Cantos sin rumbo (VI)

Por: Aurelio Maldonado Aguilar
Dr. en Medicina y Cirugía, Cuenca (Ecuador)

*

TIEMPO

Recién ahora y me percato,

que el tiempo, pone el final irremediable,

final del río, fin de su ribera,

cuando solo llega al mar, arrepentido,

terminando absorbido por el tiempo,

a pesar de ser enorme y respetado.

*

Tiempo que calcinas, poco a poco,

los huesos y la piel, también los ojos,

y se llega con dolor, muy apurados,

al filo de una playa que contempla,

absorta nuestro fin, ya muy ancianos.

*

Tiempo maldito, rueda que no para,

escucha mi pedido en el momento,

pues los quiero, tanto, tanto y tanto,

a mi par de viejos, que  se acaban.

*

Sé que, en lo profundo de los cielos,

necesitan siempre, un hombre bueno,

tan noble y recio como un pino,

y manso, tal la mano del mendigo,

*

Dile pronto a Dios, tiempo, no tardes,

que les recoja en la mañana entre sus nubes.

Dile que mi Padre le dará, más que  paciencia,

cuando en la tierra, el hombre y su osadía,

solo consiga despertar, ira Divina,

y logre aplacar su fuego y su castigo,

con la mansedumbre de su sonrisa buena.

*

Te pido tanto, a pesar de mi enorme herida,

porque sus ojos se apagan, mansamente,

igual que el sol se esconde, en tarde fría,

y su sangre es un torrente que circula,

muy dulce como es, su misma altura,

y sus piernas, en otras horas de jinete,

parecen dos tallos temblorosos, de retama.

*

Los huesos de mi Madre, son nada más,  polilla,

y su calcio yo robé, cuando lactaba,

apenas se mantiene ya erguida,

a pesar de que su mente idolatrada,

brilla con la luz del cenit rutilante,

y sólo de ella quedan, con certeza,

los ojos verdes, más hermosos de esmeralda,

y su mente intacta y revoltosa,

protegida por la plata de sus canas.

*

Pregúntale a Dios, díselo pronto,

si, en la vorágine del cielo y sus esquinas,

requiere quizá, una luz de mil mañanas,

indomable luz, que quite las penumbras,

de las callejas y portones, entre las nubes,

que en cuanto a lógica y razón, mi Santa Madre,

puede dar las más claras cátedras, al cielo.

*

Tiempo, tiempo, que no paras,

llévalos ya pronto, no descanses,

que mi dulce amor, siempre prefiere,

llorarlos ahora, que sólo están ya viejos.

*

Sin embargo recuerda, con porfía,

que nacieron siendo el uno para el otro,

como el aire callado y delicado,

que, sin querer se cuela en nuestro pecho,

y sin él morimos enseguida, amoratados.

*

Recuerda que siempre caminaron de la mano,

y tendidos en la cama, se cuidaron,

no podrán vivir, allá en el cielo,

si el uno se va, antes que el otro.

*

Cuando te los lleves, atribulado,

lloraré su falta en unión del mismo frío,

y empezaré a morir, día tras día,

recordándolos en lágrimas y ejemplos,

y sólo esperaré lo de un suspiro,

a que mis hijos tengan su futuro,

y entonces te pediré, siempre lo mismo,

que el cielo me recoja, en unión de ellos.

*

QUE FUI MUY BUENO

Que injusta eres conmigo, compañera,

llenándote la boca de quejidos,

tan ciega que al mundo ya no miras,

ni sientes las dulzuras de sus trinos.

*

Jamás falté, ni por mal pensamiento,

con el pan del trigo, entre mi mano,

siempre llegué con el agua de la fuente,

y mis mieses floridas, nuestra  hambre mitigaron.

*

La enloquecida y delirante, agua de caña,

apenas cambió mi paso, alguna noche,

y en mi recuerdo, jamás fui obnubilado,

por el placer de Baco y de su fuego.

*

De mis dos hijos con ternura concebidos,

fui siempre el mago, de todos sus ensueños,

y con la dulzura propia de una araña,

los protegí frenético en mi pecho,

en la cálida suavidad de telaraña.

*

Trabajo denodado y más trabajo,

en mi vida se volvió como un delirio,

buscando con tesón, entre la gente,

tiempo hube de tener, para un poema.

*

Por eso quiero decirte, mujer mía,

quejándote tú, llegaremos para viejos,

y entonces, cuando mi tiempo se termine,

llorarás tan hondo y tan profundo,

y entonces tú dirás, que fui muy bueno.

*

NOSTALGIA

Nostalgia abrigada por suspiros,

que brotan temblorosos desde el alma,

brisas que el corazón solo emana,

olores de moho, que nos llama,

a pasear campos, pasados y extraños,

que tatuados quedaron, como marca.

*

Nostalgias de amor, cosas extrañas,

cegados los ojos, mirando siempre el alma,

desde el fondo se mueven, como un halo,

que nos  embriaga cada vez y cada tarde,

en que el ave blanca del recuerdo,

sobrevuela  el amor o el destierro.

*

Nostalgias de ser joven, cuando viejo,

nostalgias del joven, de ser niño,

nostalgias de un corazón abierto,

por el filo de un cuchillo, que asesina,

que mata sin saber, cuándo ni cómo

y nos tiende en desangre de suspiros.

*

Nostalgia, nostalgia de esos besos,

que robaste una vez, a la fogata,

nostalgia del fuego de esa noche,

que ni el frío del hielo, omnipotente,

ha podido calmar cenizas delirantes,

de tu suelo calcinado y aún tibio.

*

Nostalgia que zozobra con el tiempo,

en medio de mares espumosos,

nostalgia del esquife que ha zarpado,

y no podrá regresar nunca a su puerto,

a pesar de tener cartas, velas y mapas,

y una brújula que apunta siempre al norte.

*

Mientras más pasa la vida, que remedio,

y a pesar de que el tiempo, siempre olvida,

los recuerdos en tropel, nunca declinan,

albergados y cubiertos con suspiros,

y nos llegan como hordas de lamentos,

nostálgicos momentos en la vida.

3 comentarios en «Cantos sin rumbo (VI)»

  1. Nostalgia cuando estamos en la recta final del camino, no sabemos su distancia, pero si de algo ranzas y recuerdos perdidos. Que bueno es deleitarnos con reflexiones del alma

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