Cantos sin rumbo (V)

Por: Aurelio Maldonado Aguilar
Dr. en Medicina y Cirugía, Cuenca (Ecuador)

*

Amantes

Cierta noche en que la niebla crece,

en un zaguán de olores y de flores,

dos amantes novios, con sus besos,

despertaban la mirada de la luna,

pues entre sus cuerpos, unidos por el fuego,

ni el aire de frescura compartía,

el momento de enorme poesía,

de aquellos amantes, esa noche.

*

Ciegos de amor y besos sordos,

no se percataron de las pisadas,

que silentes y aleves deslizaban,

una sombra extraña y tenebrosa,

que al igual que la luna, los miraba,

escondida en sus oscuros torbellinos,

de la noche que apacible, confabulada,

dejaba pasar el cuchillo y la pistola,

únicamente por la brisa acariciadas.

*

Fue tarde cuando aterrados,

abrazados todavía, en desamparo,

inmóviles y pálidos, apretados,

querían razonar frente al destino,

en que dos hombres jadeantes,

ciegos de impulsos nauseabundos,

irrumpieron en la fúlgida morada,

de los novios abrazados en un beso.

*

Un golpe fugaz, quitó el sentido,

al pobre joven que caía herido,

y  la doncella blanca estremecida,

como hoja seca de un árbol agostado,

terminó en el lecho duro de la acera,

cubierta apenas con rocío cristalino,

y violada con jadeos y estertores,

en un brutal gruñido de asesinos,

que saciaron  sus ansias y su frío.

*

Despertaba del golpe, ensangrentado,

y vió también sangre que brotaba,

del vientre de su amada, que, tumbada,

sollozaba con un dardo en sus entrañas,

clavado por el mal y la inmundicia,

de una sociedad putrefacta que vigila,

como águila arpía que planea,

y se lanza sobre éxtasis y besos,

en una cándida noche, que despierta,

a los lobos furiosos de los hombres,

en un carnaval de insano desvarío.

*

Después de aquella madrugada,

y de lavar las heridas con frescura,

no pudieron ser felices, pues las sombras,

siempre persiguieron en sus sueños,

a los amantes de esa triste noche,

durante todos los días de sus vidas.

*

Las cigarras

Para Lucía Mendoza y sus hermanas, integrantes de un trío fabuloso, ”Las Cigarras”

*

Apenas se yergue el tibio día,

y el sol rebasa con tesón la loma,

despiertan con júbilo y alegría,

entre copas de árboles y rosas,

y empiezan a cantar unas cigarras,

con finura de seda, entre sus notas.

*

Tocadas por la magia del estío,

despliegan con ardor sus alas tiernas,

que parecen bajo los rayos matutinos,

hermoso pendiente de fina pedrería,

y en seguida cantan las cigarras,

conturbadas por la luz y el rocío.

*

Arpegio de tonos argentados,

se siente que en sus voces se ilimita,

una dulce canción de eterna algarabía,

y cantan y cantan las cigarras,

bellas melodías y cánticos del río,

nombrando con pasión la vida,

y con tristeza, soslayan a la muerte.

*

La magia del hombre y su existencia,

en sus voces hay reclamos a la vida,

y por qué lo triste y la penumbra,

se esparce entre la pléyade del mundo,

si sólo quieren cantar con tal dulzura,

los amores del viento y la espesura,

o el murmullo de un río cristalino.

*

Canten, canten cigarras armoniosas,

que las notas redentoras de sus bocas,

traen de la abismal montaña, una vertiente,

y del profundo mar, que nunca duerme,

una tibia ola de espumas, que se tienden,

a las plantas nuestras, en la arena refulgente.

*

¿Serás tú?

*

¿Serás tú las olas,

tal vez el mar bravo,

que llegan fugaces, al amanecer,

y despiertan de un golpe,

la playa dormida,

igual que despiertas mi profundo ser?

*

¿Serás agua mansa,

tal vez las espumas,

que duermen con frío,

en tu desprecio de mar?

¿seré yo el naufragio,

que a la tierra llegue,

cansado del ruego,

a tu pálida tez?

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