Probabilidad
Por: Rodrigo Murillo Carrión
Antropólogo, Machala (El Oro-Ecuador)
*
¿Cómo habría sido?
¿Si en lugar de perderte,
de ver tu partida sin retorno,
resignado a condenar mi suerte,
paralizado en la fractura
de mi fortaleza,
hubieses permanecido cerca de mí,
para levantar el ancla juntos
y comenzar el viaje a la mitad del cielo?
¿Cómo habría sido
si el desencanto se hubiese revertido
por un prodigioso golpe de suerte,
en un giro radical del timón
que arrastraba mi destino?
*
¿Cómo habría sido?
¿Aún estarías conmigo
o la energía del tiempo
y del tedio hubiese comenzado
a desintegrar los elementos
de nuestra secreta fórmula
para resistir el hastío?
¿El arrebol intenso
de las emociones encendidas
daría su horizonte al temblor de la ansiedad?
¿Se haría hielo una esfera
de juramentos silenciados?
*
Amenazas pueblan el entorno;
en la imperfecta ruta del tiempo,
la impredecible condición del futuro,
hubiere partido a buscar recetas
y brebajes en el manantial de la ciencia.
Aliviar las llamas de los temores que escuecen,
las embestidas que derriban columnas
y golpean en la intensidad de la defensa.
Habría emplazado mi puerto
en la barrera donde comienza lo imposible,
invadiendo las distancias del infinito.
*
Escondidos en la fase oscura
de la luna, veríamos a la gente pasar;
ocultos en laberintos donde
las leyendas secuestran a sus elegidos.
La densidad de mis latidos
haría una cúpula a prueba de intrusos.
*
Cada día pude haber navegado
sobre nubes, en el océano de galaxias,
en una barca alumbrada por cefeides,
para llegar hasta tus ojos.
No extrañarías el perfume de las gardenias,
los mensajes que se graban
en el código de pétalos viajeros.
Fertilizando la imaginación con tu promesa
encontraría el estilo que hiciera
una materia con los significados
de mi espíritu encumbrado
en el solsticio invernal
de un primer año de amor.
A los detalles de un protocolo sutil
hubiese aumentado luciérnagas,
un par de ruiseñores desvelados,
hojas frescas de laurel cayendo a tus pies,
el vuelo de una melodía.
Se sueña mucho y se entrega poco,
aún pienso en las ofrendas
de un aniversario.
*
Puedo inventar historias,
descubrir secretos ocultos en la nada,
calcular la edad de la esperanza,
pintar la noche de inéditas luces.
Con el reboso de amor que desparraman
mis poros habría fuerza suficiente
para la pacificación de un vendaval,
el viento alcanzaría la densidad de los perfumes;
los colores serían eternos
durante el día y la noche,
en el apacible verano
y cambiarían el gris oscuro del invierno crudo.
*
Te habría hecho reír hasta el dolor,
conmigo irías a enfrentar
todos los miedos y peligros,
reales o ficticios;
nada hubiese sido imposible
para unos próceres del amor
que terminaron siendo mártires
Yo estaría nutriendo a cada instante,
con detalles y hazañas,
los filamentos de la mente
las arterias del pensamiento,
negando la entrada al desamor,
la maledicencia y el error.
*
La osadía emerge;
frenético anhelo de tallar
una tragedia, una epopeya;
sobrepasa la jurisdicción del músculo,
de una confianza más bien trémula.
Pero no hay miedo, sobra insensatez,
la voluntad estrena una desconocida autoridad;
pura osadía para desafiar fantasmas,
dragones y villanos.
La defensa del amor
impone precios elevados,
reclamaría el valor absoluto,
y si la batalla es recia
su costo se hace incanjeable
*
Afuera decían que no era amor,
que una ilusión confundía la realidad.
¿Y por qué una ilusión si queda
a la deriva, resucita y regresa
como el agua del mar después de
dar la vuelta al mundo?
¿Son la audacia y su vigor
alardes de una vanidad rebuscada?
El cuerpo frágil tiene de columna
un robusto interior.
El tiempo todo lo verifica
y escribe un epílogo.
*
¿Qué habría sucedido
en la segunda parte de la leyenda?
Un altar, los hijos, la sociedad ideal,
el amor como solución de todo desajuste.
Alguien habría conquistado la esquiva felicidad.
*
¡Cómo habría alcanzado su plenitud
ese amor que se perdió
envuelto entre nubes de necedad
congoja y pesadumbre!
Nada habría sido mejor,
pero no pudo ser