La literatura destruye cánones de amor

Por: Inés Rodríguez
Estudiante de 2° de Bachillerato (Islas Canarias-España)

El pasado domingo 23 de abril, fue uno de mis eventos favoritos del año: el Día del Libro. Una jornada para conmemorar el dulce hábito de la lectura y la escritura, mi razón de vida; así como una excusa de lo más ética para sumergirnos en apasionantes historias por algunas horas, evadiéndonos así de la realidad. Porque sí, debemos seguir escribiendo y leyendo, así no sólo seguiremos apoyando a la industria literaria, sino también tendremos un vocabulario más amplio y unos conocimientos más acertados para cualquier cuestión que se nos presente en la vida. Leer es muy importante, y hoy lo demostraré.

Mi tradición favorita del 23 de abril (día que, por cierto, se escogió por ser el mismo en que murió William Shakespeare según el calendario Juliano ) es la que se da en Cataluña, comunidad autónoma de España: el intercambio de una rosa y un libro entre las parejas. Este detalle tiene su origen en una leyenda popular, en la que se dice que San Jorge, a quién se le dedica este día, rescató a una princesa de las garras de un malvado dragón, que atemorizaba al reino. De la sangre derramada por la bestia brotó un hermoso rosal. Así, San Jorge regaló una flor del rosal a la princesa; y ella, en agradecimiento, le obsequió con un poema. Por ello, los catalanes consideran que durante la Diada de Sant Jordi, denominación en catalán, se celebra tanto el Día de Libro como el Día de los Enamorados.

El domingo, las redes sociales se llenaron de personas que mostraban sus regalos del día de San Jorge, y de muchas otras lamentando no haber recibido alguno. Es en ese momento cuando me doy cuenta de que aún quedan muchas personas que valoran el detalle de la rosa y el libro. Que en esta vida no sólo queda aún algo de aprecio por la literatura, sino también por el amor real. Ese que no busca materialismos, sino sentimientos. Es igual que pasa con las películas. En otros artículos que he escrito, he dejado claro que es raro ver escritos realmente excepcionales. Igualmente, entre tantos filmes de comedia romántica, hay algunos que merecen realmente la pena, pues no idealizan el amor. Un buen ejemplo sería “Midnight in Paris” (2011), dirigida por Woody Allen; y muy ligada, además, a la temática de la literatura. En ella, conocemos a Gil (Owen Wilson), un escritor estadounidense que cree haber encontrado el amor de su vida en una chica muy materialista (Rachel McAdams), pero que, gracias a un inolvidable viaje a París, en el que desea encontrar inspiración para sus novelas; se da cuenta de cuál era el sentido de su vida. En la obra se hace referencia a destacados personajes del arte y la escritura, como Ernest Hemingway o Salvador Dalí; no obstante, también se destruye un tópico: el de la pareja perfecta.

¿Creéis que todas esas parejas que se regalan rosas y libros durante el día de San Jorge son perfectas? No lo son. Hay veces que nos equivocamos con nuestras decisiones o nuestras palabras. Y es maravilloso, no siempre podemos escoger las palabras o acciones correctas. El hecho de que nos emocionemos por un simple detalle, que cuesta unos pocos duros, demuestra que aún existe cierta chispa en las relaciones. No me refiero a la esencia de las parejas del cine, que normalmente presentan actitudes tóxicas. Me refiero a un sentimiento veraz, mutuo, que no busca ser perfecto, ni tampoco interesarse por pequeños placeres.

La lectura es un placer, hay que cuidar de nuestro hábito de la lectura, pues es una herramienta útil en cualquier entorno, en cualquier campo de estudio. Asimismo, el amor, como bien nos han transmitido generaciones de escritores; también es placentero, aunque no es perfecto, tal y como le ocurre a todo lo existente en este mundo. La literatura ha destruido cánones de amor. No dejen nunca de leer, ni de emocionarse con las palabras de los autores. A veces, es leyendo e inventando historias cuando únicamente podemos encontrar nuestro propio ser. Feliz día del libro.

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