A propósito de la ironía artística, con motivo de una canción
Por: Esthela García M.
Universidad Nacional de Educación, Azogues (Ecuador)
En los últimos días hemos sido atrapados por la última canción de una famosa cantante colombiana, en la que sutilmente arremete con epítetos camuflados, en contra de su ex pareja, por la infidelidad de éste. Evento llegó a tal magnitud, debido a que se trata de dos personas que tienen bastante popularidad a nivel mundial.
Sin embargo, el usar el arte como herramienta de venganza no es patente de ahora, es algo que ha sucedido desde tiempo inmemoriales. Escritores, pintores, cantantes, han usado sus creaciones como herramienta de desquite, en contra de alguien ha hecho daño o ha traicionado y en contra de la misma sociedad que los acoge y maltrata.
En la literatura, sobre todo, por hacer de la palabra un instrumento para crear la ironía y el insulto poético. Sí, así es. Se ha usado la creación literaria para expresar sentimientos de toda índole, asociados más a la belleza y profundidad de los sentimientos, pero también para agredir con sutileza, utilizar palabras y expresiones despectivas de forma estilizada y creativa. A menudo se encuentra en la poesía y en otras formas de literatura, como la satírica o la sátira. El objetivo del insulto poético es criticar o ridiculizar a alguien o algo de manera ingeniosa y divertida, en lugar de simplemente ofender o herir a esa persona.
En la poesía, la ironía se ha empleado desde una crítica a líderes políticos, instituciones o incluso a la sociedad en general. Por ejemplo, en la poesía satírica de la antigua Grecia, se hacían críticas a la corrupción política y social utilizando un lenguaje humorístico y despectivo. Desde la antigüedad, por ejemplo con Luis de Góngora que es uno de los poetas más importantes de la literatura española del siglo XVI y XVII y es conocido principalmente por su poesía lírica, pero que también escribió sátiras y poemas satíricos. Jonathan Swift y Alexander Pope, utilizaron la sátira para criticar a la sociedad de su tiempo.
En la época medieval, se dieron lugar también los enfrentamiento poéticos, como una forma común de competencia entre poetas. Algunos ejemplos de poetas que participaron en estos encuentros bélicos con el arma de la palabra y el verso fueron: William Langland, autor de «The Vision of Piers Plowman» una obra poética de gran importancia en la literatura inglesa medieval, que contiene una gran cantidad de insultos poéticos y sátiras contra la sociedad de su tiempo. Geoffrey Chaucer, conocido por su obra «The Canterbury Tales» (Los cuentos de Canterbury), en la que se burla de la corrupción y la hipocresía de la sociedad medieval inglesa. Imposible no mencionar a Giovanni Boccaccio, con «El Decameron» , que incluye una gran cantidad de sátiras y relatos satíricos sobre la sociedad de su tiempo. Francisco Petrarca, poeta y humanista italiano, que tuvo una famosa «batalla poética» con Giovanni Boccaccio. Los dos poetas se dedicaron mutuamente insultos y alabanzas poéticas, y su disputa se conoce como la «Questione della lingua». John Skelton, poeta y clérigo inglés, que escribió una gran cantidad de poemas satíricos y sátiras políticas contra los líderes de su tiempo.
Hay otros escritores de gran renombre, que han utilizado la sátira y el insulto poético en sus creaciones, por ejemplo: John Dryden que es considerado como uno de los principales poetas satíricos de la época de la Restauración en Inglaterra. Sus poemas, como «Mac Flecknoe» y «Absalom and Achitophel», utilizan un lenguaje despectivo para criticar a los políticos y a la sociedad de su tiempo. Samuel Johnson es conocido por su poesía satírica, como «The Vanity of Human Wishes» (La vanidad de los deseos humanos), en la que utiliza un lenguaje despectivo para criticar la naturaleza humana.
Samuel Butler que escribió Hudibras, una sátira poética en verso que se burla de la puritanismo en Inglaterra en el siglo XVII. Hasta nuestro célebre poeta chileno Pablo Neruda utilizó la sátira en varias de sus poesías, como «Los pasos perdidos» o «El hondero entusiasta» donde se burla de la vida política y social de su tiempo. Y en nuestro Ecuador el poema burlesco, lleno de ofensas a Quito, por Don Juan Bautista Aguirre, dejando de lado el fondo, la forma es una obra de arte.
La poesía moderna tambien ha dado lugar a una variedad de géneros y estilos, que han incluido el uso de lenguaje insultante o desafiante. El lenguaje ofensivo se ha utilizado como una forma de rebelión contra las convenciones sociales y literarias tradicionales, y también como una manera de expresar emociones fuertes y sentimientos de rabia o marginación. Algunos de los poetas que se destacan en la primera mitad del siglo pasado incluyen a Charles Bukowski, Allen Ginsberg y Amiri Baraka, que tienen en común el recurso literario para escribir desde los sentimientos catalogados oscuros, como una forma de repudio a la sociedad y sus convenciones, como un desafío a las normas establecidas.
El uso del insulto o el lenguaje irónico sobre todo en la poesía ha sido un tema controvertido en todos los tiempos. Algunos críticos argumentan que el uso de tal lenguaje puede ser poderoso y efectivo para transmitir el mensaje y crear un sentido de inmediatez, de autenticidad y puede generar empatía en la medida de que influye en el pensamiento colectivo. Hay quienes pueden manifestar que el uso de este lenguaje puede ser gratuito y restar valor al mensaje general y al impacto del poema o de la obra de arte en sí misma. En la poesía puede perpetuar estereotipos dañinos y reforzar las normas sociales opresivas y ser visto como una forma de violencia y que siendo así no es una forma legítima de expresión artística.
Pero cuando hablamos de la música, las crítica pueden dar un giro, pues, este género es más propicio para que se use lenguaje irónico, dolido, sentido, ofensivo, motivado por la protesta social, que siempre tendrá vigencia, pero también, el desamor o la traición; por ser la forma más recurrente para expresar y difundir emociones, en esta época en que la comunicación tiene cualidades de inmediatez.
Muchas son las voces femeninas que nos vienen a la mente y que hacen alusiòn a desilusiones, utilizando epítetos dirigidos al ser que una vez se amó, pero ahora apuñala y hace trizas el amor depositado, que rompe la confianza, desbarata las ilusiones sin remordimientos.
Hemos escuchado en el camino, muchas interpretaciones de este tipo – puñaleras les dicen- con Paquita la del Barrio, Talía, Ha Hash, entre otras que han conmovido a no pocas personas con las letras de sus canciones, que se corean a todo pulmón. Pero ninguna que yo conozca como Shakira, que con un juego de palabras armadas ingeniosamente, con un ritmo pegagoso y las plataformas digitales a su total disposición; golpea a quienes ella considera que le hicieron daño.
Canción que ha causado revuelo mundial por ser directa y tener dedicatoria con nombre y apellido, cosa que no ha pasado en otros casos antes de ella, que buscan desquitarse de alguna manera con la letra de una canción por un fallido amor.
Muchas han sido las críticas a favor y en contra de la barranquillera, sin embargo ella parece posicionarse, pese a la congoja que seguro lleva muy dentro, como una representación de la fuerza que debe tener la mujer para salir adelante, amarrar el dolor con una piedra y arrojarlo en la cara del ofensor, aunque en el lanzamiento se lleve una parte de su corazón.
Esta artista ha escrito palabras nuevas en el diccionario de la memoria colectiva, con tal fuerza, que será muy dificil igualar este lanzamiento, porque ha sabido usar lo que mejor sabe hacer, para levantar con ritmo su dolor, sobre la mirada estupefacta de quienes tienen aún el pensamiento retrógrado, que ubica a la mujer por debajo de su hombro y se sienten con derecho de traicionar con toda libertad.
Bien por Shakira que tuvo la valentía de superar las expectativas del mundo con su música, con su canción, le duela a quien le duela, incluyéndose ella misma.