Elogio a la facilidad

Por: Jacqueline Murillo Garnica, PhD
Bogotá (Colombia)

Foto: Getty Images/iStockphoto – Naratip Chandapaeng.

La evocación seguirá siendo ese ejercicio práctico de la memoria que refresca las dinámicas en las que nos hemos movido a través del tiempo. En este sentido quiero referirme a la educación (involución o evolución). A esos tiempos en que se indagaba y se armaban textos a puño y letra. La consecución de información, la depuración de lo consultado, el análisis de lo leído, la escritura puesta en marcha para lograr un nuevo texto, y por último, el crédito a las fuentes.

Ahora, el tributo a la facilidad viene con otras connotaciones y los peligros asechan al mundillo de la “educación”. Contrasta esta nueva epifanía de la inteligencia artificial, con el ensayo del filósofo y educador colombiano, Estanislao Zuleta, “Elogio a la dificultad”, escrito en 1980. Los caminos de las dificultades son los que van forjando la vida de las personas y la valía que hay en ellas.

Veamos la moneda por las dos caras: el plagio, los textos escritos por una máquina, inclusive los artículos científicos redactados con la ayuda de un programa. La vertiginosa revolución del Chat GPT es capaz de resolver tareas en cuestión de segundos, ya alcanzó el millón de usuarios en cinco días. Cómo les aliviará la vida a los estudiantes que están ocupados en otros menesteres, diferentes de romperse los sesos recabando información y seleccionándola. Eso ya será un recuerdo, una cuestión del pasado.

La otra cara: será la gran oportunidad de pedagogía. Es posible que los estudiantes la tengan clara, pero ¿los profesores? Aturdidos porque no saben cómo manejar la herramienta que libera a los estudiantes de las cadenas del sometimiento, de la esclavitud de “comer libro”. No obstante, al preguntarle a la máquina sobre las limitaciones en el contexto educativo, responde velozmente, que no es otra que la ausencia de comprensión emocional, de las experiencias personales y de conocimiento específico en ciertas áreas. En sumatoria, son factores que sólo pueden suplir la interacción entre profesores y estudiantes. Además, agrega que la máquina depende de los datos suministrados por los humanos. En resumidas cuentas, puede tener información sesgada e incompleta.

En medio del revuelo que ha causado esta tecnología, ya hay dilemas que se están abordando en el aula de clases. El New York Times publicó un artículo del profesor de filosofía de la Universidad del Norte de Michigan, Antony Aumann, quien relató con sorpresa al ver que el mejor ensayo de su clase sobre moralidad de la burka era de un estudiante que utilizó ChatGPT. Pese a la decisión del profesor Aumann de prohibir el uso del programa en el salón de clases, otros docentes han optado por poner a sus estudiantes a corregir los textos generados por las máquinas. Dos miradas distintas y una discusión abierta.

En reciente entrevista, el lingüista e intelectual, Noam Shomsky ha cuestionado el ChatGPT, al afirmar que es una forma de “plagio de alta tecnología”, advirtió que podría ser una manera de evitar el aprendizaje. LA IA está de moda, aquí es donde se genera el peligro. Porque el hecho de que los estudiantes utilicen esta tecnología para evitar aprender “es una señal de que el sistema educativo está fallando”. Añadió también que “Durante años ha habido programas que han ayudado a los maestros a detectar ensayos plagiados. Ahora va a ser más difícil, porque es más fácil plagiar. Pero esa es la única contribución a la educación en la que puedo pensar”.

Cierro con esta premisa de Dostoievski, que refiere Zuleta en su ensayo: “la dificultad de nuestra liberación procede de nuestro amor a las cadenas. Amamos las cadenas. Amamos las cadenas […] porque nos evitan la angustia de la razón”.

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