Ayer estuve
Por: Mateo Sebastián Silva Buestán
Director Colección Taller Literario, Cuenca (Ecuador)
Ayer estuve en sus adentros, en su húmeda, rocosa, selvática cueva y viscosos tejidos. Mi cabeza, al igual que ahora, giraba sin detenerse; mis ojos apenas divisaban las siluetas de los enceres de aquella paupérrima habitación y las luces rojas a media incandescencia trasladaban mi ser hacia otra dimensión; mi mente dictaba cierta prudencia, pero mi instinto se apoderó de la poca razón que me quedaba. Ayer estuve en ella. Ella, como otras, no tenía alternativa sino entregarse al desenfreno etílico de un hombre vulgar, de una bestia embrutecida, de un lascivo empedernido, de un sádico pervertido. Apreté sus tobillos y agarré sus caderas, rasgué sus costuras y mordí sus piernas, aruñé su vientre y escupí en sus senos, mastiqué sus labios y jalé sus cabellos, ahorqué su garganta y apretujé mis dedos. Recobré los sentidos, a lo lejos un silencioso gemido desfallecía junto a un voluminoso cuerpo. Ayer estuve en ella, en sus adentros; hoy me persigue, como verdadero fantasma, su aroma, su tacto, su espíritu y su sexo.