Juan Montalvo Fiallos. Vida sentimental. (II)
Por: Ruth Cobo Caicedo
Dra. en Psicología Clínica, Ambato (Ecuador)
MARIA ADELAIDA MANUELA, 1864
Montalvo, ofuscado y deseoso de hacerla saber que aún la ama, que siente su recuerdo vivo muy dentro de su pecho, vuelve a tomar la pluma y pone en ella su pensamiento, para decirle:
“Anda y pregúntale a ese río cuantas lágrimas he derramado a sus orillas, pregunta a esos viejos árboles cuántas veces me vieron a su sombra, rodando, gritando como un poseído y quedándome luego inmóvil como sin vida, largas horas sin voz, sin aliento, sin alma. Por dónde íbamos juntos, por allí voy, en donde nos sentábamos, allí me siento: busco tus huellas en el suelo y me parece que las distingo y me agacho y beso la tierra cual si fuese pavimento sagrado. ¿A éste aborreces? Cuándo desde tu ventana me ves salir, sobre la tarde, calado el sombrero hasta los ojos, sin volver ni a alzar la vista, sólo, sombrío y triste y encaminarme fuera de la ciudad, ¿Qué piensas que voy a hacer por esos campos? Me voy fuera de la gente y suelto la voz a llamarte, me hinco en la arena, ¡te adoro! Y me parece que vienes, y me parece que llegas, y me parece que te abrazo, y con ahínco exclamo: ¡María Manuela!” (El Cosmopolita. Libro IV. Pág. 43).
Padece: “Todo el mar en la punta de la playa, te palpo en el aire de mi herida”. Padece y sabe lo que puede sufrir el temperamento humano…¡pasiones… pasiones! “Sólo en el abrazo de bodas conoce la muerte su propio nombre”. . .
A más alta sensibilidad, la vida afectiva, cuando no es comprendida, ni trabajado el campo emocional tan basto y oscuro (desconocido), puede parecer un suplicio, y cuando por ella: María Manuela, se glorificara, ahora se pierde, se abisma, se vuelve nada. ¿Será que Montalvo no sabe dirigir sus afectos? “nada que borre tu nombre en mi mano”. En estos momentos no ve la luz. Estar enamorado es acceder a la locura, un sentimiento fuerte le invade de ilusiones y nostalgias “nada puedes hacer contra mi amor en desvarío” Sus sentimientos apasionados, ¿no puede refrenarlos? “Desde que juntos fuimos al mar un medio día, los océanos reconocen tu ala para siempre”. ¿Qué persona no tiene debilidad en sentimientos que se desbordan alguna vez en la vida? Encarrilar las emociones no es tarea sencilla, Montalvo, siente que su amor traspasa toda la vida.
La vida afectiva, cuando se descarrilla del cauce adecuado, puede ser totalmente desestabilizadora en una personalidad altamente sensible, saber ir por el camino del medio y no por los extremos peligrosos es cosa que no se improvisa. Las emociones deben dejarse revestir por una gran dosis de realidad y razonamiento. Montalvo, superior a muchos, pero desgraciado por incomprendido, siempre sólo. Sólo como ninguno incomprendido. Inteligencia clara, como el sol a medio día, superdotado en algunas facultades, pero su inteligencia emocional débil, hace que genere angosturas por las cuales no pasan muchas cosas.
Los dogmas religiosos y los condicionamientos sociales, para el son aborrecibles. Quisiera que la religión sea amplia, vasta inmensa, iluminada e iluminadora, en el no caben preceptos. Quisiera trabucar el mundo, revolverlo, cambiarlo, hacerlo distinto, volcarlo en el océano donde el agua y el misterio, el abismo y el infinito, el olvido y los vientos lo deshagan total y cambiarlo, re- Inventarlo para poder redescubrirlo y rediseñado, obedeciendo únicamente altas libertades, llegar con la sabiduría del “Súper hombre” a habitarlo.
Al poco tiempo, Juan Montalvo y María Manuela esperan la llegada de su primer hijo.
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Tomado de “Montalvo, una pasión” de Ruth Cobo Caicedo. Ed. El Conejo, 2011. Quito.