La niña de la cabaña

Por: Dr. Gabriel  Tenorio Salazar
Médico Especialista en Medicina Legal y Forense, Cuenca (Ecuador)

El maestro pintor Guayasamín, en alguna entrevista sobre su magna obra: “La edad de la Ira”,  decía que esa obra: “de piel para adentro es un grito contra el racismo y la pobreza; de piel para afuera, es la síntesis del tiempo que me ha tocado vivir”.

Hace años, Fernando, amigo de años,  entrañable ex alumno y colega médico, con una envidiable vida llena de aventuras y recuerdos agradables y fantásticos, de guerra y sufrimiento humano, fue a visitarme en el consultorio de la mano de su hija.  Niña de unos cinco años; aún recuerdo su licra a rayas negras y blancas cubriendo sus frágiles y delgadas piernas. La felicidad que veía en sus ojos por tener  tan hermosa enanita como hija, por poco se desluce cuando le molesté llamándole abuelito feliz. Entre pullas y risas me contó lo que sucedía en su vida, que su hija le fue arrancada por la mujer que amó. El sufrimiento y el dolor veló sus ojos; pero debía alentar al amigo y le hablé del futuro brillante que tendría la pequeña, y que  con su esfuerzo todo mejoraría e iría hacia adelante. Ese futuro de la niña, con el apoyo del padre, se está dibujando, es un cuadro a la acuarela con débiles trazos iniciales, transparentes, que con el paso del tiempo configurarán una figura  fuerte y hermosa, llena de belleza interior y sabiduría.

Fernando viajaba cada dos semanas a Machala a pasar junto a su hija unas horas de felicidad para ambos; horas que al terminar la visita dejaban un vacío en su alma y un dolor en la niña al ser dejada con su cuidadora que le castigaba  por haber pasado con su padre. En esa época daba clases en una de las universidades de Machala y algunas veces llevé a Fernando conmigo.

Cuando consiguió la tutela de su hija, luego de una feroz lucha jurídica que creo le convirtió en el primer padre a quien se otorgaba ese derecho en el Ecuador, me dijo que escribía una novela sobre lo que pasó con su hija. Y ahora esa novela está en sus manos. Demás está que les resuma la obra, ustedes la leerán y tendrán su propio deleite; y, en sus páginas  recordarán las palabras de Guayasamín,  dichas inicialmente  y que ahora, con atrevimiento, me he permitido deformarlas  para presentar la obra de mi amigo: “De piel para adentro, es un grito contra la injusticia, la maldad,  la venganza y el odio, “de piel para afuera” es un hermoso canto al amor  de un padre por su hija que lleva el nombre de Liuba, nombre originado en el germánico, que significa lo que la obra representa: amor, querida, cariño. 

Agradezco la presencia de Ustedes en este acto, agradezco a Fernando por creer que este viejo amigo y ex maestro, encima de profesión médico forense,  podría presentar  su obra, un atrevimiento hacerlo en medio de tantas personas  dedicadas al arte y la belleza, que  me ha permitido salir del inframundo del dolor y la muerte al que muchos años con entusiasmo di mi vida.

Felicitaciones Fernando, y, como dije en el prólogo del libro, felicitaciones a la musa inspiradora: Liuba, amor, ternura, luminoso futuro.

Muchas gracias.

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