Tabaco: Nicotina
Por: Dr. Gabriel Tenorio Salazar, Médico
Cuenca (Ecuador)
El tabaco es una planta originaria de américa, que fue llevada a Europa por los conquistadores españoles y portugueses. La nicotina es el principio activo de la planta del tabaco; se la consume fumándolo, aunque también se usó como rapé o polvo de tabaco para absorberla por la nariz y como sustancia masticable. Actualmente en los tratamientos para abandonar la adicción se usa en forma de goma de mascar y de parches que se aplican sobre el cuerpo. Al fumarlo no solamente se consume esa sustancia sino las que se producen por la combustión: el alquitrán, componente importante del humo del tabaco, responsable de los cánceres que causa el cigarrillo; el ácido cianhídrico o cianuro que se desprende del papel quemado, el monóxido de carbono, tóxico responsable del aumento de glóbulos rojos que sufre el fumador por asfixia crónica a la que está sometido, y se dice más de dos mil sustancias que se inhalan al fumar.
La nicotina rápidamente crea adicción con dependencia psíquica intensa y tolerancia, es decir que para lograr el efecto deseado, el fumador cada vez consume mayor número de cigarrillos.
Todos sabemos que el tabaco es una sustancia tóxica, al igual que sabemos que produce cáncer de pulmón: pero como esta afección no es común, imaginamos que nunca nos sucederá a nosotros pues hemos visto fumar a nuestros padres, amigos, familiares y creemos que ellos no se han enfermado jamás por fumar.
La nicotina está clasificada dentro de los estimulantes del sistema nervioso, pero no solo es eso, es una sustancia que se ajusta a las necesidades anímicas del consumidor. De tal manera que si estamos tristes, el tabaco nos quita la tristeza, si estamos con ira o miedo, el tabaco nos tranquiliza; si estamos con frío, nos da la impresión de que nos calienta; por estos efectos es que se considera al tabaco como gran amigo y la adicción se acentúa en la persona cuando esta tiene algún tipo de problemas psicológicos.
Mientras más temprano se inicia el consumo del tabaco, más probable es que se produzcan lesiones en el cuerpo como consecuencia de las sustancias que la planta y los añadidos industriales proporcionan.
Los más conocidos efectos dañinos del tabaco son los daños bronquiales y pulmonares por la acción irritante del humo, de tal manera que todo fumador es un tosedor crónico y un escupidor de flema verdosa o amarilla por la infección bacteriana. La irritación crónica va causar cambios celulares broncopulmonares que eventualmente terminan en cáncer de pulmón.
El monóxido de carbono y el ácido cianhídrico aumentan de la cantidad de glóbulos rojos o poliglobulia, lo que produce que la sangre pierda su fluidez y se espese, provocando mayor esfuerzo cardiaco que terminará en la afección llamada cor pulmonar crónico que causa insuficiencia cardiaca.
El humo que penetra a la boca del fumador, causa cambio de color en el esmalte dentario, haciendo que se vean los dientes amarillos, favorece la caries dental y provoca mal aliento o halitosis.
La laringe se irrita y provoca engrosamiento de la voz, especialmente en las mujeres, que tendrán con el tiempo voz de varón. Favorece la formación de cáncer de laringe.
Las arterias coronarias que irrigan de sangre al corazón, se contraen y por eso el fumador se cansa fácilmente. Con el tiempo esta contractura crónica de esas arterias se agrava con el depósito y formación de placas obstructivas de ateroma que reducen la luz arterial y se producirá infarto cardiaco. Este efecto es muy peligroso en las personas que practican algún deporte y fuman pues el corazón con el esfuerzo deportivo requiere mayor cantidad de sangre y, si las arterias están obstruidas o contraídas, aparecerá el infarto y la muerte.
La piel de las zonas en contacto con el cigarrillo, tal como sucede en los dedos, se torna amarillenta. El envejecimiento cutáneo se acelera, la irritación de los párpados por el humo provoca conjuntivitis crónica.
Favorece el cáncer de la vejiga porque por la orina se eliminan los metabolitos del tabaco.
Cambia el gusto por los alimentos, de tal manera que el fumador es un consumidor de ají. Es anorexígeno como todo estimulante y cuando se deja de consumir, el sujeto se engorda porque come más y además siente de nuevo el sabor de los alimentos. Favorece la digestión, evitando el estreñimiento.
Con tanto efecto dañino pensemos: ¿vale la pena fumar o seguir haciéndolo?