Similitudes y paradojas

Por: Juan Almagro Lominchar, PhD
Universidad de Almería (España)

Quienes vivimos en zonas urbanas solemos idealizar los espacios rurales. Supongo que no es muy difícil alcanzar ese estado de enaltecimiento, dadas las circunstancias que envuelven la vida en una ciudad: tráfico, ruido ensordecedor, contaminación por doquier, cantidad de estímulos que incitan al consumo… Además, solemos asociar la vida en la ciudad a lo laboral; es decir, nuestra mayor parte del espacio vivido nos sitúa en el lugar desde el que producimos y consumimos –esto último, si tenemos en cuenta el inevitable vínculo entre sendos conceptos y/o acciones: producir-consumir-, por lo que, para muchas personas, la ciudad queda reducida a un entorno hostil, de supervivencia. Como apostillaba Bauman en sus reflexiones sobre lo líquido: “La ciudad es una selva en la que todos sospechan de todos”.

Ante este desesperanzador panorama, es humanamente comprensible glorificar otros espacios, alejados de la barbarie capitalista y del neoliberalismo depredador. Así, cuando un urbanita llega al campo, se convierte en una figura que levita en un universo paralelo a su realidad diaria: puede pasear sin que los coches le atosiguen; sin tener que sortear a otras/os transeúntes; o sin tener que subir el volumen de los auriculares al máximo, para evitar que se cuele el sonido de las sirenas entre su lista de reproducción favorita.

Pero no es oro todo lo que reluce; o, nunca mejor dicho, no todo el monte es orégano. Las zonas rurales esconden y -afortunadamente, cada vez más- muestran la vulnerabilidad de quienes habitan en ellas. Como si de un virus se tratase, las y los habitantes de estos espacios también se sitúan en los entresijos de un sistema que lo devora todo a su paso: hombres y mujeres que históricamente han apostado sus vidas en una ruleta sin más alternativas que la dedicación al trabajo más inhóspito, y que, en muchos casos, acabaron perdiendo, porque la vida en el campo puede llegar a ser tan dura y compleja como la de la ciudad, e incluso más. Eso sí, con un matiz necesariamente reseñable: lo que sucede en los espacios rurales no tiene la trascendencia que sí alcanzan otras historias más próximas –geográfica, histórica, cultural y socialmente- a las grandes urbes.

En estos últimos días del mes de febrero, he podido disfrutar de esos paseos que tanto me emocionan por un entorno único, que me ha adoptado desde el primer momento como si fuese uno más del lugar. Cuando camino rodeado de esos olivos, algunos centenarios, no dejo de mirar cada hito que la sierra me ofrece, observada desde un poco más abajo: la forma de aquella piedra; las nubes descansando sobre la cima de esa montaña; el ocaso que perfila la silueta de los álamos, desnudos en invierno y sonoros en verano; el color de los almendros a contraluz…  Ese paisaje que la sierra me brinda en función de mi ubicación geográfica exacta, también forma parte de mi espacio vivido, aunque sea de una manera tan temporal y reciente que todavía no esté lo suficientemente afianzado en mi mapa mental.

Paralelamente a esta bucólica sensación, durante estos días he conocido la historia de dos personas que –en palabras de mi interlocutor- perecieron, allá por el siglo XIX, en otra parte de la misma sierra que ahora tránsito, mientras realizaban su trabajo diario: recoger leña de pino laricio (también llamado Pinus nigra) para poder comercializar con ella y así poder vivir. Casi como si de una leyenda se tratase, la historia de estos tres hermanos –uno de ellos, consiguió salvar la vida- en lo que fue su lucha contra las inclemencias de la naturaleza aquel nefasto día, me ha helado la sangre. Las durísimas condiciones que su forma de ganarse la vida exigía acabaron por arrebatársela a dos de ellos. El tiempo acabará diluyendo y silenciando este relato, como tantos otros que han dejado constancia de la complejidad que, históricamente, ha acuciado la vida de las y los habitantes de las zonas rurales. Curiosamente, el único superviviente de lo sucedido en aquel barranco era mudo. Qué paradoja.

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