Breves historias de mares, náufragos, y otras azules.

Por: Dr. Fernando Mora
Médico y escritor (Cuenca-Ecuador)

Dedicado a Maya

El espectro se acercó al mar, empapó sus manos en el agua salada, luego las retiró y tratando de mantenerlas húmedas, volvió a su casa. Despegó una que otra fotografía que estaban sujetas al muro y comenzó a dibujar, los trazos le salían con facilidad y llenaba pliegos blancos con creaciones marinas, surrealistas que provocarían en quienes luego las mirarían, sensaciones de amores y azules distantes.

Ella lo miraba dibujar sonriendo para disimular, pues hace tiempo que el espectro estaba enfermo y ya no había pócima ni medicamento  para detener lo inevitable.

Me he entrenado para responder: “Adiós” le decía él.

Vas a tener que decírmelo  le decía ella.

—Quizás ni siquiera sea necesario.

Él no respondía y seguía dibujando, y aprovechando a que el espectro estaba tan concentrado en dibujar, ella se retiró sin hacer ruido. Cuando el espectro se dio cuenta de su ausencia guardó cuidadosamente los dibujos, los lápices, los borradores, dejó todo en orden, y salió hacia el mar, se acercó y se sumergió sin volver a salir.  

*

Me quedas viendo con tus bonitos ojos cuando te leo esta historia, te pasas la mano por el pelo, y luego mientras continúas leyendo sonriendo me dices:

Me gusta cuando tú mueres al final.

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