Noche de Paz
Por: Jacqueline Murillo Garnica, PhD
Bogotá (Colombia)
noche de amor,
todo duerme en derredor.
Entre sus astros que esparcen su luz bella
anunciando al niñito Jesús.
Brilla la estrella de pa…az,
brilla la estrella de paz.
La letra de esta emblemática melodía de navidad nos sobrecoge y en cierta medida nos invade el arrullo inocente de la connotación para los creyentes y para los no creyentes; la opción del jolgorio, todos bajo la misma sombrilla y bajo el amparo de la tradición judeocristiana que nos heredaron de hace más de cuatrocientos años, los conquistadores.
El colombiano se ha acostumbrado a festejar, y por tradición cultural, estas fechas decembrinas en medio de las noticias de toda índole, y en ellas, de los calibres que las contienen, en los titulares de los periódicos; algunos frívolos, otros amarillistas y a veces insidiosos. Pero las recientes declaraciones ante la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz), del excarcelero de las extintas FARC, alías, Martín Sombra, el pasado cinco de diciembre, nos ha dejado devastados. Por desgracia y por la misma costumbre del acontecer colombiano, habíamos caído en una indiferencia colectiva de tantas noticias abrumadoras y de todos los pelambres.
Al conocer las declaraciones dadas por este hombre sobre el reclutamiento de niños y niñas menores de catorce años para formarlos en una fuerza especial, algo así como en los tradicionales cuentos de hadas, originados en los mitos y las leyendas populares que supo escribir por ver primera Charles Perraut. Las revelaciones de alias Martín Sombra parecen sacadas de las cruzadas medievales, sólo que con niños. Decía con voz pausada y tranquila: “Por si en el transcurso del viaje no encuentra sino un gordo, una gorda o alguno, le mete el cuchillo y se come su pedazo de carne y sigue”. Estas afirmaciones nos producen una completa vergüenza como sociedad. ¿Quién se robó la niñez de estos niños?, ¿Dónde estaba el Estado colombiano cuando a estos niños los reclutaron?
“Yo entrené una tropa de (niños) que comía gente”, cómo seguir viviendo en la indiferencia ante tanta atrocidad y asumir que somos un país alegre, de forjadores de una sociedad de cara a los retos de la contemporaneidad. Los eufemismos disfrazando la pavorosa realidad, desde los niños entrenados para manejar explosivos hasta las prácticas caníbales. “Eso era muy secreto, eso ni ‘el Mono´ lo sabía, ¿sí me está entendiendo? A Marulanda sí le dije: voy a entrenar unos caníbales para el día en que se nos tuerzan los otros; los cazamos porque usted tiene que tener un plan alterno. Ya usted está conociendo la realidad de las cosas, ¿para qué tengo que meterle mentiras yo a usted?” El compareciente señaló también que el reclutamiento de menores de edad data desde 1964.

Por ahora se aproxima la navidad y seguiremos entonando villancicos en pos de la celebración del advenimiento, en derredor del pesebre y del árbol con sus múltiples lucecitas, mientras los abrazos se funden sin cesar. ¡Feliz Navidad!