Cantos sin rumbo (III)
Por: Aurelio Maldonado Aguilar
Dr. en Medicina y Cirugía, Cuenca (Ecuador)
QUIRÓFANO
Santuario silente,
de heladas paredes,
que saben de penas,
de llantos y angustia,
con una ara de acero,
que calcina la espalda,
chorreada de sangre,
cubierta de llama.
Mustias paredes,
que gritan milagros,
entre sábanas verdes,
que tapan los cuerpos,
como radiantes casullas,
en singular misa,
en pos de la vida,
y cuidado del alma.
Tu aire y tu techo,
saben de lamentos,
angustias que vuelan,
colibríes sutiles,
en forma de ampollas,
que atraviesan las venas,
en busca de aliento,
cual vital letanía,
que soporta el pecho.
Cubículo insomne,
nunca duermes tus ansias,
y tan solo esperanzas,
del aire y del viento,
florecen de pronto,
cuando mano bendita,
cortando las carnes,
y sanando las mieces,
termina triunfando,
sobre jadeante marea,
del morbo y de muerte.
DIAS DIFERENTES
Existen días diferentes:
unos radiantes, el sol nos grita,
el horizonte recostado y complacido,
nos permite posar los ojos en su vientre,
como bella mujer, dispuesta y solitaria,
y un viento tibio que nos canta,
una vieja canción de cuna y letanía.
Existen días tan diferentes:
otros que flagelan con su frío,
como látigo chasqueante que en el viento,
que forma mil torbellinos de neblina,
y solo se escucha, tristemente,
el silente retumbar, dentro del pecho,
del corazón preso, inquieto y moribundo,
que muestra su calor, como una lumbre,
a pesar de estar juntándose con nieve.
Días diferentes y un solo cuerpo:
furias y amores, en un solo día,
espíritu del hombre tan diferente,
una vez con fuego y otra con neblina.
SOLO POLVO Y OLVIDO
Vuelan las abejas,
-dejé de ser niño-
la siesta sin tiempo,
la comida segura,
la risa y el cuento,
la bola y el trompo,
solo me dejaron,
ahora de viejo.
Me quedan recuerdos,
lloran los caminos,
llego de mi tránsito,
sin dejar mis delirios,
solo me han quedado,
el polvo y olvido,
y muchas pisadas.