Ecuador ante el reto: 35% de su población en edad productiva con educación primaria o menos

Por: Dr. Efstathios Stefos, PhD
Profesor UNAE, Grecia

En Ecuador, nos enfrentamos a una realidad que no puede ser ignorada: el 35% de las personas entre 25 y 64 años, es decir, en su etapa productiva, cuenta con educación primaria o menos. Esta cifra, proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), se destaca al contrastarla con otros países. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en Estados Unidos este índice es del 3%, en la Unión Europea del 4%, en Chile del 10%, en México del 25%, en Argentina del 17% y en Brasil del 28%.

La etapa de los 25 a los 64 años es esencial en la vida de una persona. Es el momento en que, en general, se ha culminado la formación académica y se da el salto al mundo laboral, contribuyendo activamente al crecimiento del país.

Este panorama en Ecuador sugiere que una parte significativa de nuestra fuerza laboral podría no estar preparada para enfrentar los retos de una economía moderna y basada en el conocimiento. La educación es fundamental para desarrollar habilidades cognitivas, técnicas y socioemocionales, vitales para acceder a empleos de calidad y adaptarse a los constantes cambios tecnológicos.

Pero el impacto de la educación va más allá del ámbito laboral. Un nivel educativo bajo puede restringir la capacidad de las personas para participar activamente en la sociedad, acceder a información de calidad y tomar decisiones informadas sobre su bienestar y el de su comunidad. Puede afectar la autoestima, la independencia personal y la calidad de las interacciones sociales. Una sociedad con niveles educativos bajos podría enfrentar desafíos en mantener la cohesión social, la tolerancia y el respeto mutuo.

Asimismo, la estabilidad de nuestra democracia está en riesgo. Una población con educación limitada puede ser más vulnerable a la desinformación y menos crítica ante discursos que no se basan en hechos. La educación fortalece la capacidad de análisis, promueve el pensamiento crítico y alienta una participación cívica informada. Para tener una democracia robusta, es esencial que los ciudadanos estén equipados para evaluar información, comprender propuestas y tomar decisiones basadas en evidencia.

Ante este escenario, Ecuador tiene un significativo trayecto que abordar en el ámbito educativo. La inversión pública en educación se presenta como una solución clave. Esta inversión debe priorizar la mejora de la infraestructura educativa, la capacitación de docentes y la creación de programas educativos alineados con las necesidades actuales y futuras de nuestra sociedad.

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