Breve análisis sobre la Primavera Árabe desde una perspectiva Latinoamericana (I)

Por: América Belén Viejó
Lcda. en Educación, Cuenca (Ecuador)

Realizar un análisis que ponga en manifiesto aspectos trascendentales ocurridos en la Primavera Árabe, requiere una revisión teórica importante. A diferencia de trabajos anteriores desarrollados bajo una perspectiva noroccidental, se ha podido observar que no existe un vasto abordaje desde una perspectiva Latinoamericana, denominados por el propio occidente como países en vías de desarrollo o simplemente “el sur”. La importancia radica en conocer distintos puntos de vista que permitan descubrir nuevos pensamientos desde sus propias diferencias y similitudes. No obstante, es preciso aclarar que incluso este ensayo, no logrará abarcar todas las miradas de análisis frente al amplio contexto del Mundo Árabe, pero sí que permitirá dimensionar realidades desde sus propias diferencias y similitudes.

Partiendo de esta premisa, una gran parte de la investigación en el mundo se ha polarizado en dos campos Oriente y Occidente; la generalización de ideas lleva a muchos lectores a creer que las investigaciones y análisis efectuados entorno a temáticas ya sea de índole económica, social, política, cultural, religiosa, científica, y otros. se enmarcan bajo los preceptos de lo que una parte del mundo considera “políticamente correcto”. Incluso dentro de occidente, la visión que se genera responde a un decreto central y al mismo tiempo influye en varios ámbitos de alcance global. Y claro, entre tantos eventos que se han producido de manera histórica, siendo la Primavera Árabe parte de ellos.

Para contextualizar, el desarrollo de lo que fue denominado «la Primavera Árabe” fue una revuelta que entusiasmó a miles de personas, porque precisamente esta no requería de una interpretación especial de algún experto que deduzca algo evidente ocurría en la región. Cada individuo podía elegir si identificarse o no con lo que se pretendía con estos acontecimientos. Así pues, entre 2010 y 2012 varios países árabes vivieron levantamientos populares en los que los ciudadanos exigían cambios en sus gobiernos, muchos de los cuales tenían décadas en el poder. En unos casos lo lograron, en otros quedaron igual y otros quedaron sumidos en una espiral de violencia que se mantiene viva años después.

El primer levantamiento, y a quienes tomaron como referente para que otros replicarán esta lucha, sucedió en Túnez a finales del 2010, cuando un vendedor ambulante se prendió fuego para lo que consideraba un abuso de autoridad policial, esto generó un efecto dominó de protestas, de esta manera un gobierno que llevaba casi 25 años en el poder, cayó en menos de un mes, poco después el país celebró elecciones para crear una nueva constitución, que entró en vigor en 2014.

A partir de este primer señalamiento, se puede observar que las revoluciones en general son algo particulares, no ocurren cuando su situación se torna evidentemente crítica, es decir, cuando la gente “no resiste” más y estalla, sino que ocurre en el momento inesperado, en este caso la situación venía ya siendo extrema. Ahora bien, para relacionar esta situación y aproximándonos a una realidad Latinoamericana, se podría remontar a hechos

ocurridos desde la época colonial (1492), en donde el sometimiento cultural ha sido siempre un aspecto que ha acompañado a las sociedades a lo largo de la historia.

Al respecto, Dussel menciona que no fue sino hasta el “descubrimiento” del continente americano que Europa fue considerada como el “centro”, y el mando que este ejerció modificaron los acontecimientos humanos. A partir de este proceso, se fue alimentando la idea del “nuevo mundo” siempre al imaginario europeo, que bajo la construcción de su propia ontología, y acompañada de un principio de individualización se incorporaron prácticas que con el tiempo convirtieron al otro en lo mismo. (Dussel,1994)

Por tanto, los levantamientos que se han llevado a cabo en todos estos siglos, han sido producto de una decisión destacada que solo quienes la gestaron y los participantes son la voz de la verdad. Como se había indicado, a pocos días de la gesta tunecina se produjo una movilización sin precedentes en Egipto, un movimiento que empezó en la plaza Tahrir tardó apenas 18 días en derrocar a Hosni Mubarak quién llevaba casi 30 años en el poder. Al año siguiente se celebraron elecciones con múltiples candidatos, algo verdaderamente nuevo en tal nación.

La Primavera Árabe se manifestó también en Yemen y terminó con el régimen de Ali Abuhall Saleh, que llevaba más de 20 años en el poder para dar paso a Abd al Hadi, como sucesor, fue la única de las monarquías del golfo que vivió con cierta intensidad fue Bareín, además el único caso en el no se produjeron muchos cambios, la población reclamaba derechos a la población Chiita, elecciones al parlamento y una nueva constitución; pero sus vecinos del área enviaron tropas para ayudar a la familia real Bareiní y sofocaron la revuelta.

Ampliando esta idea, se parte de un referente “general” pues si consideramos los derechos humanos como algo esencial, podemos encontrar una visión oriente-occidente que al igual que en América Latina en esta primer fase y durante la décadas de 1960 y 1970 del siglo XX, se experimentó de una manera sistemática y estratégica, un proceso de militarización, el cual utilizó como acto político de expresión, como puesta en escena, la forma del golpe de Estado. Si bien el discurso político hizo uso de este término para describir la irrupción de gobiernos de facto asociados a un tipo de control, el alcance que se produjo fue un efecto rebote en otras naciones, en el caso de la primavera árabe, la jerarquización del poder empleado por las monarquías fue el estallido que provocó a los pueblos a reivindicar sus derechos.

De hecho, en 1985 muchos años atrás del levantamiento de Túnez en la Primavera Árabe, se firmó la carta de la liga Tunecina de Derechos Humanos (LTDH), la cual se fundamentó en 3 aspecto principales:

  • Una base histórica constituida por los principios de la liberación presente en los valores de nuestra civilización árabe e islámica.
  • Las libertades proclamadas por la constitución Tunecina.
  • La aspiración universal de proteger los derechos humanos tal como han sido anunciados en las declaraciones y convenciones internacionales, tanto en el plano político como en el económico, social y cultural. (Muñoz, 1993, pp 345-349)

A modo de ejemplo, este es un fenómeno de coincidencias geográficas del “sur” que a pesar que existen acuerdos de paz y otras formas de exponer el goce y protección de derechos no son efectivos en muchos de los caso, pero además, a la par en esta época se gesta un control del estado (no soberano )que encontró su originalidad en los golpes «cívico militares» que irrumpieron cronológica y sintomáticamente en la primera mitad de la década de 1970, en Bolivia, en 1971; Chile y Uruguay, en 1973; Argentina, en 1976. También habría que tomar en consideración el hecho de que las dictaduras de Paraguay (desde 1954) y Brasil (1964), conducen, en los comienzos de la década de 1970, un cambio doctrinal del perfil represivo que hasta entonces habían exhibido. El «golpe dentro del golpe», en Brasil. No obstante, si bien estos acontecimientos fue un detonante común, no se puede analizar a profundidad sin determinar las realidades de cada una de las regiones. (Victoriano, 2010)

De igual manera, todos los países árabes vivieron algún tipo de protesta, a consecuencia de esta ola represiva, y en la mayoría de estos casos, los manifestantes no lograron cambios significativos, excepto en el nombramiento de algunos funcionarios o en las modificaciones puntales de leyes, incluso donde sí se produjeron grandes cambios, no todo terminó como esperaban los manifestantes, y aunque muchos egipcios recuerdan esos días de 2011 como un testimonio de sus anhelos democráticos y su dignidad, pronto la situación regresó al mismo lugar donde empezó, los militares con el mando de Abdelfatah El Sisi, retomaron el poder tras derrocar al régimen electo de Mohamed Morsi de los hermanos musulmanes.

Una vez más se puede observar como el poder civil se mantiene incluso desde una visión simbólica, debido a que dichas instituciones no sólo representaban los puntos más significativos del campo político (llámese casa de gobierno, ministerios, medios de comunicación, universidades), sino que, además, sobre ellas se desplegó un conjunto de códigos altamente jerarquizados destinados a inundar el ámbito público de un principio de excepcionalidad, hasta entonces, propio de situaciones catastróficas o de agresión externa. Si bien el autoritarismo (visto como un sistema de enunciados en torno a un fenómeno de época) concibió al Estado como «el eje aglutinador de la investigación social».

Por otra parte, en Yemen, la transición dió paso a un conflicto bélico en el que se involucraron a Arabia Saudita y otros países del golfo pérsico para apoyar al nuevo presidente y confrontar a las milicias hutíes, a quienes acusan de recibir apoyo de Irak. El conflicto dejó más de 210.000 muertos de las que unas 85.000 debido a las hambrunas causadas por el férreo bloqueo Saudita, incluso Túnez, donde mantuvo el régimen democrático que surgió de aquel primer levantamiento que inspiró a varios países próximos, con los años aumentan los cuestionamientos a su legado. Además de la división entre seculares e islámicos, y la permanencia de las posiciones estructurales que alimentaron el estallido social, se suman un desempleo e inflación creciente que socavan la confianza de muchos tunecinos en el nuevo sistema de gobierno.

Sin embargo, donde la Primavera Árabe provocó resultados devastadores fue en Libia y Siria. Los levantamientos que tuvieron lugar contra Gadafi, quien llevaba más de 40 años en el poder, la familia Al Assad (cuyos miembros presiden siria desde 1971 fue aprovechada por las potencias occidentales para iniciar una ofensiva contra dos gobernantes que les resultaban incómodos. A raíz de las protestas en Libia y Siria que exigían reformas democráticas, y por supuesto, Estados Unidos y la Unión Europea, no dudaron en apoyar a grupos armados de varios orígenes y causas incluidos islamistas radicales para derrocar los

régimen de Muammar Gaddafi y Bashar Al Assad, fue un claro ejemplo es lo ocurrido en Libia donde derrocaron y asesinaron a Gadafi, pero 10 años después, y como consecuencia, el país se encuentra fragmentado y padece una guerra intermitente que protagonizan dos gobiernos que se consideran legítimos. (Medina, 2012)

Bibliografía:

-Dussel, E. (1994). “El Encubrimiento del Otro”, Conferencias de Frankfurt 1992. UMSA. Recuperado en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/otros/20111218114130/1942.pdf

-Medina, F. (2012). Las revueltas árabes en el medio oriente. De la llamada de la primavera árabe al Ascenso del Islam al poder. Ponencia presentada en el Congreso Nacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África. Recuperado en:https://www.eafit.edu.co/centros/asiapacifico3/Documents/Medina_PrimaveraArabe.pdf

-Victoriano, Felipe. (2010). Estado, golpes de Estado y militarización en América Latina: una reflexión histórico política. Argumentos (México, D.F.), 23(64), 175-193.

-Muñoz, G. M. (1993). Apéndice Documental. Muñoz (Ed.), Democracia y Derechos Humanos (I ed., Vol. I, pp. 345–349). Ediciones ICM

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