A Guillermo Cobo, Padre querido
Por: Ruth Cobo Caicedo
Dra. en Psicología Clínica, Ambato (Ecuador)

Miré tus ojos ayer entre mis sueños, me arrullaste un instante con la ternura de los siglos que me faltas. Anduve en tu mirada, todavía huele a sauces, a trinos y cascadas.
Te amo y te construyo como a mi fe, como a mi propio aliento. En tus aristas se detienen mis ilusiones. Aquí estas vivo entre el dorado de mis trenzas. El tiempo es sólo una ilusión que nos separa y las distancias salpican los instantes de presencias difusas para la conciencia que traspasa lo agónico del tiempo. Estas en la brisa que pasea la el espacio que te acerca. Habitas mis momentos cuando me trasfiguras desde dentro al encontrarte en los laberintos de cardos y magnolias siderales. Allí juegas conmigo a esconderte en las retamas, coqueteas el camino cuando intuyes la proyección de mis anhelos, mi arena y mis silencios. Encrucijadas me pones sin respuesta. Juegas el acertijo como siempre.
Cantas en la circulación de mis abismos.
Te extiendes como el sol, luz entre mis ojos que se multiplican para buscarte.
En los nidos se esparcen tus semillas, en los pasos y los vacíos del camino.
Llegas a mí en los vagones blancos de las mieles para traerme las serenatas de las lunas y el huidizo brillo de las cigarras…
Eres ahora ternura derramada, mixtura de violetas y nogales, extiéndete en el espacio de los sueños. Vuélveme a visitar entre las hadas. Te espero desde mi lágrima abierta en los trinos del sol cada alborada, vuelve y diluye mi angustia, enséñame a entender las sin razones cuando mi corazón, solitario fantasma de la noche atraviesa el tiempo, jinete que cabalga la espesura de las dudas en cada gota nueva de la lluvia. …
En el iris del tulipán te extraño, aquí en la cascada de tul de mi pensamiento que no evapora tu recuerdo, aunque sean 36 años que no te veo… aquí te reconozco en las pestañas claras de la mies del viento en donde renacen tus pupilas como cántaros de amor eternos.
Aquí está tu voz repartida en el eco de las caracolas celestes y los acantilados…
Publicado en Mensajes del Sol, Ruth Cobo. Ed. Casa de la Cultura, Ambato 2006
A GUILLERMO COBO IN MEMORIAM
Ineludible epigrama abriendo lo invisible, equilibrista en el recuerdo, en la lágrima que abraza las células… te extraño Padre y te siento brillando en las grietas del alba, amaneciendo infinito en el tiempo que se agita en mi vértigo.
Anhelo de astros, de arroyo salpicado de deseo, siglo de suspiros en las estepas del muérdago, esperanza de cascada despeinada, escondida en el lila de tus pupilas recordadas siempre, siempre en cada latido de mis vertebras. Jugábamos pelota en los rieles del césped, los ishpingos habrían su campana inaugurando el día, éramos saltamontes y jilgueros, idilio de trino en las retamas.
Cariñaba la vida en tus pestañas que se extienden ahora en el frugal que te nombra. Allí estás y te quedas en las guedejas del ADN sosteniendo mi fortaleza.
Recuerdas, allá en Pishilata, se dormían mis trenzas amanecidas de oro y crisantemo, en los saucos raízados en los ríos del sin tiempo…
En tu abrazo sorbía la risa junto a la buganvilla, los labios inundaban el idioma del árbol, las hojas y las ramas; la voz del eucalipto colmando los vacíos en los ojos de la tarde que no quería morir llenándose de sol en cada arista.
Publicado en Letras Ecuatorianas 5, KovoEdiciones, Ambato 2020