“Efecto Mandela”, ¿accidental o intencional?
Por: América Belén Viejó
Lcda. en Educación, Cuenca (Ecuador)
El “Efecto Mandela”, es un fenómeno que en fechas recientes ha tomado mayor presencia; es llamado así debido a la creencia generalizada de que Nelson Mandela murió en prisión (1980), a pesar que en realidad fue liberado (1990) y se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica. En términos generales, este suceso hace referencia a la memoria colectiva incorrecta o falsa en la que un grupo de personas recuerdan eventos históricos o no, ya sea de una manera totalmente diferente a como realmente sucedieron.
En varias situaciones estamos seguros de que ciertos hechos han ocurrido, pero en realidad nunca sucedieron, así pues, a lo largo de nuestras vidas hemos escuchado varias historias llenas de enigmas, en donde muchas de estas vivencias son la viva voz de quienes nos la cuentan. No obstante, más allá de estas situaciones, existe una contraparte que invita a cuestionarnos si, ¿es verdad lo que me cuentan? ¿fui parte de este suceso? ¿cuándo ocurrió? ¿cómo supo esto la persona que me lo contó?. Estas y otras interrogantes considero que deben formar parte de nuestra cotidianidad tanto frente a hechos personales, como profesionales.
Ya en el plano social, la situación se torna mucho más compleja, pues a decir verdad las noticias “vienen y van” todo el tiempo, el aceleracionismo muchas veces nos impide reflexionar sobre el hacer, el ver, e inclusive sobre el propio pensar (el ser). Me pregunto, ¿quién realmente se detiene un minuto a revisar y asegurarse de que todo lo que escuchamos o creemos ver, en realidad existe? (el porcentaje se delata solo sin duda), pero el riesgo que marca el “Efecto Mandela” en nuestras vidas puede resultar aún más contraproducente y alarmante de lo que parece.
El hacernos acreedores a verdades falsas o hitos mal intencionados nos vuelve responsables y actores principales de las consecuencias sociales. En ese contexto, hagamos un ejemplo a la inversa; por un momento imaginemos que la guerra fría no existió, o que las dictaduras en América Latina son leyendas con mucha sustancia social, entonces, ¿qué sería de la historia? ¿de nuestra identidad como humanidad?. Si bien pueden resultar ejemplos extremos, más no innecesarios. Es evidente, que muchas veces las personas eligen lo verosímil frente a lo real, sin embargo, el hecho de que la memoria colectiva se fracture puede dar paso a la predisposición de la sociedad a someterse ante el control sistémico, o en su defecto intentar apostar por nuevas formas de pensar.
El punto es que con el pasar del tiempo, la memoria histórica se reduce y el peligro inminente es la pérdida de la libertad de mente y espíritu, pues sin esta no cabría la posibilidad de subsistencia de la humanidad. Objetivamente hablando, tanto la intencionalidad de los eventos así como los sucesos imprevistos, siempre serán parte de la historia de quien la vive, de quien la cuenta y de quien tiene acceso a ella. Recordemos que la decisión y el encuentro permanente es nuestro.