“Los guardianes de la libertad”

Por: Inés Rodríguez
Estudiante de 2° de Bachillerato (Islas Canarias-España)

El desaparecido David Bowie, cantante británico que revolucionó la música de los años 70, solía decir, en ciertas entrevistas, que se sentía aliviado de no haber sido nunca designado como una persona “normal”. Cuando escuché esta afirmación, me marcó. Era la primera vez que escuchaba a alguien estar tan orgulloso de tal hazaña. “Qué valiente” pensé. Y es que a muchos nos cuesta desarrollar tal resiliencia ante las críticas, porque vivimos en un mundo en el que, por desgracia, aún no hay libertad de expresión. El periodismo existe porque, legalmente, en muchos puntos del mundo, los ciudadanos tenemos derecho a la libertad de expresión. No obstante, a veces dejamos de hacer algo que nos gustaría con el fin de seguir al grupo. “Para que nos dejen tranquilos”, dirían algunos.

Aunque el concepto de normatividad no posee la misma definición para todos, siempre habrá alguien que encontrará un defecto en el otro sobre el que comentar despectivamente. ¿Saben ustedes por qué aún se banaliza el acoso escolar? Por un error del ser humano: muchos tienen la costumbre de llamar defecto a aquello que es diferente respecto a él. Bowie tenía una pupila más dilatada que otra debido a una pelea en la que se vio envuelto durante su adolescencia. Y bastó ese mínimo rasgo para que empezara a parecer extraño frente a los ojos del público. Por ello, debemos entender que no somos mediocres por poseer rasgos particulares o por pensar de manera atípica.

Imagínense ustedes la evolución y amplitud de pensamiento en nuestra sociedad que muchos individuos siguen sujetos a prejuicios varios, como la estigmatización de condiciones como el Asperger o el Síndrome de Down. Increíble. Esto sólo denota una gran ignorancia. Antes de juzgar, quizá deberían abrir un libro, o navegar por esta primitiva inteligencia artificial llamada Internet. Al hacerlo, muchos os daréis cuenta de que la variedad de personalidades únicamente nos aporta riqueza cultural. Lo que quiero decir con esto es que el opinar sin conocer nunca trae consigo algún beneficio.

En “El Club de los Poetas Muertos”, conocemos a un grupo de jóvenes que comparten una dificultad: no son capaces de expresar sus sentimientos, por miedo al qué dirán. No es hasta que aparece la figura del profesor de literatura John Keating que comprenden el verdadero sentido del carpe diem, así como la utilidad de la poesía. De este modo, se enfrentan a las imposiciones de la sociedad conservadora en la que viven. Es un hecho: la lírica ha actuado como puente entre el consciente y nuestros sentimientos, y quizá sea la mejor vía para alcanzar la libertad de expresión.

La diferencia es lo que ha marcado nuestra historia como humanidad. Por ejemplo, ¿Qué sería de nosotros si todos aquellos liberales no se hubieran reunido en la Bastilla el 14 de julio de 1789 para dar comienzo a la Revolución Francesa? Hoy no tendríamos tantos derechos. Estos “guardianes de la libertad” vivieron en un mundo absolutista donde se le condenaba a la hoguera si no acataban las órdenes de un rey déspota. Y, aún así, no se callaron. Avanzaron en favor de sus ideales.

Los jóvenes somos el futuro de esta nuestra sociedad. ¿Quién quiere algo normal cuando estamos en constante progreso? Para mí, normatividad es sinónimo de estancamiento. La música o las leyes nunca hubieran sido lo que son si no existieran las personas antisistema. Conviértanse en personas antisistema, y si no están seguros de hacerlo directamente, déjense encantar por el poder de la poesía, un recurso que todos tenemos derecho a disfrutar “por el simple hecho de pertenecer a la raza humana”, como diría el profesor Keating. Y a todas esas personas que opinen que no sois corrientes, les diría que el genio David Bowie odiaba la palabra “normal”. Y aborrecer la normalidad es cosa de sabios.

Un comentario en «“Los guardianes de la libertad”»

  1. La sociedad en la que vivimos es oscura, desoladora y en muchas ocasiones deprimentes. Sin embargo, son los caminos de la vida los que nos claman levantarnos y avanzar, ¿qué importa si alguien tiene algo distinto al resto? todos somos iguales, sin importar nuestros defectos. Pues la perfección esta en buscar nuestros errores y aceptarlos. Este articulo capta de buena manera ese mensaje y me encanta, gran trabajo

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