Las inexactitudes del tiempo

Por: Mgs. María Eugenia Torres Sarmiento
Comunicadora Social y Gestora Cultural del Cañar (Ecuador)

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La vida es como lo dijo Ralph Waldo Emerson, es una sucesión de lecciones que uno debe vivir para entenderlas -vivimos tan de prisa, que ni siquiera nos damos cuenta de cómo pasan los minutos-, yo creo que ni siquiera observamos los entremeses del tiempo, aquellos que por atender a todos,  por entender a todos y servir a todos, se vuelven insensibles. Nuestras maletas maltrechas estaban apiladas en la acera nuevamente; teníamos mucho por recorrer. Pero no importa, el camino es la vida.

Hay que recoger esos instantes perdidos, hay que reestructurarlos, darles la vitalidad necesaria, acordes a un mundo lleno de exigencias, ¿por qué no decirlo lleno de incomprensiones y de desatinos?, pero que al fin son parte del recorrido que todos lo tienen hecho. Cuando me refiero a senderos, no necesariamente son el bosque, aquellos que están entre la vegetación, más bien están entre la convulsión de diferentes átomos y moléculas que dan forma a las estructuras vivientes.

Vuelvo a recordar el texto desgarrador titulado “Ese Instante”, de la destacada periodista Silvia Cherem, quien emplea toda su destreza y sensibilidad narrativa para trazar los rasgos más complejos de seres humanos expuestos a los padecimientos más atroces; comparte una serie de testimonios donde el sufrimiento físico y la fractura existencial se transforman en un nuevo aliento para doblegar la crisis, un jamás darse por vencido después de ese instante que desgarró numerosas vidas.

“Un texto en donde habla del tiempo, habla del frágil segundo en donde la vida se fractura y todo se desgarra. Como el que se siente, en un instante desgarrador que pudo haber sido eterno, pero la vida permitió – que sea fugaz-. Pocas veces un recuento de crónicas logra un equilibrio perfecto entre dolor y esperanza, desesperación y voluntad: Ese instante lo consigue y lo rebasa-, pero ya sucedió, ya se dio, ya pasó. Se cuentan en estas páginas los días de pavor de una sobreviviente a un tsunami; la inmensa fortaleza espiritual de un hombre después de sufrir un accidente automovilístico absurdo, mortal; la condena y batalla de una mujer inolvidable contagiada de sida; el misterio doliente de una joven desaparecida en el Caribe mexicano, y la lucha feroz contra la muerte y posterior resurrección de un enfermo”.

De allí que la gestión del tiempo es uno de los grandes caballos de batalla de muchas personas. En muchas ocasiones, no saber gestionar el tiempo disponible de manera, adecuada genera estrés e insatisfacción. Pero gestionando el tiempo adecuadamente es posible cumplir con todas las obligaciones e incluir otras actividades complementarias. A la hora de organizar el tiempo, hay una serie de errores comunes que se cometen cuya solución ayuda a mejorar la gestión del tiempo disponible.

Sin embargo, comulgo con una gran lección, que parte del caminar son esos tropiezos inesperados que nos llevan a la reflexión y a atesorar lo que tenemos en nuestra vitalidad, en nuestra esencia y existencia.

Yo recuerdo tan claro en -mi niñez-, escuchaba a los mayores decir “juventud divino tesoro”, quizá en ese tiempo era una frase muy común, -nada mas-, sin embargo en el recorrido del tiempo, pienso que he podido constatar, que es una frase sabia, que engloba de la realidad del tiempo, la belleza de la vida.

Para gestionar el tiempo de forma eficaz es necesario minimizar las distracciones y gestionar las interrupciones de forma efectiva. Por ejemplo, dedicarle un tiempo a la lectura del correo y a la contestación de mensajes, apagando los chats y servicios de mensajería e incluso el teléfono o rechazando las llamadas cuando no sea una cuestión ineludible. Es el momento de decir no cuando no se sabe decir “no” al número de tareas y de compromisos que crecen y crecen al dejarle al tiempo que nos absorba.

Por ello, es fundamental que cada persona se haga dueña de su propio tiempo y que aprenda a decir “no” o, al menos, a decidir cuándo. Un cuando exista, un espacio propicio, que no afecte en ese recorrido tan lucido de la vida.

No es necesario pensar mucho acerca de nuestras decisiones, pero si es necesario pensar en los instantes precisos que marcan nuestras decisiones, aquellos por los que estamos aún AQUÍ y no EN EL MÁS ALLÁ, en ese recóndito instante que se fugó y que no volverá.

Admitir entonces a la vida con tantas circunstancias y vivirla a plenitud es de inteligentes. VIVIR en plenitud es estar en el ahora, teniendo el pasado sólo como el libro de donde extraemos nuestros aprendizajes y el futuro como un libro en blanco que algún día escribiremos con mucha sabiduría.

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