Cuenca, coyuntura política y otras displicencias

Por: Pedro C. Martínez Suárez, PhD
Vicerrector de Investigación Universidad Católica de Cuenca (Ecuador)

Prometo no cansar con esta lectura. De entrada, puedo decir que he tenido la suerte de visitar cuatro de los cinco continentes y diecinueve países. He vivido en tres países por más de siete años: Uruguay, de donde soy oriundo, Ecuador, donde resido y España, de donde son mis ancestros y mis hijos y donde he vivido más de siete lustros. En dos países adicionales he pasado al menos un mes, en Inglaterra y Portugal en sucesivas visitas. Soy hijo y nieto de migrantes españoles y aunque hay quien aún conoce mucho más mundo que yo y no hablo de Cristóbal Colón, aunque invito a leer su “Diario de a bordo”, creo poder decir alguna cosita en pro de la que es ahora mi ciudad, Santa Ana de los cuatro ríos de Cuenca.

Se nos vienen elecciones, y en ocasiones, esto resulta para el ciudadano sentirse como uno de esos soldados del medievo intentando ingresar a un castillo y recibiendo litros de aceite hirviendo desde sus muros. Ya vemos atónitos esas campañas en redes sociales de los diferentes candidatos, tan faltas de autenticidad como las cenas navideñas, tan costosas como los anillos en la galería del oro de Dubái y tan inefectivas como las encuestas previas. Al final los candidatos se esfuerzan en innovar, pero lo que el ciudadano quiere no es difícil de saber, reto a los elegibles que pateen literalmente la ciudad, recorran sus plazas y mercados, sus tiendas, sus comercios y como no suban a un taxi y conversen con los conductores. Vayan a las puertas de escuelitas y colegios y quédense hablando con los papás. Coman en el patio de comidas del Mall, hagan deporte en Miraflores, tómense una cervecita en San Sebastián o una artesanal en la Merced, compren el pan en la Juan Jaramillo, den de comer a las palomas en Santo Domingo o refrésquense en la fuente de San Blas, paseen por 3 de noviembre y visiten el mercado 27 de febrero, bájense caminando la 10 de agosto o vayan a misa en la capilla del Vergel. Vean la desgracia de los perritos San Bernardo en el parque Calderón. Cómanse una trucha del Cajas y tomen chocolate en las Dos Chorreras. Vayan al japonés de las puertas del Sol. Compren fruta o verdura en un puestito de la Feria Libre y si puede ser, zapatos de mis consuegros mejor. Desayunen un crepe del Bistro, en el Seminario y solo asómense a la Catedral. Esperen en la sala de espera del corral Moscoso, compren en la farmacia del Hospital Católico o cambien su clave del IESS, cojan la 100 en hora pico, por último, háganse pasar el huevo un martes con doña María en la Rotary porque don Modesto creo que ya no atiende en la Cruz del Vado, ahisito en la Loja. No dejen de hacerse agujerear la oreja en la plaza de los hippies. Ya déjenme que los invite a un traguito en el Prohibido y aprendan un poco de cultura Shuar. Rockeen en la Barraca. Miren tristes a la puerta de Correos por ese paquete que nunca llegó. Caminen toda la calle larga y bajen la escalinata. O mejor, ya déjenme que los invite a poesía, esa que alguien puso en youtube, pero en privado qué tanto mi hizo llorar, sí esa del concurso “Dos ciudades” y que en la página de José Manuel podrán consultar (“Donde caben mis ojos”, escuchen o lean si les gusta mi ciudad en editorial CES-AL ver adjunto el poema).

Pues bien, esos candidatos a regir el municipio, no serán capaces de hacer nada de eso sin tomarse unas fotos o darse un baile de treinta segundos en el parque de las Flores para que la prensa recoja el testimonio. Pregúntense qué pasó con el rótulo de “Cuenca” en San Francisco y por qué el tranvía no llega a Ricaurte, para más INRI se inunda el nuevo distribuidor de las Américas, sí el del sindicato y todo el mundo preguntándose si llegará vivo a las elecciones ¡Qué me dicen del caos vehicular! No solo el del parque industrial o el abandono de la vía del migrante, porque los taxistas no quieren que su carro se llene de polvo, sí me refiero a esa vía alterna que recién comenzaron a asfaltar. ¡Qué fue de la ciclovía! ¡Cuándo la van a transitar! ¿Por qué los tachos de los parques lineales están todos juntos? ¿Dónde están las zonas verdes para que nuestros perros puedan jugar? Digo sin que un desalmado que hace ejercicio una vez al año y jamás ha visto un can se sobresalte al ver un ejemplar de raza y medianas dimensiones o pida recoger la caca cuando el firuláis apenas se ha puesto a defecar, como si ahora fuéramos Holanda en cuanto a protección animal se refiere. Ojalá algún día se use la bicicleta como en Copenhague, segunda ciudad con mayor calidad de vida del mundo, donde tuve el privilegio de pasar unos días. Lo más triste es que ya hay quien dice “¡Diosito, otro vendrá que bueno me hará!”.

Un comentario en «Cuenca, coyuntura política y otras displicencias»

  1. Una publicación sería, desde los ojos de la realidad, desde la sensatez y no desde el interés.

    Tiempo de elecciones, tiempo de caretas, dónde todos creen a quien más ofrezca (una caja de fósforos, una foto para el Facebook, un abrazo fingido).
    Pero, ¿quienes somos nosotros para juzgar?
    Simplemente somos quienes elegimos en las urnas a quien robará por elección y al final para la reelección, harán “algo” durante campaña y nuevamente caretucos volverán a pedir votos.
    La ambición se hace eterna, son insaciables, con bolsillos llenos, con promesas incumplidas y vamos de soquetes a seguir votando por aquel que es popular, no por quien presente un buen plan de trabajo.
    A la final ¿De quién termina siendo la culpa? Del ladrón o de quién lo elige para robar?

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