La eterna asignatura pendiente del ser humano

Por: Inés Rodríguez
Estudiante universitaria (Islas Canarias-España)

Mi isla, Tenerife, ha ardido en fuego durante una semana. Este es el tiempo que ha bastado para que las llamas hayan consumido parte de la vida de nuestros bosques. Y lo peor es que poco después del inicio de este devastador incendio, el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Tenerife han declarado que la causa más probable para esta catástrofe habría sido la locura procedente de un pirómano. Un pirómano, queridos lectores. El valle de la Orotava es uno de los lugares más valorados en Tenerife, y yo presencié, con mis propios ojos, las llamas que lo consumían lentamente. Si esto ha sido culpa de un individuo, me deja claro lo que ya sospechaba: una completa falta de empatía que reina en el corazón del ser humano. 

Cada noche, mi familia y yo veíamos el telediario buscando algún indicio positivo para la finalización del incendio, preguntándonos cómo alguien podría haber causado tal destrozo. Once municipios fueron los afectados, pues los bosques de Tenerife ocupan gran parte de las hectáreas de la isla, y el pinar canario es un material altamente inflamable. 

 A la par, atendimos a otra noticia cuanto menos impactante, y también bastante ligada a esta falta de empatía de la que hablo: quince años hacen ya del fatídico accidente del 20 de agosto de 2008 acontecido en el aeropuerto madrileño de Barajas. El protagonista de esta historia fue un avión, habilitado por la compañía Spanair, que aquel día se disponía a viajar a Gran Canaria. Nunca llegó a su destino, pues un fallo en el sistema no permitió al aparato alzar el vuelo y terminó estrellándose violentamente contra un arroyo, donde acabó completamente calcinado por el incendio que provocó el impacto.  

Dejó tras de sí a 154 fallecidos y 18 supervivientes, idea a la que recurrió la señora Pilar Vera, presidenta de la Asociación de Afectados por el vuelo JK5022; para exigir justicia hacia las víctimas, durante el homenaje que se realizó el pasado 20 de agosto. Me preguntaba por qué aún exigirían justicia para el incidente, y gracias al documental  “Vuelo JK5022. La tragedia de Spanair”, que recomiendo para saber más acerca del caso; entendí que el Gobierno de España jamás se preocupó por condenar a los culpables de que ese avión saliera sin estar en condiciones óptimas para despegar. Directivos del aeropuerto, altos cargos de AENA, la Ministra de Fomento en aquel momento, e incluso los responsables de Spanair, deberían haber recibido algún tipo de condena por ese homicidio imprudente, pero jamás hubo algún tipo de compensación para las familias, ni se respetó la memoria de las víctimas, menospreciando el suceso o fingiendo no recordar qué ocurrió, tal y como hizo uno de los responsables de Spanair durante la investigación que se llevó a cabo. Finalmente, la justicia determinó que los responsables de la tragedia de Spanair habían sido los propios pilotos, quienes habían perdido la vida, con lo cual nadie recibió un castigo por tales actos. 

Al igual que sucede a día de hoy con el caso del vuelo JK5022 y sus víctimas, nuestra isla también ha sido pasada por alto. Muchos medios nacionales sueltan suspiros de alivio, porque el fuego no se ha llevado ni casas ni vidas; sin embargo, ¿qué hay de nuestra riqueza biológica?, ¿no deberíamos concienciar de la importancia de nuestros montes para que esta situación no se vuelva a repetir? Sin duda, esto me deja dos aspectos claros: la primera, que el ser humano tiene una eterna asignatura pendiente, y ésa es la empatía; y la segunda, que es muy difícil conseguir que la justicia sea justa cuando ésta está dominada por seres vacíos como son nuestros gobernantes.  

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