Breve mensaje de Año Nuevo

Por: América Belén Viejó
Lcda. en Educación, Cuenca (Ecuador)

Aunque la celebración de año nuevo tiene su origen en el siglo XVI, en donde el Papa Gregorio XIII instauró esta fecha mediante la implementación del calendario gregoriano; su celebración se ha convertido prácticamente en un fenómeno global (obviando China). Los inicios de año usualmente generan nuevas expectativas, y más allá del boom social, resulta alentador fijarse cambios y trabajar en ellos. El pensar que los cambios pueden llegar a ser efectivos o no es una variante que depende de muchos factores, eso no quita el hecho de que sucederán.

El cambio es un proceso que forma parte de la necesidad humana, estamos destinados a experimentarlo a corto, mediano o largo plazo, ya sea con microacciones diarias en una breve modificación de la rutina; como el experimentar un nuevo desayuno, reagendar una reunión, elegir la ropa de esa jornada, ir en autobús o bicicleta. También lo vemos en instancias más complejas, como decidir vivir en otra ciudad, cambiar de trabajo, festejar la llegada de algo inimaginable, terminar un proyecto o incluso afrontar una pérdida. A decir verdad todas estas actividades sean condicionadas o no, existen, y no necesariamente se las descubren o implementan o esperan al iniciar un nuevo año.

Probablemente muchos de nuestros deseos, convertidos luego en decisiones, estuvieron allí antes de que exista un tiempo “marcado” y justamente allí es donde vale esa distinción, todo el tiempo ocurren cosas unas con mayor relevancia que otras. Solo nosotros sabemos qué, cuándo, cómo y dónde es el momento ideal para hacerlo. Está en cada uno de nosotros elegir y esa elección tendrá la existencia y duración de deba tener. Somos seres de paso que buscamos redescubrirnos, reencontrarnos y recrearnos de la manera que prefiramos. Entonces exploremos más y encontremos nuevas experiencias que revelen nuestra verdadera esencia, sin la necesidad de aferrarse de manera permanente un tiempo y espacio determinado.

Finalizo este breve mensaje con otro, tan importante como cualquier que pueda dar otra persona.

“Deseos para el nuevo año.

Ojalá seamos dignos de la desesperada esperanza.

Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano. Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.

Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados. Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.

Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo” (Eduardo Galeano).

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