidad tiene forma de poesía, niñez y juventud.

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