De los psicólogos, la Psicología y otros fenómenos paranormales

Por: Pedro C. Martínez Suárez, PhD
Cuenca (Ecuador)

En nuestro bendito Ecuador se ha suscitado, en los últimos tiempos, una fuerte polémica que, inicialmente, implica a los psicólogos, pero que al final afecta, fundamentalmente, a los usuarios de los servicios de Psicología. No es este un artículo que vaya a detallar de forma minuciosa y cronológicamente los hechos, para eso pueden consultar las intervenciones del psicoterapeuta ecuatoriano Freddy Arteaga en diferentes medios de comunicación. En este artículo se trata de hacer una parada técnica para reflexionar sobre algunos errores conceptuales “de bulto” que manejan instituciones del Estado de cuyo nombre no quiero acordarme.

En primer lugar, efectivamente la primera facultad de Psicología científica fue la de Leipzig en Alemania (en 1879), actualmente Bachelor Psychologie, no Psicología clínica, a pesar de que el considerado, por consenso, más que por historiografía, primer psicólogo, fue Wilhelm Wundt que era, por cierto, fisiólogo. Es decir, que la Psicología está claramente vinculada desde sus inicios con la Medicina, huyendo de la Filosofía y de la Teología. Por ejemplo, en 1878 el naturalista John George Romanes, considerado fundador de la Psicología comparada publicaba, un año antes del laboratorio experimental de Wundt, su obra Candid Examination of Theism, también conocido por su obra de 1881 “Animal Intelligence” y aunque estudió Medicina y Psicología, su obra trasciende el campo meramente biológico, para extenderse al aprendizaje y estudio de los procesos cognitivos animales en comparación con los humanos. Años más tarde, Edward Thorndike, psicólogo, también sin el apellido clínico, tomaría como referente a Romanes para desarrollar sus leyes del aprendizaje. Casi 130 años después siguen siendo estas leyes las que explican, casi parafraseando a Darwin, la mayor parte de la varianza de la conducta humana. Ille est, no son los procesos biológicos los que dan cuenta del comportamiento, sino el aprendizaje, el entorno, las circunstancias vitales y llegado el caso, la experiencia (perspectiva fenomenológica, no desdeñable en la Psicología y la Psicología clínica actual). Siguen siendo, además, las teorías del aprendizaje las que dan vida, resucitan la potencialidad de los tratamientos psicológicos desafortunadamente llamados con evidencia y apoyo empírico.

Por otro lado, el gran debate en Psicología siempre ha cabalgado entre la mente y la conducta, la naturaleza de lo psicológico sigue siendo motivo de controversia y se segrega de los fenómenos puramente biológicos para integrarse en una lógica psicológica (parafraseando a José Muñiz).

En tercer lugar, J.B. Fuentes, el más brillante epistemólogo de la Psicología de todos los tiempos, sitúa el nudo gordiano de la gnoseología psicológica en la imposibilidad de sustracción del sujeto de las operaciones que realiza, refiriéndose al ser humano intentando estudiar con objetividad prusiana la conducta, convirtiendo a la Psicología en una ciencia natural muy humana. Aunque esto nos duela a una minoría, es una realidad constatable en la metodología de las ciencias del comportamiento. Puede ampliar el lector sus conocimientos fenomenológicos consultando a Von Uexkull, Canguilhem, Marino Pérez, Maurice Merleau-Ponty entre otros. La Psicología puede ser objetiva, claro que sí, pero a la vez, como en una trampa de Schrodinger, también es subjetiva, como en la dualidad onda-partícula atribuida a la luz por Luis Víctor De Broglie.

La Psicología clínica suele remontarse a Sigmund Freud, neurólogo, que tuvo el gran mérito de poner el acento en lo psicológico presente en las mal llamadas enfermedades mentales y presentar tratamientos alternativos a los tratamientos médicos tradicionales, se le considera, con su obra de 1895, Ensayos sobre la Histeria, el padre del Psicoanálisis, sin el apellido clínico, simplemente Psicoanálisis. Alejado en sus comienzos de la práctica médica, más apegado a la hipnosis y posteriormente a la asociación libre que, aunque practicadas por médicos fueron tratamientos revolucionarios (cierto que sin evidencia científica) por tratarse de intervenciones netamente psicológicas.

En el panorama terapéutico irrumpe la figura de John Wolpe (1915-1997) quien es uno de los iniciadores de la terapia de conducta, de raíces conductistas y partiendo de la reflexología (sobre todo de Sherrington), por no aburrir a los profanos diremos que son tratamientos claramente socioambientales alejados también del modelo médico, aunque Wolpe era psiquiatra.

En todo lo escrito hasta el momento hemos hablado de Psicología y psicólogos, que no es diferente de Psicología clínica, puesto que ésta no deja de ser una rama de aquella, si quieren una especialidad pero en cualquier caso, es una metonimia de pars pro toto pretender reducir la Psicología a la Psicología clínica y reducir la explicación del comportamiento a explicaciones biológicas o factores de salud exclusivamente. La formación básica y fundamental del psicólogo debe ser necesariamente general. De lo contrario estaríamos renunciando a entender las leyes que subyacen al comportamiento mismo, lo explican, lo predicen y lo controlan, que no son otras que las leyes del “aprendizaje”. Querer mutilar nuestra historia es querer llevar a la extinción la Psicología, un Ingeniero ambiental no es lo mismo que un Ingeniero comercial, son radicalmente diferentes, incluso las matemáticas que estudian. En Psicología, un psicólogo clínico es un psicólogo especializado, que en primera instancia, estudió Psicología, otra cosa diferente es anti natura, empezar la casa por el tejado, o en todo caso, son experimentos paranormales o quién sabe si tretas específicamente comerciales.

En síntesis, la Psicología nace siendo Psicología, sin apellidos, en cualquier caso, puede denominarse, como diría Boring, Psicología experimental o científica. El estudio de la mente y la conducta y sus interacciones trasciende lo clínico. El psicólogo debe formarse en algo más que en guías de tratamiento y protocolos, siendo éstos una cuestión fundamental en la formación del clínico, que también debe conocer procesos, experiencias de aprendizaje, historias de vida y funcionalidad de la conducta. La Psicología clínica, incluso la freudiana, es más Psicología que clínica. Los tratamientos psicológicos son en realidad estrategias socioambientales que cambian el comportamiento cambiando el entorno, no la mente, ni los procesos fisicoquímicos cerebrales. Reducir la Psicología a la clínica es como cortarse una pierna para pasar por una puerta. Confundir la Psicología con la Psicología clínica es como confundir el tornillo con la tuerca. Forman parte de un conjunto, la base es el tornillo y la tuerca hace que el tornillo se ajuste a una superficie concreta. Una metáfora no es una píldora, una estrategia no es una prescripción facultativa y un programa de reforzamiento no es una pauta medicamentosa.

No nos podemos casar con instituciones que no comprenden la disciplina y supeditan la aplicación a simple burocracia. Como diría Ausubel, debemos ir más allá de la información dada.

Un comentario en «De los psicólogos, la Psicología y otros fenómenos paranormales»

  1. Es muy interesante el recorrido histórico que propones, con lo que se deja en claro que primero se es psicólogo y luego psicólogo clínico. Comparto este criterio.

    Por otra parte, sería muy interesante analizar que le conviene más al área de la salud un psicólogo general, un psicólogo clínico o un psicólogo general con maestría en clínica, dado que la formación en grado desde la orientación clínica, les facilitaría una atención plena a los usuarios (si quieres, pacientes) con cuadros sindrómicos que generan malestar clínico y disfuncionalidad y no solo trabajar con alteraciones “leves” de salud mental (muchas de ellas comunes en la población). Esto nos podría demostrar exámenes como el PIR o el examen de Habilitación para el Ejercicio Profesional en el caso de Ecuador. Tras ello se pudiese analizar las diferencias entre los puntajes.

    Excelente reseña mi estimado maestro, como siempre sigo aprendiendo mucho de tí.

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