Poemas de Rubén Dario Buitrón
Por: Rubén Darío Buitrón
Poeta, periodista, docente, Ecuador
*
LLEGAR
La vida llega entre pañales
y tempestades:
revelación de la fragilidad,
expresión de los sentidos,
alud, fuerza, tsunami,
los soldados oscuros,
los presagios elementales.
Resurrección, dios, luz,
pensamiento indescifrable.
¿Qué epifanía esperar ahora
envueltos en trapos alquilados
y en retazos de lo que somos?
¿Qué manifestaciones esperamos
ahora de los ángeles extraviados,
de las viejas trompetas celestiales,
de los gruesos golpes del alma?
Hay una realidad que se desnuda,
última reverencia
a la escasez y a las sequías.
*
CUANDO LA VIDA SE PARTE EN DOS
Las voces me dicen que ya no podré verte.
Que solo fue realidad reñida con lo real.
Que cada alucinación solo fue eso, una alucinación.
Que la vida se partió en dos cuando nos besamos,
pero nunca nos besamos:
deseos que jamás fueron ciertos, impulsos que nunca encontraron eco,
placeres que solo logré convertir en noches sin mí,
cartas con las frases en sentido contrario,
llamadas telefónicas sin ningún susurro al otro lado,
fotografías que te imaginaron,
playas y montañas donde nunca te abracé,
camas y habitaciones donde no te hice el amor.
Las voces me dicen que no te veré nunca más,
como si alguna vez hubieras sido al menos una posibilidad.
*
ALLÍ DONDE NO CABEMOS
Te extraño en cada partícula de oxígeno que no alcanza para respirar los dos,
en cada espacio donde no cabemos juntos,
en cada tristeza que ocupa tu lugar,
en el aire que baja o sube entre la nostalgia,
en el vacío de las pasiones apagadas,
en la melancolía que muerde los recuerdos,
en la compasión, en la pena, en el luto,
en el deseo incapaz de tomar tu sitio,
en la angustia de no hallarte en el movimiento de la luz,
en la convicción de que la nada me ha dejado sin tiempo,
en la decepción de Dios cuando nos mira, impotente,
porque estás en el aire, pero no estás conmigo,
porque estás húmeda y fértil, pero invisible,
y entonces podría ser útil un viento que me lleve
al azar, denso y profundo,
y aunque ya no sea contigo me conceda, al menos,
una inhalación como estremecimiento decisivo.