¿Y de las tierras qué? Las “verdades” inconclusas en el camino sinuoso por la paz en Colombia
Por: Jacqueline Murillo Garnica, PhD
Bogotá (Colombia)

Salvatore Mancuso, quien fuera uno de los fundadores y líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia – AUC-, ha reconocido hoy martes, desde una celda en una cárcel de los EE. UU., su responsabilidad por una de las más execrables prácticas del conflicto colombiano, en épocas también de completo oscurantismo, en las que por órdenes de Mancuso a sus muchachos utilizaron hornos de ladrillo, en una población de Norte de Santander, en Juan Frío, para desaparecer a sus víctimas. Esta práctica que se asemejó a la que manejaron los Nazis en los campos de concentración durante la segunda guerra mundial.
Y para hacer memoria, en el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, se concertó una desmovilización de las Autodefensas, y Mancuso como jefe máximo del Bloque Catatumbo, se desmovilizó en 2005 y fue extraditado junto a otros cabecillas de los paramilitares, en 2008 hacia Estados Unidos. Ya la gran mayoría ha cumplido con sus condenas, previa negociación o concertación para definir detalles y referir alguna que otra divulgación sobre las atrocidades que cometieron (minucias). Borrón y cuenta nueva, como en el caso del exparamilitar “Jorge 40” quien regresó al país con ganas de seguir en la política y al mando de todas las tierras que expropió, no obstante, su hijo, Jorge Rodrigo Tovar, ha sido nombrado coordinador de víctimas del ministerio del interior. Todos tienen derecho a enderezarse (comentarán algunas señoras crédulas), además, el hijo qué tiene la culpa del pasado de su padre; serán las frases que se emitan en rededor de esta paradoja.
Volvamos al asunto que también es necesario refrescar para tratar de entender este ajedrez de la política que heredamos de la era: “Mano firme y corazón grande”, ese legado que bañó de sangre gran parte de los territorios para expropiar a los campesinos de sus tierras. Los terratenientes o latifundistas en connivencia con las fuerzas armadas de Colombia se encargaron de escribir uno de los capítulos más horrorosos de la nueva violencia en este país. “Perdón y olvido” claman ahora al unísono, ofendiendo y revictimizando la memoria de las víctimas. Pero los procesos de paz caminan a ritmo lento y mientras tanto, la impunidad bulle en la atmósfera colombiana. Las declaraciones que rinden algunos de los victimarios, sólo son algunas de las condiciones que se negociaron para las rebajas de penas.
Se calcula que más de 560 colombianos desaparecieron en los hornos crematorios. La intención era no enterrar a los muertos y evitar alguna investigación por parte de la Fiscalía, como también un escándalo de dimensiones internacionales, así que el asunto de los crematorios era la solución más expedita y efectiva. “Tuve vergüenza dolor y rabia por lo que pasó en este lugar y de verlo en abandono, cuando debía ser camposanto. La Cancillería hizo una primera recuperación para el acto de hoy, pero no es suficiente. Con los abogados vamos a pedir medidas cautelares ante la JEP. Este debe ser un mausoleo, un lugar de memoria, recuerdo y homenaje a las víctimas”, dijo Mancuso.
Agregó el exjefe paramilitar que asume la responsabilidad por las víctimas de violencia sexual y dijo que dedicará lo que le queda de vida a que esto jamás se repita”. “Cuenten conmigo para desentrañar las verdades, me pongo a disposición para esto. Durante más de 16 años he comparecido a. 2.500 audiencias en la justicia transicional, en la justicia de Estados Unidos, de Italia y de la justicia ordinaria en Colombia. Le he respondió al país, he estado en la cárcel, pero es un castigo que no reconoce la reparación con las comunidades de Juan Frío. La deuda sigue″, dijo Mancuso. Y añadió: “He aprendido estos años, cuando me encuentro con las víctimas, que en el proceso de reparación y reconciliación hay que conocerse y reconocerse, mirarse a los ojos. Si me dieran la oportunidad quiero que conozcan no al hombre que tomo decisiones en el conflicto, sino el que tomó una decisión de vida indeclinable por la paz. Mi Reconocimiento del daño causado proviene de escuchar a las víctimas”. Confiemos en que estos votos de reconocimiento no se queden en palabras.
“Es imperativo recuperar los restos de estos desaparecidos. En esta tierra yacen los restos de las personas cuyas vidas que fueron frenadas en ese horno. Otros están en territorio venezolano. Espero que logren un acuerdo de cooperación binacional para recuperar los cuerpos y repatriarlos a Colombia. Durante su intervención, Mancuso mostró las cartas que varias mujeres familiares de desaparecidos le enviaron a la cárcel y dijo que sus relatos “lo habían conmovido hasta la vergüenza”. “Tengo las cartas de las víctimas, las tengo en mis manos. Esas historias que me contaron me partieron el alma. Pienso en miles de personas que murieron bajo la exigencia de nuestra organización. Soy consciente que las órdenes que impartimos desatarían esta barbarie. Lo siento mucho, sé del dolor que cargan en sus espaldas. Estoy dispuesto a trabajar de la mano de las organizaciones internacionales”. Señaló Mancuso.
Es preciso referir que el exjefe paramilitar está a la espera de que se defina su situación jurídica, ya que fue expulsado de la ley de Justicia y Paz. Su extradición a Estados Unidos fue por cargos de narcotráfico durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Todos los mea culpa de Mancuso como: “Las órdenes que impartí desde el Nudo de Paramillo con Carlos Castaño en 1999 fue la de recuperar estos territorios. Dimos las órdenes a “Camilo” y al “Iguano” y entramos a la Gabarra. Entramos a apoyar a las fuerzas militares que no tenían recursos, sino hasta que llegó el Plan Patriota”. El autor intelectual y material de todos estos crímenes no ha sido juzgado por ningún tribunal, ni nacional ni internacional. Y mientras tanto, sus actos de contrición pueden quedar en retórica y quizá sanas intenciones.