La bruja de «La Cuadra»

Por: Mateo Sebastián Silva Buestán
Lcdo. en Educación y Director Colección Taller Literario, Cuenca (Ecuador)

Cuando niña, porque nadie la vio nacer ni crecer, Ramona solía, llevada por su curiosidad, cruzar ¨La Cuadra¨, un enorme pastizal de espesos arbustos y árida tierra. Varias veces al día atravesaba estos lares, siempre escabulléndose por los matorrales, pues decían las viejas del pueblo que los duendes, brujas y demonios iban detrás de las muchachas de cejas, cabellos y ojos negros, cualidades todas de Ramona. Verdad era que más de una vez la niña había sentido la presencia de entes que la perseguían mientras ella se filtraba por ¨La Cuadra¨, pero esto jamás llegó a ser causa de seria preocupación, pues, a donde sea que fuera, acorde al consejo de su abuela, llevaba consigo una tijera, objeto que según dicta la tradición sirve de repelente y amuleto para todo tipo de ser maligno; en este sentido, no hacía falta, sino, en situación de peligro, colocar la tijera, sobre la tierra, en forma de cruz.
Ramona ya había perdido la cuenta de cuantas veces tuvo que usar esta particular protección. Cierto día se topó, en medio de ¨La Cuadra¨, con una encantadora señora afable al trato y delicada al habla, características poco comunes de las mujeres lugareñas. Ramona la confundió con una perdida transeúnte y hubo de advertirle de los peligros fantásticos de ese lugar. No se supo más de la niña, ni de la encantadora señora de agradables maneras y amaneradas hablas, solo se encontró una tijera tirada sobre la tierra, sí, en forma de cruz.

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