La relación familia-escuela, factor clave
Por: Dr. Enrique Espinoza Freire, PhD
Universidad Técnica de Machala (Ecuador)
Uno de los temas, a mi entender cruciales, a tener presente cuando se habla de la formación de niños, adolescentes y jóvenes como personalidades integrales, es la relación familia-escuela, a la cual dedicaremos este espacio de reflexión con el propósito de interesar al lector sobre tan importante asunto.
La familia es la célula fundamental de la sociedad, en el seno del hogar es donde los infantes reciben las primeras enseñanzas, es allí donde aprenden las primeras normas de conducta y los valores humanos que los acompañaran durante toda la vida y que la escuela continúa fomentando hasta lograr la plena formación de la personalidad del individuo.
La familia junto a escuela constituye las dos instituciones, consideradas agentes claves en la formación de las nuevas generaciones, son las responsables de la educación y del desarrollo social, emocional y físico de los niños, adolescentes y jóvenes; razón por la cual deben coordinar estrechamente las acciones estratégicas direccionadas e este propósito.
Sin embargo, esta relación estratégica entre ambas instituciones en ocasiones no se concreta en la práctica y cada una toma caminos diferentes, provocando el desequilibrio entre la educación que los escolares reciben en el salón de clase versus lo de casa.
Entre los factores que inciden en esta contradicción, que afloran en la relación familia-escuela, están la no delimitación de las responsabilidades de cada una y la toma de decisiones sin el debido consenso.
También, en muchos casos, los padres de familia dados sus compromisos laborales y sociales delegan a la escuela y al maestro obligaciones que le son inherentes; por otra parte, algunos docentes muestran falta de compromiso social y responsabilidad ante la formación de sus discípulos y creen haber cumplido con sus obligaciones al culminar su horario de clases.
De aquí, la necesidad de analizar la responsabilidad de cada una de estas instituciones y solucionar las falencias que entorpecen esta relación.
Para ello, es necesario que la escuela como institución y el docente como responsable de la formación integral de personalidades equilibradas conozcan la situación familiar de cada uno de los alumnos; permitiendo desde esta perspectiva encausar el trabajo educativo de la escuela más allá de los muros institucionales, abarcando los entornos familiares y comunitarios, haciendo coincidir los intereses y expectativas de la familia, la escuela y la sociedad.
En tal sentido, la escuela puede establecer canales de comunicación ý crear espacios de diálogo con los padres, a través de los cuales se tomen decisiones colegiadas en pro de la educación y bienestar de los hijos, se determinen las acciones educativas a realizar de la manera más armónica y cooperativa posible para implicar a la familia en la vida escolar de estos; lo que precisa dotar de herramientas eficaces a los padres para que puedan ejercer su rol educativo.
Muchas son las acciones que los padres pueden desarrollar con sus hijos en el seno familiar, deben ser los encargados de establecer los horarios de estudio, controlar el cumplimiento de los deberes escolares asignados para la casa, inculcarles el hábito de la lectura, programar y acompañar a los hijos a visitas de museos, teatros y lugares de interés histórico o geográfico; así como incentivarlos a participar en actividades deportivas, entre otras.
Si bien, es un hecho probado que la participación de la familia en la formación que los hijos reciben en la escuela determina la conducta, aún queda mucho por hacer para lograr una verdadera y sólida relación de colaboración entre ambas instituciones.