En el rincón de una habitación

Por: Pedro C. Martínez Suárez, PhD
Cuenca (Ecuador)

El 21 de septiembre de 2004 se suicidaba Jokin, joven vasco, tras un año de reiterado acoso en la escuela y según el testimonio de los padres, Jokin lloraba en un rincón de su habitación. Sus progenitores también fueron imputados en el caso (según fuentes periodísticas, El Mundo, 2018). Tuve noticia de algunos detalles del caso por “Cani”, activista por los derechos humanos que fue pionera de ACAE, Asociación contra el Acoso Escolar del Principado de Asturias (España). Una luchadora infatigable en favor de este colectivo vulnerable, quien en una silla del glamuroso Café Gijón me miraba y me contaba caso tras caso con ojos de angustia y al mismo tiempo con la firmeza que amerita su solitaria contienda. Según me relataba “Cani” esta lacra afecta a pobres y ricos, hombres y mujeres, gordos y flacos, a los muy inteligentes y menos inteligentes.

Lo más estremecedor no son los datos que comentaremos a continuación sino el testimonio de los propios jóvenes que lo sufren y sus familiares que deambulan, sin mucho éxito por las instituciones y consultas psicológicas con un grito de ayuda que es, en la mayor parte de los casos, intencionalmente extinguido, eliminado, reducido, opacado. Aquel fue el comienzo de una linda amistad y experiencia profesional de un año con casos de acoso, financiada por el Principado de Asturias y que se expuso como: “Bullying: a new field for Social Education” en el congreso mundial de Educación Social de Dinamarca en 2009. Grato recuerdo el intercambio con quienes son pioneros en el tratamiento del tema, los escandinavos y belgas. Dan Olweus es sin duda, el referente mundial en el tema que hoy nos ocupa.

Es a partir del caso Jokin que los mass media se involucran en la relevancia del problema del bullying, porque es algo más que un tema, a pesar de que, como dice UNICEF, el acoso es un asunto diario en las escuelas y sigue siéndolo cada día más, a juzgar por la triste noticia aparecida esta semana en El Comercio (Ecuador) sobre un adolescente que se suicidó en un conocido colegio fiscal de Cuenca. El suceso parece encerrar otros matices al margen del acoso escolar entre iguales, está por dilucidar, pero presenta todos los ingredientes del contexto. Nos recuerda, además, de la forma más cruda posible, que el suicidio es la principal causa de muerte en Ecuador en adolescentes. Diecinueve años después de Jokin y a 9.000 kilómetros, el tema o problema, sigue candente. La adolescencia es belleza y libertad decía Einstein, pero como también decía una paciente mía de 18 años, que leía 50 libros al año y fue acosada en su colegio, la adolescencia también está llena de sombras.

El centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU define el bullyng como cualquier comportamiento o acción agresiva de un joven a otro que no es su hermano o familiar (ese es otro tipo de violencia) y que se produce de forma reiterada con clara intención de dañar y deriva en consecuencias físicas y psicológicas, ocurre además con reiteración alevosa.

Alrededor de 150 millones de jóvenes entre 13 y 15 años sufren acoso escolar, siendo ésta, parte ya indisoluble del período de formación de los jóvenes en el mundo, tal como informa UNICEF en 2018, en “Violencia en las escuelas: una lección diaria”. En este informe Herietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF señala que: “la escuela no es ya un lugar seguro” para nuestros jóvenes. Algunos datos del mismo reporte son:

  1. Tres de cada 10 estudiantes de 39 países industrializados admiten que acosan a sus compañeros y un 32% ha sido intimidado al menos una vez en el último mes.
  1. En 2017, se produjeron 396 ataques documentados o verificados a escuelas de la República Democrática del Congo, 26 a escuelas de Sudán del Sur, 67 ataques en la República Árabe Siria y 20 en Yemen.
  2. Cerca de 720 millones de niños en edad de asistir a la escuela viven en países en los que el castigo corporal no está totalmente prohibido en la escuela.
  3. Si bien, las niñas y los niños corren el mismo riesgo de padecer acoso, las niñas tienen más probabilidades de ser víctimas de formas de acoso psicológico y los niños de ser víctimas de violencia física y amenazas. (Naciones Unidas, 2019).

El texto, titulado Detrás de los números: Poner fin a la violencia y el acoso escolares, hecho público en el Foro Mundial de Educación 2019 de Londres reúne datos de 144 países arrojando las siguientes cifras:

La región del mundo con más niños que sufren intimidación es África subsahariana (48,2% de los menores), seguida por el norte de África (42,7%) y Oriente Medio (41,1%). La intimidación es menos frecuente en Europa (25%), el Caribe (25%) y América Central (22,8%).

El Caribe es la segunda región del mundo con mayores tasas de violencia física. Un 38% de los estudiantes caribeños han estado envueltos en alguna pelea y casi un 34% ha sufrido un ataque.

La forma de intimidación más frecuente es la física en la mayoría de las regiones, con la excepción de Norteamérica y Europa, donde es más común la psicológica. El acoso sexual es la segunda forma más común en muchas regiones.

La apariencia física, la raza, la nacionalidad y el color de la piel son las causas principales y propiciatorias para recibir violencia en la escuela. Los estudiantes LGTBI son especialmente vulnerables al acoso, siendo hasta 3 veces más alta esta probabilidad en países occidentales.

Aun así, de un estudio en 77 países realizado por Naciones Unidas, en la mitad se ha reducido el número de casos de acoso gracias a las siguientes políticas:

  • Compromiso de promover un clima escolar y un entorno de aula seguros y positivos.
  • Sistemas eficaces de denuncia y seguimiento de la violencia y el acoso escolares.
  • Programas e intervenciones basados en datos empíricos.
  • Formación y apoyo a los docentes.
  • Respaldo y orientación de los alumnos afectados.
  • Empoderamiento y participación de los estudiantes.

Un dato especialmente alarmante del Gobierno Vasco (2016) es que, en Educación Primaria, la probabilidad de sufrir maltrato es 3,5 puntos superior porcentualmente, si bien, en los últimos años ha crecido considerablemente el número de casos en educación secundaria. La responsabilidad de las instituciones, públicas y privadas es máxima, pero parecen existir flecos sueltos en la implicación institucional y se han quedado en el rincón de la habitación de los jóvenes, víctimas de un sistema inerte.

En 2017 se estrena en Netflix una serie que cerró con cuatro temporadas y algunas críticas tanto del público como del mundo cinematográfico especializado. La serie, llamada “13 razones por qué” narra el tiempo posterior (con abundante flashback) al suicidio de una adolescente que fue violada quedando el victimario impune, la protagonista graba en varias cintas las razones que la llevaron a tomar la decisión implicando en el caso a muchos de su compañeros, lo más demoledor de la serie es cómo trata un tema que parece ser que se nos ha pasado por alto en el drama del acoso escolar, a saber: la complicidad, el silencio, la connivencia con los acosadores, la ocultación de los hechos, el mirar hacia otro lado por “el qué dirán” y lo más desolador es que nos preguntamos si este mutismo claramente voluntario y orquestado no es acaso el translúcido lado oscuro del ser humano, tan oscuro como el rincón de la habitación de Jokin, tan humano y al mismo tiempo, tan cotidiano.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *