Epístola a Flavio (I). Tomado de Juan Montalvo, una Pasión
Por: Ruth Cobo Caicedo
Dra. en Psicología Clínica, Ambato (Ecuador)

*
… En los mismos días el despotismo de Urbina y sus tauras contra el pueblo es ya inaudito,
por lo que García Moreno inicia su defensa al pueblo y su vocación política se hace presente, en la Epístola a Flavio increpa duramente al presidente Urbina:
“…Y éste de corrupción conjunto horrible
monstruo que hasta el patíbulo inflamara
éste triunfa, domina, tiraniza
con fementido labio artero invoca
y le ultraja feroz ¡y el pueblo sufre!
¡Oh vergüenza, oh Baldón! proscrita en tanto
la probidad se oculta perseguida
sin cesar acosada expuesta siempre
en inseguro asilo a la perfidia
del delator vendido que la acecha…
Te engañas infeliz. A la fortuna
la áspera senda del honor no guía.
Quien a las altas cumbres la audaz planta
mueve y subir procura, no consigue sino elevarse
a la región del rayo;
más si a los Andes deja prefiriendo
valles ardientes de fecundo suelo
se ofrecen luego a su encantada vista
flores, frutos en frondosas selvas:
así el hombre que intrépido se avanza
de la virtud a la fragosa altura,
camina a la desgracia, mientras goza
en el campo feroz de la ignominia
de iniquidad el premio, el delincuente.
Mira en torno de ti y aprende cauto,
si la opulencia aspiras el secreto
que conduce al poder. Miente, calumnia
oprime, roba, profanando siempre
de patria y libertad el nombre vano:
bajeza indigna, adulación traidora
previsor disimulo, alevosía
y sórdido interés por ley suprema
presto te elevarán y tu infortunio
sombra será como el terror de un sueño…”
Quito, febrero de 1853.
En la Epístola a Flavio, García Moreno deja conocer sus grandes dotes literarios, la sátira desnuda, inteligente. Por ésta entra García Moreno a la Antología de poetas Hispanoamericanos de Don Marcelino Menéndez y Pelayo, el más grande de los críticos españoles le considera a este joven ecuatoriano “con una vocación predilecta”, “mostró en la Epístola a Flavio grandes dotes para la alta poesía satírica”. En los versos de García Moreno, prosigue Menéndez y Pelayo “quedó un reflejo de la grande obra de su autor que hubiera podido ser eminente en el arte de la palabra sino hubiese preferido el arte de la vida en la acción en la política.
García Moreno es uno de los más nobles tipos de dignidad humana que en el presente siglo pueden glorificar nuestra raza”, concluye Menéndez y Pelayo.
En la Epístola a Flavio, García Moreno no solo habla de la corrupción de Urbina, habla de la corrupción política de la patria: tierra en la que nada valen la lealtad, la valentía de los más nobles hechos humanos.
En los periódicos políticos expresa lo que serán luego célebres ideas, claros enunciados, sentencia literaria que la hubieren envidiado Luis Veuillot o León Bloy, como por ejemplo ésta:
“Me he acostumbrado como Boileau a llamar gato al gato y Urbina a un traidor”, o en ésta, en que contesta al reproche de haber acusado de “prostituida” a la asamblea que expulso a los Jesuitas: “tiene mucha razón el señor ministro; pues quien no se convencerá de que soy conspirador por haber llamado “incapaces” a unos cuantos estólidos entre quienes la burra de Balaán habría ocupado un lugar prominente”.
En “La Nación”, semanario que funda García Moreno para que a través de sus páginas se fustigue a los traidores de la Patria, escribe su anhelo de que
“la Republica sea una realidad y no la prepotencia de la lanza, el derecho de la opresión, el privilegio vergonzoso del peculado y el robo, desea que la igualdad sea la supresión de la injusticia en el orden social y no la supremacía del fango y el poderío del crimen sobre las clases honradas y laboriosas, quiere que la democracia sea para la nación lo que es la providencia para el mundo” (Gabriel García Moreno, primer número de “La Nación”.