Ambato entre el naufragio y la memoria
Por: Dr. Fernando Mora
Médico y escritor (Cuenca-Ecuador)

Los recuerdos del Ambato de mi infancia aparecen envueltos por la niebla y para cuando esta se disipa surgen como antiguas películas y fotografías en blanco y negro.
El describir esas imágenes con el pasar de los años se ha ido convirtiendo en una imperiosa necesidad, como si esa pandilla de fantasmas que poblaron los años 60 me exigiera no dejarlos en el olvido impidiendo que desaparezcan en las brumas caritativas de la memoria. Y la mejor manera de evitar su extinción y mantenerlos con vida es entonces: escribir.
Leitmotiv es además. el aprecio, el cariño y la amistad de haber compartido con los que un día fuimos niños de la nostálgica escuela “Juan León Mera”.

Seguramente van a ser escritos irreverentes en tiempo y distancia, al no permitir que ese Ambato de nuestra infancia sea suplantado de manera similar a la trágica demolición de las nostálgicas casas antiguas para ser reemplazadas por edificios de oficinas.
Empezaré con una mañana lluviosa, en que mi madre después de haberme puesto el uniforme de pantalón plomo, camisa impecablemente blanca, cuello almidonado, suéter de color vino y los zapatos brillando, me peinaba no sin antes haberme aplicado un poco de zumo de limón para que el cabello permaneciera fijo. A esa misma hora también se alistaban: Jorge, Johnny, Vicente, Patricio, Octavio, Bolívar… y todos los niños que conformábamos el grado de inicio a la escuela.
Velozmente tomaba el desayuno que en casa lo hacían utilizando la vieja cocina “Kerex”. Ese viejo armatoste provisto de mechas que esperaban quedar impregnadas por el combustible que llegaba de la botella de querosene adosada a la cocina y que se encendían con una llama más amarilla que azul que volvía negras de hollín las ollas.

Cuando sonaba la sirena de cuarto a las siete de la mañana de la fábrica de la Industrial Algodonera, salíamos apresurados para llegar puntualmente a la escuela antes de que la sirena larga de las siete sonara muy semejante a las sirenas antiaéreas que alertaban bombardeos.
