Estrella
Por: Mateo Sebastián Silva Buestán
Lcdo. en Educación y Director Colección Taller Literario, Cuenca (Ecuador)
Dos cuerpos desnudos apenas cubiertos por una fina sábana de seda reposaban jadeantes, extasiados el uno del otro, el otro del uno. Sus manos de afrodita, sus largos y finos dedos se encrespaban revoltosos en el poblado pecho de su amante. Acariciaba con sus pies las afelpadas piernas del hombre que, con los ojos entreabiertos, mientras jugueteaba con su larga y poco ondulada cabellera, le susurraba, ahí, cerca del oído, sueltos verbos de placer, pasión, lujuria. Amoríos encontrados entre sábanas. Cuando sus pechos se rozaban entre pares, las pieles se estremecían, se afloraban, se ponía en punta hasta el más diminuto vello. Tibio vahó el que provenía de sus bocas, cálidas mejillas, calientes caricias, húmedos besos. Lacre cortina que resguardaba los dos cuerpos del acecho morboso de cuantos fisgones apenas sospechaban de su idilio. Rojizo terciopelo por el que la estrella madre infiltraba sus luminiscentes rayos; estos confabulaban preciosos en la silueta de la fémina y en los claros ojos del varón. Y conforme caía la tarde, se desvanecían los amarillentos relámpagos sobre el apetitoso dorso de esa estrellada mujer que descansaba satisfecha en decúbito ventral.