Cantos sin rumbo (IX)

Por: Aurelio Maldonado Aguilar
Dr. en Medicina y Cirugía, Cuenca (Ecuador)

*

HOY, SIEMPRE HOY

Dadle al cuerpo lo que pida,

pertinaz muñón de audaz materia,

pedazo de agonía en la vida,

unión de piel con mística energía,

olor de tierra enardecida,

sabor a sudor, lágrima y martirio.

*

Dadle al cuerpo lo que pida,

grano de maíz, salobre día,

trago de agua fresca, sed umbría,

ostia, óleo, en la muerte tosca,

Dios, cielo, infierno, pregunta cierta,

manta en el frío, vapor de río,

luna, sol, estrellas de pequeñez humana,

ojos, lengua, oídos, sabor y ruido.

*

Dadle al cuerpo lo que pida,

nota y baile a los pies etéreos,

amor, jadeo, cama y clímax,

agua a la sed, bastón a los caminos,

aire y oxígeno, que llena y baña,

dolor y soledad cuando se extraña,

sudor y esfuerzo como una telaraña,

mano y chasquido furioso y calma.

*

Dadle al cuerpo lo que extraña,

hoy siempre hoy, mañana es tarde,

hoy siempre hoy, la noche es muerte,

hoy siempre hoy, mañana es tarde

*

LETRAS

Letras y letras simples de una mente,

engastados rubíes que se quejan,

en profundos surcos de papel blanco,

esqueletos de tinta que florecen,

volando como vuelan mariposas,

en el viento de recuerdos y minutos,

volando como vuelan los pesares,

en espumas de playas solitarias,

y los gases de colores que se cuelgan,

del tumbado azul del firmamento,

diadema de arco iris y de fuegos.

*

DÉJAME SEÑOR

Señor, cuando yo muera,

quiero pedirte algo muy extraño,

que no me tengas mudo, bajo losa,

ni me tengas ciego, sin ninguna lumbre.

*

Pedirte quiero, cuando muera

y se conviertan mis ojos en gusanos,

que me dejes florecer, desde la tierra,

en mazorca fértil, allá en mi chacra.

Que cuando todas mis venas y mi sangre,

completamente muertas, y mis huesos,

polvo y calcio sean de la tierra;

circulen por la savia de algún pino,

y pueda yo mirar, sereno la pradera,

desde la punta de su cono y su perfume.

*

Conviérteme en savia, cuando muera,

de hermosos naranjos florecidos,

para que, tersos labios de una moza,

me besen sedientos, enardecidos,

con la sed del viento en un desierto.

*

Conviérteme Señor, cuando me mates,

en humus oloroso del potrero,

para que, en surcos y semillas poseídas,

rompa en hojas verdes y en espigas,

tiritantes bajo gotas de aguacero.

*

Te pido Señor, cuando yo muera,

liberes mis carnes y tendones,

en miles de insectos voladores,

que prueben néctares de flores,

rapaces, salteadores y ladrones.

*

Cuando muera Señor, sí, cuando muera,

afloja el hilo fatal de mi cometa,

y déjame volar, en ardiente brisa,

por todos los cielos que miraba,

desde mi cuerpo: cárcel de la vida.

*

Déjame Señor, ser viento y brisa,

y ayúdame a ser lluvia y tierra negra,

déjame Señor, ser panal y hormiga,

y ayúdame a recostarme en la gramilla,

dure cuanto dure mi existencia,

círculo vicioso de mi cosmos,

cautivo ya, de la otra vida.

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