La interculturalidad como enfoque inclusivo para la gestión patrimonial
Por: Mgs. María Eugenia Torres Sarmiento
Comunicadora Social y Gestora Cultural del Cañar (Ecuador)

Imaginar una transformación social, también es aportar en una reconstrucción de una memoria social, cuyos cimientos se estructuran desde un andamiaje de procesos de comunicación e interacción entre personas y grupos con identidades culturales específicas, donde no se permite que las ideas y acciones de una persona o grupo cultural esté por encima del otro, favoreciendo en todo momento el diálogo, la concertación y, con ello, la integración y convivencia enriquecida entre culturas, a lo que se llamaría “interculturalidad”.
A través de la historia se ha dado lugar a una serie de embates y de procesos históricos-políticos, como ejemplo el hecho de que a Cañar se le conozca como Granero del Austro, Ciudad Eucarística, Capital Arqueológica y Cultural del Ecuador, evidencias de cómo el pueblo del Cañar ha podido superar y por ende surgir. Y es en ese contexto en donde la investigación y la reflexión aprovechan un espacio como de unión y complementariedad entre los mencionados actores, entre las distintas etnias, grupos sociales que conviven en este territorio para entender la realidad y así proyectarse hacia el futuro. Por tanto no se puede pensar en un desarrollo auténtico, sino se logra una comunicación real, sino hay esa complementariedad entre indígenas y mestizos, y necesariamente, sino se entiende que la realidad mayor de su pueblo es su esencia cultural, sus manifestaciones y básicamente es –el hombre y la mujer de este pueblo-quien tiene que desarrollar y plasmar auténticamente propuestas que deriven en el bienestar de todos.
Sin embargo, el sector indígena, aún es marginado en cuanto a temas de atención de servicios. Los gobiernos deben ser consecuentes en cuanto a dar un trato igualitario en cantones y provincias en temas de presupuestos para lograr la igualdad, considerando que el pueblo cañari tiene una construcción histórica que rebasa los 4.000 años, identificado desde sus inicios como Cerro Narrío, el comercio de la concha spondilus y luego como nación cañari. Siendo la única etnia que logró resistencia al proyecto político de los Incas en el Ecuador.
Hatun-Cañar, la capital de la Confederación Cañari, hoy un pueblo reconstruido con el aporte del pueblo mestizo, se ve en la necesidad de propiciar un Centro de investigación de la Cultura Cañari, con el propósito de que ese acervo y memoria histórica tenga una proyección de vida. Las instituciones públicas y privadas deben por tanto trabajar por un -archivo histórico- de Cañar. Pues la grandeza de un pueblo debe ser proyectado en función de su propia identidad y cultura, desde la educación en todos los procesos, respetando la cosmovisión andina hacia el desarrollo. Ya lo había mencionado Bolívar Quezada y Ángel María Iglesias, personajes que han engrandecido el acervo histórico y cultural del cantón Cañar, cuando se proponía un diálogo social, al hablar de que “cuando no hay consenso, no se logrará un desarrollo”.
Este tema de preocupación “La familia cañari”, que debe ser conocida por la familia ecuatoriana, es una erudición que ha trascendido a nivel nacional y mundial con todas las características que la hacen única del resto. En la historia, la palabra cañari, proviene de dos vocablos, Kan que significa culebra y de Ara que significa guacamaya, -que quiere decir-, “descendientes de la culebra y la guacamaya”.
A partir de este concepto, surge entonces aquella interrogante: ¿Cómo se relaciona el concepto de interculturalidad con Patrimonio? Pues el patrimonio, en sí mismo, en cuanto objeto concreto que representa, aporta a la interculturalidad, sirviendo de referente en la relación entre los grupos. En el desarrollo de una sociedad que practique la interculturalidad, ésta se presenta como una necesidad a partir del reconocimiento de una cadena de conceptos necesariamente ligados: Como son capital humano, técnicas de innovación, y reconocimiento de otras culturas y que enseñan a valorar sus propias manifestaciones culturales como las danzas, las artesanías, los rituales con ofrendas, ritos de fertilidad, la gastronomía autóctona de su provincia.
De allí la pertinencia de generar espacios en donde la cultura y las identidades se fortalezcan desde la perspectiva de los distintos actores y se dinamice el pensamiento cultural, el pensamiento de identidad que es la riqueza más grande que tiene la provincia del Cañar. Si a la interculturalidad se la entiende como el diálogo entre culturas, como el intercambio cultural, la sinergia cultural, podría decirse que el tejido social que hoy corresponde a la Real Minas de Hatun Cañar, -vive la interculturalidad-. Y es así que según personajes de la cultura del Cañar, la participación del sector indígena en varios ámbitos ha permitido una buena convivencia.
Sin embargo a pesar de darse todavía espacios de diálogo entre el sector urbano y rural, es admirable que en la sociedad ecuatoriana persiste aún un pensamiento feudal que se tiene que superar, convirtiéndose en una barrera para que se dé una plena interculturalidad. Aquellas diferencias a las que se refería el ideólogo ecuatoriano de origen cañarejo, José Peralta quién en uno de sus discursos que constan en el texto “El pensamiento de José Peralta en la consolidación de la Revolución Liberal en el Ecuador”, decía: “Es tiempo de poner término a la esclavitud de los indios, tiempo es ya de que emancipemos esa noble raza envilecida por la conquista y el coloniaje: tiempo es ya de que elevemos a nuestros esclavos a la categoría de hombres libres, y les hagamos partícipes de todos los bienes de la sociedad, de todos los frutos de la civilización y el progreso”.
En consecuencia, la generación de hoy en día no valora la cultura cañari y sus características mencionadas como antes, pues muy pocos son los casos en los que las familias siguen trabajando y haciendo prácticas ancestrales en la medicina: los remedios caseros (la mágica agua de manzanilla, el agua de violetas), las famosas “limpias”. En sí, la ciencia y la medicina han ido avanzando mucho y estos remedios caseros van quedando de lado. Las fiestas populares, los ritmos y música, es sustituida por la música actual que sin lugar a dudas y con porcentajes altos es el género urbano “reguetón”. Nadie, quiere interpretar las bellas danzas que dejaron huella en la cultura Cañari, porque se ha adoptado modismos o simplemente produce vergüenza el bailar la música que los identifica.
No es menos cierto, que hoy desde la vestimenta en muchos de los llamados “auténticos cañaris”, cuyas raíces deberían mostrar lo que realmente es su cultura, ya es un simple formalismo, una plataforma estética para llegar incluso al poder. La auténtica cultura no puede ser utilizada para representación, debe ser sentida, vivida y defendida.
Por lo que ya no se ve a la población usar, la vestimenta que los caracteriza como cañarenses, aquellas prácticas textiles pasan a ser piezas de museos: el telar de mano y cintura, telar de pie mesa o pedal, poncho “amarrado” de lana de oveja, cushma, rebosos, y muchas otras prendas hermosas que los identifica de sobremanera, y las nuevas tendencias de la moda, crecen aceleradamente con otras costumbres que desplazan a las propias de un territorio cuya riqueza cultural es única, como es el caso de la gastronomía del pueblo cañari, hoy se ve sustituida por alimentos chatarras y de fácil preparación como las hamburguesas.
Parece que se va generalizando el hecho de que desconocen a su propio pueblo, sólo fingen representarlo para conseguir objetivos nada fundamentados en una identidad de por siglos de raíces ricas en manifestaciones culturales con sus propia costumbres, idioma, religión e historia inmemorable.
Entonces, es evidente que el patrimonio, tanto tangible como intangible, es una herramienta que permite ennoblecer a la raza de los bravos Cañaris y es de vital importancia rescatarlo y mantenerlo. De ahí que, el camino a seguir es la investigación y la reflexión en donde pensadores, políticos, estudiantes, ciudadanos comunes a través de la cultura, la expresión democrática, encuentren un espacio para proyectarse a una verdadera identidad y den paso al aprovechamiento de la riqueza cañari.