Carmesí cojín de rojo esmaltado
Por: Mateo Sebastián Silva Buestán
Lcdo. en Educación y Director Colección Taller Literario, Cuenca (Ecuador)
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Afelpado compañero que hasta ayer yacías pulcro;
hoy, una espantosa mancha, una salpicadura deshizo,
para siempre, tu formidable asepsia.
Aquel carmesí cojín, testigo de cuantos amoríos,
de cuantos ósculos, de cuantos muslos,
de cuantos pechos, cabelleras y fragancias,
de cuantos jardines, jardineros, flores y podadores.
Alcahuete carmesí cojín
que, ahora, en tinta rubí te ves inmerso.
Carmesí cojín de rojo esmaltado yaces,
chorreado por un rojo pasional, un rojo labial,
un color mordaz, un cáustico color natural.
Carmesí cojín de rojo esmaltado,
poseedor de la inequívoca seña
del reguero que mi yugular produjo.
Cura no había, otro remedio no tenía,
carmesí cojín de rojo esmaltado,
alcahuete compañero, en ello terminaron las andanzas,
inmunodeficiente yo, des-felpado tú.