Cantos sin rumbo (IV)

Por: Aurelio Maldonado Aguilar
Dr. en Medicina y Cirugía, Cuenca (Ecuador)

*

LUNAS Y LUNAS

Hay lunas y lunas diferentes,

que iluminan los crepúsculos y cielos,

tan extrañas y tan indolentes,

convirtiéndose en momentos, deleitosas,

como orgasmo tierno en la penumbra,

y en otros, enhebrando los terrores,

propios de brujas pálidas y cuervos.

*

Lunas de novios, dulces versos,

que con plateados rayos acarician,

los besos, las mieles y los senos,

y las sábanas tibias que cobijan,

cubriendo de pálidos reflejos los dos cuerpos,

que duermen con todos sus rumores,

en plácida quietud, plateada y sana.

*

Lunas carcomidas y silentes,

que enfurecen con su brillo las mareas,

y las lenguas de las olas que se empinan,

en busca de las rocas milenarias,

que rechazan la humedad, desesperadas,

igual que los cangrejos, sujetadas,

a la tierra, a la playa y a la vida.

*

Lunas tiernas, lunas prohibidas,

que el labriego atisba en su porfía,

cosecha de rayos que se anidan,

entre hojas, flor y plaga negra;

veladas angustias de la tierra,

al sentirse por tu pelo enamorada

angustias tristes de amor, por tu perfidia.

*

Lunas, lunas diferentes y supremas,

llenas de arrebatos y de sueños,

dulces como el pan en la miseria,

tiernas como un niño entre frazadas,

que llora en busca de pezones,

lunas románticas y otras tan tristes,

que escarmenan con llanto las penumbras.

*

LA LANZA DE CRISTO

Cuando Cristo agonizaba,

escarnecido y solo,

cubierto de espinas y saliva,

con la cruz cargada en sus espaldas,

y sus pies y manos traspasados,

por sórdidos clavos, vengativos,

y en su camino al Gólgota supremo,

apareció un romano, medio ebrio,

que su lanza blandía como viento,

en pos de muerte, vino y sangre.

Acercándose al cuerpo moribundo,

con fuerza infinita de holocausto,

hundió en el costado del Cordero,

el filo de su lanza, maldita y pendenciera,

en busca de sangre que brotara,

como vertiente roja en un desierto.

Más, de la jaula hermosa del agónico,

la lanza únicamente abrió una puerta,

y del tórax traspasado y sin aliento,

salió volando, libre, una paloma.

*

EFÍMERA

Que efímera es la vida, que remedio,

si es solamente un guiño veloz del tiempo,

tan rápida se mueve, como el día,

después que el alma se ha dormido.

*

La vida nos parece eterna, en sufrimiento,

Larga, como larga es la estela de una lágrima,

que rueda desde el párpado hasta el suelo,

terminando al fin, en cruel y seca polvareda.

*

Largo es el bregar contra el hambre,

interminable el día en los desiertos,

inmensamente triste en noche insomne,

pero siempre es fugaz, cruel parpadeo.

*

Somos tan pequeños, pocas las células,

que vibran un instante de universo,

pequeño, nuestro ser, pero tan pequeño,

que en un puñado de tierra, si cabemos.

Nuestra vida es tan fugaz, tan chiquitita,

que el mundo ni se entera que existimos,

nos alumbra, nos moja, nos calcina,

y nuestros gritos son mudos, frente al frío.

*

Vida fugaz, vida de un diantre,

¿por qué nos haces sufrir todos los días,

será tal vez, para que parezca la existencia,

un poco más larga, mientras dure?

4 comentarios en «Cantos sin rumbo (IV)»

  1. Que es la vida , un soplo de aliento, que es el tiempo, un momento de suspendo, que llenamos cuando disfrutamos de un buen verso

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *