Educando para el Consumo

Por: Dr. Héctor Loyaga, Ph.D
Docente-Investigador, Consultor Educativo

Vivimos en una sociedad capitalista, donde se ventila la “oferta y demanda”, su práctica es la inversión y las ganancias como criterio de éxito. Se trata de un sistema de competencia e inteligencia financiera. Sin embargo, nuestra educación permanece en el “paradigma del consumo y el utilitarismo”. Se educa para competir, consumir, usar y descartar, cosificando todo tipo de relaciones humanas. 

Nuestras generaciones han sido educadas para consumir y no para generar valor, riqueza material, sin una formación financiera, e inversiones. La malla curricular de la escuela, colegio y universidad debería, entonces, incluir estas asignaturas que son coherentes con el sistema imperante y no desvirtuar su enfoque y praxis cotidiana.

Estamos experimentando y observando que una formación sin rentabilidad, -a veces inmediata, o a mediano y largo plazo, – no es valorada, ni tomada en cuenta, si no se han desarrollado “habilidades, conocimientos y prácticas” que ofrezcan resultados monetarios y ganancias para las empresas, sin tener en cuenta al ser humano, su ambiente de trabajo, su salud, su realidad familiar y social.

Entonces, estamos ante una sociedad utilitarista, del consumo, materialista, egoísta. Se han puesto de lado, los valores humanos, sociales y espirituales. Una educación sin valores y sin enarbolar en primer lugar al “Ser Humano” como capital fundante de la riqueza social, y la “solidaridad humana” como el fundamentos de una sociedad justa, equitativa y que trabaje por la paz; caminamos hacia una sociedad de “Jungla”, donde se ha involucionado en cultura, en arte, en educación y en realidad se proyecta a la autodestrucción inminente de toda institucionalidad, diálogo inteligente, riqueza que humanice y deje un legado para las próximas generaciones, de paz, armonía y justicia, en todos los ámbitos del ser humano.

La incertidumbre, la escasez de liderazgos, los populismos llamados “revolucionarios”, la falta de un diálogo honesto y solidario, están llevando a nuestros países a optar por la violencia organizada, la inseguridad en las calles y la decepción de emprender para generar riqueza, porque los delincuentes están al asecho para robar y extorsionar al que trabaja para construir un futuro para su familia y su país.

Finalmente me pregunto, ¿estamos educando a las nuevas generaciones para generar un capital humano de alta calidad, capaces de humanizar la sociedad y generar paz, justicia y solidaridad? ¿Las educadoras(es), sabemos lo que queremos sembrar en la niñez y juventud, que hoy están en nuestras manos? Los que dirigen la educación (Ministerio, Direcciones de Educación, autoridades de instituciones educativas: iniciales, básicas, medias y supriores), ¿se están planteando lo que demanda el sistema, la sociedad, la empresa, la familia y sobre todo los sectores menos favorecidos?

Pienso que es hora de realizar una “revolución educativa”, donde se planteen paradigmas centrados en el ser humano, la familia y los valores que elevan el espíritu. Vox Populi, Vox Dei. Dixit. Pensando en voz alta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *