Los nuevos tiranos
Por: Jacqueline Murillo Garnica, PhD
Bogotá (Colombia)
“Los cantos de la victoria
no deben olvidar lo evidente:
la esperanza debe merecerse”.

Se autoerigen victoriosos mostrando los trofeos, como las cuadrillas de rancheadores que buscaban a cualquier precio, a los cimarrones y huidos que se escondían en las cimas de las montañas. Los buscadores de esclavos llegaban con las orejas de las presas y las mostraban como evidencia, y recibían a cambio, monedas de oro. Todo un negocio lucrativo. Algunas veces, para mostrar resultados, mataban a cualquier esclavo, y en compensación, otra moneda. Era, como también se acostumbra ahora, cuestión de cifras, resultados, números.
La gesta que ha emprendido Bukele, presidente de El Salvador, y que ha llamado “guerra contra las maras”, deja un sin sabor que prende las alarmas por las detenciones arbitrarias, abusos policiales y violaciones de derechos humanos, de acuerdo con las denuncias que ha hecho el Comité contra la Tortura de Naciones Unidas, como también otros organismos internacionales. El hombre fuerte de El Salvador no admite criticas ni debates. Su política funge como un mecanismo para la campaña electoral. Su popularidad se enarbola con toda la aprobación que resulta de las encuestas.
Las fotografías que desfiguran los límites más elementales de la dignidad humana se exhiben como trofeos. Más de dos mil cuerpos con sus caras inclinadas, esposados y con cadenas parecen actores neorrealistas para las escenas de la película sobre el cuento de Echeverría, “El Matadero”. Todos estos hombres esposados sin rostro no son más que unidades, cifras, cuentas que se trasladaron como racimos humanos a “la cárcel más grande de toda América”. Una vez más el populismo se entroniza en este país de Centro América.
El diario independiente salvadoreño, “El Faro” ha publicado en internet que el norte del proceso de Nayib Bukele, ha concentrado para sí todo el poder del Estado. Para ello ha desmontado las piezas esenciales de control institucional destituyendo a los integrantes de la Sala Constitucional de la Corte Suprema y expulsando al Fiscal General. Para sustituirlos por otros a su gusto y sin seguir las más elementales reglas de transparencia para su selección y designación. En el proceso en marcha para reelegirse como presidente en violación de la norma constitucional que proscribe la reelección inmediata, la nueva Sala Constitucional ya “interpretó” que el actual presidente de los salvadoreños, sí se puede reelegir.
Así las cosas, y sin ser una aguafiestas, estas “victorias” pueden ser flor de un día. De efectos inmediatos, como estamos viendo. No hay que olvidar que estas pandillas surgieron en los Estados Unidos, que, según las cuentas, existen todavía más de diez mil pandilleros. Las políticas de los mandatarios norteamericanos han estado exportando pandilleros en los últimos veinte años al país centroamericano. Por tanto, las medidas autoritarias de Bukele en El Salvador, no resistirán el largo plazo.
Así como en la época de los rancheadores, que también eran esclavos en la Cuba decimonónica, con algún grado de confianza y tiranía con los propios coterráneos; se sabe que Bukele negoció con los jefes de las pandillas y estos pandilleros fueron entregados por sus cabecillas. El fenómeno no tendrá fin, y un buen tirano lanza sus cartas a favor.