Poemas sueltos (XIV)
Por: Eugenio Crespo
Poeta, Cuenca (Ecuador)
La pieza
En la pieza, reducido y sombrío espacio, donde las cosas han ido perdiendo sus formas y no hay quien las nombre y que se van volviendo fantasmales ,desde sus ángulos húmedos y oscuros, empezó a emanar, con apremio , una extraña y desconocida música acompañada de flexibles filamentos en diversidad de colores, que a su vez se iban trenzado y formando un cuerpo que ya balbuceaba un nombre de mujer.
El hombre, desde su tendido descanso ,con su anatomía desordenada y en su silencio, al verse alimentado por los vibrantes sonidos y por la presencia inesperada y deslumbrante de aquel ser, sin enredarse en el asombro ni en su memoria, con fuertes pulsaciones, como un destello y sin encausarse en el miedo acercose a ella.
Bailaban el tú y el yo, el nosotros, el ahora, sin reflexión alguna, apasionándose en la voluptuosidad del encanto y del placer, hasta alcanzar el delirio de la libertad.
La danza, la magia continuaba sobre el tablado del día en su frenesí, en su argumento, en su máxima expresión; pero el cansancio, la fatiga ya habían hecho estragos en sus movimientos. Se les veían tensos, como un par de marionetas enredándose en sus propios hilos mientras que, poco a poco, su musa iba diluyéndose y perdiéndose por alguna avenida de su naturaleza sin dejar de murmurar al oído del hombre, de su amado, algún secreto como la existencia misma.
Afuera, y sin registro alguno, percibiendo que cada paso dado sólo aumenta las preguntas, dejándose caer por su propio peso y dolor, en medio de legiones de voces extrañas, el hombre buscándose a sí mismo expiró.
(La vida, la existencia misma te permite hasta dejar el silencio, en silencio).