Cantos sin rumbo (IV)

Por: Aurelio Maldonado Aguilar
Dr. en Medicina y Cirugía, Cuenca (Ecuador)

*

EL NACIMIENTO

Un humilde regalo de Navidad, para mi tío Guillermo.

La puerta sonó con insistencia,
y me ví despierto entre penumbras,
los ojos somnolientos y dormidos,
y un ansia al despertar, sobresaltado.

-Venga doctorcito, venga pronto,
mi hija se nos muere con la fiebre,
es un áspero carbón que ya flamea,
delirando como loca, está en su cuna,
y sus sábanas son húmedas y frías,
que destilan sudor cuando se estiran-.

-Venga doctorcito, venga presto,
ayúdenos en nuestra pesadumbre,
usted tan solo podrá, junto con Cristo,
bajar la llama que se enciende,
en la frente agobiada de mi niña,
ella quería esta noche, junto a todos,
fabricar con paja y con huicundos,
el nacimiento del niño, en el pesebre-.

Se quemó mi mano, cuando inerte,
cayó sobre la frente de la infante,
ampollas de calor se fabricaron,
entre mi piel y la fogata de esa cuna,
que pedía sanar, tan de repente,
para poder colocar la estrella de diciembre,
sobre el soportal de paja del pesebre.

Mejoró tan fuera de costumbre,
que seguro que mis ámpulas de vida,
no fueron las que la curaron como un rayo,
sino que sería, con seguridad y lo confirmo,
el viento que soplaba y se reía,
alborotando la paja del pesebre.

-Venga doctorcito, venga presto,
ayúdenos a fabricar nuestro pesebre,
tenemos recogida ya la paja,
y los musgos del páramo, pacientes,
esperan henchidos con agua fresca,
ser puestos a las plantas de los reyes-.

Empezamos todos, la faena,
la niña se encargó de los luceros,
el padre del ramaje y los potreros,
y la cuna con lana de borrego,
con pasión la madre enternecía,
mientras que yo, colocaba en el camino,
los guijarros húmedos del río.

*

JUSTICIA

Justicia tal vez, siempre justicia,
es la súplica altanera que se escucha,
justicia ante el dolor y la osadía,
de la muerte que es injusta, en su visita.

Justicia para el hombre que se acuesta,
cansado del camino que trafica,
insistiéndole que amor y la vendimia,
no pueden ser nunca, su justicia.

Trabajo, desazón y algarabía,
tendrán que soportar estoicamente,
los hombros del varón, que no descansa,
y que a su fin llega, con injusticia.

*

HE CAMBIADO

La vida me ha cambiado, amablemente,
como el día que cambia y se obscurece,
soy ahora, tan simple y tan humano,
que el mismo olor de tierra, me protege,
y tan manso ya, como agua que adormece.

Golpes, muchos golpes recibidos,
magullaron la pulpa de mi cuerpo,
cortes tan profundos que me han hecho,
de tal modo sangrar la médula y el hueso,
igual que el pedazo de hielo que se funde,
bajo los sables despiadados de los soles.

Sí he cambiado, quién lo diría,
y del mozo feroz que yo tenía,
tan solo algún verso descarnado,
me ha dejado el recuerdo tan lejano,
de ese ser que gritaba, adolorido,
sin dejar caer su cabeza sobre el pecho.

4 comentarios en «Cantos sin rumbo (IV)»

  1. 👏Felicitaciones y más éxitos
    Saludo desde Cuenca Atenas de Ecuador 🇪🇨 patrimonio universal Unesco 🌍

  2. Que refrescante tu poesia mi querido amigo, refugio para las atocidades que vivimos a diario. “Cuando encontramos un mundo demasiado perverso, es necesario refugiarse en otro” y parte de este otro son tus versos. Un abrazo.

  3. Que bonitos versos! me deleitó y me refugio en cada poema que contiene un mensaje de esperanza a este mundo tal combulsionado.

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