Cada familia es dueña de una identidad propia
Por: Ángel Rodas Hurtado
Ecuador
Buenas noches a tan noble compañía, sin Uds. sería imposible eternizar la historia de nuestras vidas y aún con mayor fervor impregnar en tiempo y espacio 100 años de un hombre, de varias familias y de historia que ha marcado el caminar del cambio social, cultural y de desarrollo… mismos que constituyen la esencia y origen del cultivo para UNA CENTURIA ENTRE LUCHA Y ESPERANZAS.
Toda historia tiene un origen, el amor, la sociedad, la naturaleza, un río o un simple árbol…. Todo depende de la perspectiva de donde desees mirarla, así que esta bella y sacrificada reseña empieza con dos personas sencillas, comunes y humildes.
Entre risas y nostalgia Rosita Hurtado y Pacífico Rodas mis padres, nos recordaban en varias ocasiones que el amor puede florecer incluso en los lugares más pequeños y escondidos de nuestro país… y su historia no fue la excepción… nuestra siempre recordada patria chica, COCHALOMA fue el principio para que el hogar Rodas Hurtado coseche el amor con la llegada de sus hijos Olegario, Ángel, Ruperto, Blanca, Jimmy, Joselito, Marina, Olga, Yola y Marlene.
Como muchas de las realidades de aquel entonces la mayoría de familias eran asechadas por los escasos recursos que limitaban los deseos, pero que no limitaban la esperanza de seguir soñando en días mejores.
Lo hermoso de tantos hermanos era la facilidad de poder jugar entre nosotros, pero a la vez la dificultad de nuestros padres para poder alimentar y educar a todos por igual, esperando que a futuro tengamos mayores oportunidades de las que habían tenido ellos.
De los 50 en Yunguilla, pasamos a los 60, en donde Joselito mi hermano menor llega a los brazos de mi madre acompañado del amor de todos los que esperábamos con ansias que sea varón. Obviamente para jugar con las canicas, los trompos, los carros de latas de sardina y piola entre otros.
Cada uno de Uds. sabrán que juego era el mejor en su niñez, pero para Joselito recuerdo claramente, era el correteo trepar y subir los árboles de papayas de la propiedad.
Siempre destinado a hacer algo diferente, Joselito no vio límites para cumplir sus sueños, incluso fue mi compañero y compañía de mi familia cuando decidí migrar de Cuenca a Imbabura, entiendo las molestias y travesuras de mis hijos con su ropa y recuerdo claramente que se constituía como un hermano mayor para Geovanny y Paúl mis dos primeros hijos.
Se profesionalizó en Ibarra, como hombre exitoso y analista extraordinario, sin embargo, la vida le tenía preparado uno de los mayores obstáculos que cambiaría el rumbo de su vida. Fue solo un instante, fue solo un momento, pero estoy seguro, fue solo Dios quién sostuvo a Joselito para que se aferre a la vida.
Su sacrificio y sufrimiento fue un ejemplo para todos nosotros, pero con la sabiduría que tiene el Todopoderoso. en pocos años las lágrimas se transformaron en sonrisas, la tristeza en alegría y surgió el hombre motivador y defensor de la sociedad más desprotegida y vulnerable.
Ejemplo a seguir, líder de quienes buscamos una sociedad más justa, hermano de sonrisas, siempre de noticias positivas, hijo abnegado y acompañante de toda circunstancia de nuestros progenitores, padre ejemplar, amable y conciliador, son pocas de las virtudes de las tantas que la vida ha sembrado en su persona. Me refiero a mi hermano, a mi amigo, a uno de los que más amo, Joselito Neptalí Rodas Hurtado, el narrador de este hermoso viaje literario. Bienvenidos a “UNA CENTURIA ENTRE LUCHA Y ESPERANZAS”.