Migración y mestizaje de Gonzalo de Guerrero, “El renegado”
Por: José R. Reyes Ávila, Abogado
Honduras
Nació en Huelva, España, sobre el año 1470, y murió en 1536, en Puerto Caballos, Honduras. Cuenta la historia que la juventud de Gonzalo transcurrió en Palos de la Frontera, donde a temprana edad se enroló en el ejercito como arcabucero, para participar en la conquista de Granada bajo las ordenes de Gonzalo Fernández de Córdoba, quien consiguió, en enero de 1492, la rendición de Boabdil de Granada, poniendo fin a ocho siglos de presencia árabe en la península ibérica.
En 1510 emigra a América para iniciar su actividad como conquistador, acompañando a Vasco Núñez de Balboa, siendo participe de la fundación de Santa María La Antigua del Darién (en la actual Nicaragua). El 15 de agosto de 1511 se embarca en una nueva expedición, acompañando a Juan de Valdivia, la cual naufraga frente a las costas de Yucatán (México), en un lugar conocido como los Bajos de las Víboras. De aquella embarcación únicamente sobrevivieron ocho personas, entre ellos: Gonzalo de Guerrero y Jerónimo de Aguilar.
De acuerdo con lo relatado por Jerónimo de Aguilar, luego del naufragio, la tripulación de Valdivia y Guerrero fue rescatada por los “cocomes”, un grupo maya violento que luego los sometió y posteriormente los hizo esclavos. De Aguilar sería rescatado años más tarde por Hernán Cortés, pero Gonzalo de Guerrero permanecería con los Mayas hasta su muerte.
Gonzalo Guerrero pasaría a ser propiedad del jefe indio Taxmar, del grupo maya Tutul Xiu (los que rebozan de virtud), viviendo la mayor parte del tiempo en el área de playa del Carmen en México. Taxmar, al cabo de un tiempo, procedió a regalar al guerrero español al sabio Na Chan Can, cacique de los cheles en la ciudad de Ichpaatún, al Norte de la Bahía de Chetumal, quien, a su vez, lo regalaría a su Nacom Balam (jefe de guerreros). Un día, al atravesar un río, este jefe maya fue atacado por un caimán, y Gonzalo Guerrero, se enfrentó al reptil en defensa de “su amo” salvándolo de una muerte segura y como recompensa se le concedió la libertad.
Gonzalo, una vez libre, procedió a integrarse en la cultura maya. Formó una familia con la princesa Ixchel Can, hija de Na Chan, con quien tuvo hijos. Pasó a ser parte de los ejércitos mayas, quienes lo valoraron por su experiencia y los conocimientos de guerra que poseía y transmitía a los mayas. A raíz del proceso de integración, Guerrero se convirtió en un guerrero maya se hizo escoriaciones en la cara, perforaciones en las orejas y tatuajes; luchó junto a ellos hasta el final combatiendo al ejército español y a las tribus enemigas.
En el año de 1519, Hernán Cortés desembarcó en Cozumel (Cuzamil) y al enterarse que había españoles en tierra decidió enviar mensajeros para procurar su rescate, y entró en contacto con Jerónimo de Aguilar, al que rescató en un primer momento. Trató de hacer lo mismo con Gonzalo Guerrero, pero este, según un relato de Bernal Díaz del Castillo, en la historia verdadera de la conquista de Nueva España, respondió: “Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo tres hijos. Tienen me por cacique y capitán, cuando hay guerras, la cara tengo labrada, y horadadas las orejas que dirán de mis esos españoles, si me ven ir de este modo? Idos vos con Dios, que ya veis que estos mis hijitos son bonitos, y dadme por vida vuestra de esas cuentas verdes que traéis, para darles, y diré, que mis hermanos me las envían de mi tierra”.
La princesa esposa de Guerrero escuchaba la conversación con Jerónimo de Aguilar, y enojada con él dijo: “Mirad con lo que viene este esclavo á llamar á mi marido, y que se fuese en mala hora, y no cuidase de más”. Aguilar de nuevo hizo instancia a Guerrero para que se fuese con él, pidiéndole que se acordara de que era cristiano, que no perdiera el alma por una india, que si por la mujer e hijos lo hacía, si tanto sentía el dejarlos, los llevase consigo. Guerrero no “aprovechó” tan santa amonestación, y Jerónimo, viéndole resuelto en quedarse, se fue a Cozumel, al paraje donde había quedado el navío.
Durante los años siguientes, los españoles tuvieron noticias que Guerrero se dedicó a entrenar a los mayas para defender aquel territorio, y cuando Francisco de Montejo, en mayo de 1527, cruza el Atlántico con 380 soldados en cuatro navíos y llega a aquellas tierras, encontró seria oposición para conquistar Yucatán. Guerrero combatió a los conquistadores Montejo (padre e hijo), y a su capitán Dávila; instruyó a sus hombres en el arte de la guerra, les aconsejó no dar tregua nunca “ni fiarse de los blancos”, protegiendo aquel territorio siempre.
Guerrero, murió en 1536 cuando ofrecía apoyo, con cincuenta canoas, a Cicumba, cacique Tolupán del poblado de Ticamaya (Honduras), en el valle del Río Ulúa. Mientras combatía contra las tropas del capitán Lorenzo de Godoy, una flecha de ballesta le partió el ombligo en dos y le atravesó hasta el costado, luego sería rematado por un disparo de arcabuz. Así llegó al fin de sus días este migrante, guerrero y padre del mestizaje. Este “renegado” luchó por su gente hasta el final. Los restos de Gonzalo Guerrero descansan en algún lugar de Puerto de Caballos Honduras a más de cuatrocientos kilómetros de su último lugar residencia murió como maya, pero conservó barba de cristiano; cuenta la historia.