Breve análisis sobre la Primavera Árabe desde una perspectiva Latinoamericana (II)

Por: América Belén Viejó
Lcda. en Educación, Cuenca (Ecuador)

La inmensa riqueza petrolera que en su momento lo convirtió en el país más desarrollado de toda África hoy es prácticamente inaccesible para todos los libios. Por su parte, el gobierno de Siria, tuvo que enfrentarse por un lado a los que atentaban contra el estado islámico y por otro a movimientos armados que se beneficiaron del apoyo de armas y recursos que les proporcionaron la OTAN y sus aliados. En muchos momentos del conflicto, ambas facciones unieron sus causas frente a Assad, quién a pesar de todo resistió la presidencia. Lógicamente, este conflicto segó numerosas vías y afectó a oriente medio y Europa, con el desplazamiento de más de 5 millones de sirios y el hundimiento económico de Irak, Jordania y Líbano.

Hoy gran parte de Siria está destruida y su integridad territorial aún corre riesgo, dado que algunas regiones se encuentran bajo el control de tropas turcas o estadounidenses. Por tal motivo, a la Primavera Árabe se le atribuye de manera mayoritaria como un movimiento legítimo de protestas ciudadanas, sin embargo, en unos casos, no se logró garantizar la sostenibilidad de los cambios reclamados, y en otros los levantamientos fueron utilizados para intereses distintos a los iniciales, lo que dejó muchos de sus protagonistas en un nefasto sentir.

Conjuntamente en América Latina y el Mundo Árabe se ha implementado paulatinamente lo que al día de hoy se conoce como el sistema capitalista. La exportación de materias primas a gran escala hacia las potencias europeas tuvo como repercusiones problemas económicos y sociales. En el caso del Mundo Árabe, previo a la gesta de las rebeliones con la crisis “de las tres efes” en donde las economías se vieron gravemente afectadas e incidió en el sentir de los colectivos.

En el caso de Latinoamérica, la Revolución Mexicana y la Revolución Cubana, y con una dimensión internacional de sus acontecimientos, la anterior situación se replanteó, ya que, a partir de esos momentos históricos, se vivieron las reivindicaciones de las raíces indígenas y latinoamericanas como identidad cultural. Particularmente en la Revolución Cubana, se llevó a cabo uno de los aspectos más relevantes donde se visibilizó el bloqueo comercial y otros acontecimientos que dieron paso a una nueva corriente literaria, y fue allí donde surgió y se consolidó el llamado Boom latinoamericano (Carosio, 2014).

En cuanto al Mundo Árabe, el pueblo Iraní es tal vez uno de los que más ha sufrido el proyecto imperialista de los Estados Unidos, al igual que en la región sur el caso de Chile y Colombia. En cualquier caso, la lucha de resistencia siempre ha sido legítima en cada parte del mundo, con esto no hago referencia a un universalismo en todos los aspectos, y cabe remarcar que es a lo que la humanidad (especialmente la de occidente) considera como verdad. Para ello, hay que dimensionar que nosotros en occidente “tuvimos un nosotros” (concepto neoliberal) Siempre se han percibido los eventos acontecidos en el Mundo Árabe a través de cierta perspectiva liberal acompañada de un porcentaje de racismo. A modo de

ejemplo, tanto en oriente como occidente, especial los denominados “sur” han estado expuestos ante los “discursos de libertad”.

Existe una universalidad de luchas, cuando la gente que se rebela no necesita de interpretadores, pues la lucha por lo universal es completamente legítima en cualquier rincón de este mundo. Las revoluciones son algo extrañas, en un sólo sentido. La frase

¡Queremos democracia! Esta frase es la que justamente ha desestructurado y ha manipulado la libertad y no me refiero al término epistemológico de tal término, sino al engaño que gira en torno a estos preceptos que la única intención que poseen es movilizar a las multitudes hacia su territorio a través de algún fanatismo y el nacionalismo, a su vez mezclado con antisemitismo.

En ese sentido, lo que se pensaba es que sería una revuelta democrática secular sin antisemitismo, lo que se tiene ahora es lo que se pretendía, inclusive para provocar a la gente se incentivaba a la misma gente con cuestionamientos absurdos tales como: ¿Qué hay con los judíos? ¿Crees que los sionistas estaban detrás de todo? Lo asombroso es que nadie cayó en esta trampa y no señalaron a Israel como un enemigo; sin embargo, un verdadero levantamiento universalista, es aquel que representa los verdaderos valores universales, los cuales fueron más allá de las demandas liberales; la idea del deseo universal democrático intenta implantar la idea de “convirtámonos en neoliberales” replicamos acciones que “favorecerá el bienestar social”.

Sobre lo anterior, es evidente la manipulación de palabras, inclusive abordando sobre esta idea, el mismo concepto de desarrollo ha sido desprestigiado y se ha convertido en un sinónimo de cualquier aspiración (mayoritariamente desde lo político). Esto genera una problemática en sí, pues prejuzga el accionar del desarrollo. Se lo estructura de tal manera que la mayor parte de la sociedad lo recepta como un salto de lo que existe hacia lo que deseamos, es precisamente en ese deseo donde se debe elegir entre lo prioritario, y para llegar a este se lo elegirá a través de una carga ideológica (Poquet, s/f).

De forma similar, De Sousa menciona tres orientaciones en que habría de basarse una Epistemología del Sur: “aprender que existe el Sur, aprender a ir al Sur, aprender a partir del Sur y con el Sur”. Asimismo, la iniciativa coincidía con el poemario de Mario Benedetti “El Sur también existe”. Estaba naciendo un nuevo paradigma: la irrupción del global Sur en el campo de los saberes y de las experiencias emancipadoras con identidad propia y empoderamiento. Lógicamente esta carga ideológica se construye a través de la historia y respetando las autonomías de los pueblos del sur (De Sousa, 1995).

Precisamente, el sentido de epistemologías del Sur, es reparar los graves daños causados por construcción ideológica de lo colonial-capitalista, lo que ha generado la homogeneización del mundo con la consiguiente eliminación de las diferencias culturales y el desperdicio de muchas experiencias de carácter emancipatorio. En el caso del Mundo Árabe este planteamiento se puede asemejar al contexto latinoamericano en cuanto a su posición sur, así como la vinculación implantada para responder a intereses del norte. La “Primavera Árabe” ha sido un ejemplo de empoderamiento social y de impulso de nuevas epistemologías para la construcción de una memoria histórica sin opresión, censura ni significación euro centrista. De manera que manifestaciones lingüísticas y otras convenciones culturales con las que la sociedad de oriente Medio ha recuperado su voz

propia, una voz secuestrada y censurada por los regímenes dictatoriales, constituyen una serie de narrativas que se transforman en un elemento de empoderamiento y movilización política para debilitar y en su momento terminar con el régimen de pensamiento poscolonial que ha significado y resignificado el pasado y el presente de estos pueblos con el fin de dominarlos y determinarlos para beneficio propio y de sus patrocinadores políticos en el extranjero (Garduño, 2014).

Continuando con Garduño, menciona que la cultura y sus manifestaciones sean un fin o no como medio de reconocimiento se encuentra dentro de una esfera sociopolítica que lo reclama y determina. Así, en este ensayo se puede repasar las voces de la Primavera Árabe a través de la descripción de sus significaciones y su lenguaje en respuesta al régimen poscolonial, entendido como la fase inaugurada por la caída del sultanato otomano y la intervención de los países colonizadores europeos a lo largo del siglo XX y que generó, en sus vertientes más violentas, una serie de desprecios epistemológicos que obstaculizaron la emancipación de los pueblos durante los últimos 50 años (Garduño, 2014).

Al igual que América Latina, estos eventos, tan como se ha señalado en el presente escrito, el mundo occidental guiado por sus interés geoestratégicos y geopolíticos en la región, debía encontrar una respuesta que se acomodara a sus estándares de “Democracia” “Derechos Humanos” y “Liberalismo”. Y una vez más los poderes hegemónicos alteraron la intención legítima del pueblo de estos levantamientos y decidieron llamar revueltas al cúmulo de sucesos que buscó privilegiar a la globalización e imitar el modelo occidental en el medio oriente. Aun así paradójicamente, esta primavera árabe ha resultado ser un fiasco para sus intereses, puesto que no se ha montado ni en Túnez ni Egipto ni Yemen para seguir los estándares occidentales (Medina, 2012).

Asimismo, en América Latina los cambios han sido paulatinos en situaciones específicas y, aunque los sucesos de la Primavera Árabe y las dictaduras en la Latinoamérica tienen su propia realidad, es evidente la reivindicación de la lucha y la idea de que la verdadera democracia debe darse y nacer desde su propio sentir; y no impuesto por dictámenes que rea doctrinan las ideologías propias. Para este fin la dinámica de discurso ha jugado un rol fundamental. En palabras de Adorno, el lenguaje se tendría que investigar el cambio de la cantidad en la calidad de habladurías, y no de dirigir de un modo autoritario hacia la izquierda y la derecha las ovejas y los cabritos de espíritu lingüístico (Adorno, 1967).

A partir de lo anterior, sin importar el método del discurso que se use, el pueblo siempre tiende a levantarse en contra de estos modelos. Durante la gesta de la Primavera Árabe varias movilizaciones populares impulsadas por una generación nueva de jóvenes idealistas, inspirados por la democracia y unidos por el conectivismo vieron como la oportunidad para un cambio histórico, que consistía en derrocar a la opresión de sus mandantes árabes y conseguir más libertades civiles; que hasta ese momento parecieron ser transformadoras lo que ocasionó que muchas personas se sintieran identificadas con la intención de lucha.

En mi opinión, esta situación incorporó varios colectivos y no es precisamente porque el pueblo sea ajeno a la religión, así como muchos latinoamericanos e incluso algunos estadounidenses. Pero sin duda, el prejuicio lleva a que la idea de la religión sea idea

destructiva, y no solo desde un constructo local o nacional, sino de alcance mundial, tal como ocurrió con el 11S, con la idea de que Mohammed había derribado las torres gemelas y que el medio oriente era una cuna de terroristas, fue el reflejo de una sociedad infestada de ideologías extremas. A partir de lo anterior, se pueden encontrar signos de que el Islam es una fuerza creciente y en las revueltas árabes, no fue la excepción, pues la siembra serias preocupaciones al interior tanto de árabes como de occidentales y de los partidarios del secularismo y de las libertades civiles. Temen que el despertar de los pueblos árabes sea aprovechado por una serie de islamistas que rechazan una versión pluralista de la democracia (Hermosa Andújar, 2013).

Tanto la Primavera Árabe como las revueltas en América Latina han marcado la historia de cada una de las regiones con cada uno de sus eventos, en algunos casos ciertas situaciones de carácter sociopolítico y cultural son aparentemente mucho más visibles que otros. No obstante, se ha podido establecer similitudes de percepción como países no pertenecientes al primer mundo. A través del compendio dictatorial, se torna evidente el mecanismo “de excelencia” que ejercen las naciones de control, mediante el ejercicio gubernamental.

Finalmente, este ensayo ha plasmado la importancia de las luchas populares, y como la pugna de la lucha de poderes de las naciones de occidente ha interferido en los procesos de democratización autónoma, asimismo, el caso de la Primavera Árabe fue un hecho histórico que modificó la visión holística del Mundo Árabe. En esta se visualizaron nuevas formas del accionar humano, pero sobre generó un nuevo enfoque de derechos humanos.

Sin embargo, esta realidad no se vio representada en un espacio de continuidad que al igual que lo ocurrido en “el sur” estos acontecimientos se han convierten en ciclos, en intervalos de lucha, en turnos de protesta en donde prima una necesidad universal, pero para que sea perdurable, es primordial que exista un constructo crítico de las sociedades, desde una mirada micro hasta lograr la unión de los colectivos mediante la emancipación ideológica totalitarista.

Referencias Bibliográficas:

  • Adorno, T. (1964). La ideología como lenguaje. Pérez. (Ed.), (pp.80). Ediciones Taurus.
  • Garduño, M. (2014). La recuperación de la voz propia en las revoluciones árabes: convenciones culturales y epistemológicas para el fin del poscolonialismo. una reflexión histórico política. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Occidente (México, Jalisco.), 1(46), 124-139 Recuperado en: http://www.scielo.org.mx/pdf/desacatos/n46/n46a8.pdf
  • Hermosa Andújar, Antonio (2013). ¿Democracia islámica? De la primavera árabe al invierno musulmán. Universitas-XXI, Revista de Ciencias Sociales y Humanas, (19),17-48. [fecha de Consulta 9 de Enero de 2022]. ISSN: 1390-3837. Recuperado en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=476147387001
  • Poquet, M. (s.f). Concepto de desarrollo. Primeras aproximaciones al concepto de desarrollo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *