Cantos sin rumbo (IV)

Por: Aurelio Maldonado Aguilar
Dr. en Medicina y Cirugía, Cuenca (Ecuador)

*

LAS PENAS

Para mi Prima Mila ,con cariño.

Las penas se nos quedan en el alma,

tan sólidas y fuertes como arañas.

Se esconden, se ocultan y adormecen,

en todas las esquinas de la vida,

y esperan, se calman y vigilan,

sacándonos lágrimas profundas,

apenas  los ojos se descuidan,

y drenan con dolor de ácido y  muerte.

*

Las penas se enredan en la mente,

como pelos batidos en el viento.

Se abrazan, se quejan y contemplan,

cubiertas de hiedra encanecida,

en el momento de calma y de recuerdo,

marchitan con plagas y con hielo,

al hombre que llora y se desangra,

parado y sin valor, frente al destino.

*

YO TENGO UN VERSO

Yo tengo un verso inmóvil en el alma,

se queja y desvaría con el tiempo,

se llena de gritos silenciosos,

y siento que no miente ni se extraña.

*

Le siento a ese verso, cada mañana,

y le pido que se mueva y que camine,

que venga a tomar el sol en la muralla,

sin sentir ningún pudor, de su figura.

*

Verso paralítico y extraño,

por más que alumbro su sendero,

se queja y se escara en la poltrona,

y no gime, ni habla su mirada.

*

Cuando salga -si algún día sale-,

lo extrañaré como laguna al agua,

y llorando yo diré, que siempre era,

mi único y profundo compañero.

*

CUENTAME DEL MAR, MARINERO

Cuéntame del mar, marinero,

dime de todos sus misterios,

desde los simples amaneceres claros,

hasta los rencores, negros y profundos.

*

Dicen que en él, el sol se pierde,

bañando enamorado, sus  melenas,

y con un rojo de rubor, se muere,

en una imponente paz, junto a la tarde.

*

Cuéntame con todos los detalles,

del idilio que mantiene con la luna,

dicen que se unirán en plenilunio,

y tendrán por hijos, mil estrellas.

*

Un chisme que llegó a mis oídos,

me dijo que el mar siempre le besa,

a la playa que se tiende sin vergüenza,

mojando la arena, con su lengua.

*

Que tiene amoríos con el viento,

y que a veces se encrespa con su aliento,

escupiendo  gotas de sal y de angustias,

cuando las ráfagas erizan su cabello.

*

Que es manso como un lago entre montañas,

y  otras veces  frenético y violento,

y levanta olas que en enormes bofetadas,

lastiman las palmeras y las quillas.

*

Cuéntame marinero, siéntate conmigo,

que jamás estuve cerca de este amigo,

y yo dejo mi ventana siempre abierta,

esperando una gaviota que perdida,

llegue a mí, mostrándome el camino,

o que me cuente de proezas y delirios,

cubiertas de olas, de sal y de mareas,

que son tan tristes como los pescadores,

que tiran las redes, de hilos de la vida,

y pescan espumas entre ondinas bellas.

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