Aportes a los debates sobre la gestión cultural y el gestor cultural

La institucionalidad cultural pública, el desarrollo tecnológico y de la comunicación, bajo las modalidades de los diferentes gobiernos de turno, ampliaron su gestión a partir del siglo XX en América Latina cuando se dieron los procesos de industrialización y de urbanización. Con estas acciones tanto en la educación, la salud, el medio ambiente, a mediados el siglo, también se enfocaron en políticas públicas  sobre el sector cultural, incorporándose a las agendas de desarrollo a fines de los años 90.  Creándose nuevas nominaciones en la gestión cultural.

Los misioneros culturales, animadores socio culturales, los administradores culturales, y los diferentes especialistas como nuevas figuras  con el encargo de profesionalización “gestor cultural”, entre ellos los:   directivos y personal de museos, galerías, bibliotecas, archivos, teatros, auditorios, centros culturales, a productores, distribuidores y exhibidores de espectáculos, cine y artes audiovisuales, a editores de discos, libros y revistas, a críticos y curadores de arte a redactores a promotores y activistas culturales y a muchos otros oficiantes (Bayardo, R., 2016, en Lobeto, C., y Varela, G., 2018, p.61), les consideraron como gestores culturales.

De ahí que, ante todo, es imprescindible entender a la cultura como una especie de tríada, es decir ver a la cultura como un proceso, pero también entenderla como un derecho y al mismo tiempo la cultura se convertiría también en un recurso. Bajo estas consideraciones es necesario devolverle a la cultura híbrida, una cultura eminentemente mestiza las culturas latinoamericanas por un proceso primero de descubrimiento, luego de conquistas, luego de colonizaciones y luego de la nación de los estados nacionales.

En este sentido este proceso hay que mirarlo como estas fases sociohistóricas, es necesario también ir hacia estos teóricos que nos hablan de descolonizar, no solo el saber sino también el ser, es decir las emociones, desde unas formas de pensar y actuar en el mundo, precisamente lo que tiene que ver con la racionalidad lógica grecorromana. Entonces estos teóricos latinoamericanos principalmente nos están diciendo que reflexionemos alrededor de descolonizar, es decir dejar todo prejuicios que nos han ido invadiendo ese esqueleto andino, ese esqueleto arcaico rellenado con estas concepciones (Saltos, 2019).  

La frase “hay que considerar a la cultura como un derecho”, el derecho netamente humano, el derecho a la ternura, el derecho a las emociones, el derecho a la identidad a identificarme con sus raíces, pero también con propuestas de futuro. Por lo tanto, ese derecho es irrenunciable, es consustancial a la naturaleza humana y ese derecho debe ser garantizado por el estado por los estados nacionales por el estado ecuatoriano.

Hay demasiada vulnerabilidad de estos derechos culturales, imagínense que los derechos humanos, los derechos políticos, los derechos sociales- económicos, no se alcanzan a ser garantizados y el derecho a la cultura. Los derechos culturales son en realidad la cenicienta de todos estos derechos por lo tanto tampoco han sido tomados en cuenta, pero se debe desde una política institucional, estatal considerar como un derecho importante los derechos culturales igual que el derecho a la comunicación.

Así el derecho a la cultura y los derechos culturales, en sí mismos como parte constitucional del ser humano y un elemento importante, es considerar a la cultura como un recurso económico, visto desde una nueva contemporaneidad, desde la modernidad y el recurso económico tiene que ser una base. Falta una generación de ingresos del bienestar de las poblaciones que detecten a  esa cultura, ese patrimonio, esas memorias sociales.

Con este preámbulo,  la gestión cultural no es una ciencia, ni se puede contemplar dentro de un marco epistemológico propio, sino que es fruto de un encargo social que profesionaliza a un número considerable de personas en respuesta a unas necesidades de una sociedad compleja. “Esto le da una perspectiva pluridisciplinar, pero reclama que el propio sector realice las aproximaciones necesarias para la construcción de un marco teórico y conceptual de acuerdo con las propias necesidades de esta función” (Martinell, 2000, en Lobeto C., y Varela, G., 2018, p.64).

Actualmente, se tiende a considerar a la gestión cultural como una empresa, en contraste a ello, la gestión cultural es una actividad que  se centra en el “hacer” de proyectos específicos en tiempo y lugar, y está atenta a las necesidades de diversos públicos y obras. Estos últimos serían el árbol que le interesa a la gestión cultural, mientras que podría contemplar todo el bosque, gracias a su atención hacia la sociología de la cultura. Anotando el desinterés de este encuadre por los aportes de la gestión cultural, Gayo (2014), sostiene: “que esta “lucha desde el continuo olvido de su relevancia contra las desigualdades que los sociólogos denuncian” (p. 123).

De ahí que, los retos de la gestión cultural hoy en día tienen que ver con este proceso no descolonizando, nuestras mentes a través de una educación liberadora, -más no– una educación estandarizada con modelos importados europeos que simplemente repiten fórmulas y el conocimiento.  Es importante conocer para instruirse, muchas de las materias que se imparten en los centros educativos, no educan para la vida.

No queremos reaccionar ¿cómo es la vida?, ¿para qué sirve? Es necesario articular un puente entre cultura y educación, a fin de que puedan consumir, porque se puede tener producción artística, pero no se tiene quien la consuma, por ello la escuela debe garantizar ese consumo posterior.

En términos generales Jaime Jaramillo afirma que “la actividad cultural ha sido hasta hace pocos años (y lo sigue siendo aún para muchos) una actividad de aficionados, muchas veces bohemia, de tiempo y remuneración parcial, que supone la ‘buena voluntad’, la mística, el apostolado laico” (1998, p. 98). En este sentido rescata el “paradigma emergente” socio-semiótico de la cultura que se centra en los aspectos simbólico-expresivos y la entiende como un acto de comunicación.

Jaramillo destaca problemas como la significación y la generación de sentidos, las interrelaciones entre los aspectos económicos, políticos y culturales, las luchas por la hegemonía y la legitimidad, la producción simbólica y el campo artístico, la educación. En tal sentido refiere a autores como Pierre Bourdieu, Raymond Williams, Howard Becker, Stuart Hall, Clifford Geertz y a los latinoamericanos Néstor García Canclini, Renato Rosaldo y José Joaquín Brunner, cuando relaciona este tema importante cultura-educación, producción simbólica.

Definitivamente, estas aportaciones mutan a otro registro en su redefinición del gestor cultural como “un organizador, un animador, un auspiciador, un tejedor que vincule procesos y eventos, productores y consumidores” […]. Nuestro Gestor Cultural debe moverse con solvencia, sentido ético y sagacidad en el entorno burocrático de entidades del Estado, empresas privadas u organizaciones comunitarias. […]. Debe también ser una persona antena, sensible respecto de un público que puede no poseer una cualificación especializada pero que, en muchos casos, se halla necesitado de nuevas manifestaciones simbólico-expresivas” (Jaramillo, J., 1998, p. 99).

De ahí que no toda persona puede ser un gestor cultural, un gestor cultural es quién realmente ama la cultura y trabaja por ella, con afición y “formación”.

Referencias Bibliográficas:

Saltos, Fabián. (2019). Reflexiones acerca de gestión cultural en Ecuador. Quito, Ecuador: Comunicación personal

Gayo, M. (2014). Encuentros y desencuentros entre la sociología de la cultura y la Gestión Cultural. A propósito de la desigualdad. En YAÑEZ CANAL, C. (Ed.) Emergencias de la Gestión Cultural en América Latina. Universidad Nacional de Colombia. Sede Manizales.

JARAMILLO, J. (1998). Los estudios sobre la cultura: hacia un paradigma emergente.

En: RINCÓN CARDONA, F. (Ed.) Gestión cultural. Artes Gráficas Tizán Ltda. Manizales.

Lobeto, C y Varela, G. (2018). Arte y Cultura en los debates Latinoamericanos. https://www.academia.edu/40927661/Arte_y_Cultura_en_los_Debates_Latinoamericanos “.

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