Corrupción, violación de Derechos Humanos, ley del Sharía y terrorismo en el Mundial de Qatar

Por: Fernando Arias
Médico, cinéfilo y escritor (Cuenca-Ecuador)

Cuando falta menos de un mes para el inicio del Mundial y nuestra Tri estará presente con un equipo que nos invita a soñar, como personas democráticas que somos y debemos ser, no podemos ignorar ni dejar de reconocer el entorno que envuelve a la cita máxima del balompié en Qatar.

En 2010, Joseph Blatter, presidente de la FIFA anunció que el mundial 2022 se iba a jugar en Qatar, ante la felicidad del emir Tamin bin Hamad Al Thani, monarca del emirato. La polémica decisión sorprendió al mundo deportivo y generó dudas: catorce votos a favor de Qatar y ocho para Estados Unidos.

En 2013 los periodistas franceses Philippe Auclair y Eric Champel publicaron su investigación en la revista France Football titulada “Mundial 2022 le QATARGATE” que causó revuelo en el mundo del balompié. En ella describen las irregularidades cometidas por la FIFA en la elección de la sede, el pago de sobornos para conseguir los votos a favor de la candidatura de Qatar, la intervención del expresidente de Francia Nicolás Sarkosy quien se reunió en el Palacio del Elíseo con el entonces príncipe y heredero al trono y hoy emir Tamin bin Hamad Al Thani, Michel Platini presidente en esa época de la Unión Europea de Fútbol Asociado (UEFA) y Sebastián Basin propietario del club Paris Saint German (PSG) que estaba envuelto en una grave crisis financiera. En esa reunión se pactó que Platini conseguiría los votos, con el apoyo del Presidente de la FIFA y a cambio el emir salvaría al PSG. Semanas después de la elección el fondo Qatar Investment Authority, de propiedad del emir, adquirió el 70% de acciones del club francés.

El reportaje de France Football destapó el escándalo y motivó a que Blatter forme un Comité de Ética de la FIFA encabezado por el ex fiscal de New York Michael García quien confirmó la publicación periodística en su informe que fue sospechosamente archivado por la FIFA en 2014, meses antes que se destape esa otra olla de grillos: FIFA Gate, investigación del FBI que puso tras las rejas a varios jerarcas del fútbol mundial. Dieciséis de veinte y dos miembros electores de la FIFA que participaron en la elección de la candidatura de Qatar tenían cuentas pendientes con la Justicia.

Qatar es uno de los países islámicos que utilizan el sistema Kafala o de auspicio para contratar  personas no calificadas (ilegales) principalmente de India, Nepal, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Filipinas para labores domésticas y trabajos de la construcción. Los auspiciantes son los empleadores que tramitan las visas de sus trabajadores pero imponen condiciones inhumanas como la necesidad que el trabajador deba pedir permiso para abandonar el país, no tiene derecho a una cuenta bancaria y firma un documento en blanco donde luego  se menciona que se ha cumplido con el pago de todos los haberes, siendo mentira.

El Kafala es en realidad una forma de semiesclavitud al que quedan sometidos los trabajadores, se les retiran sus pasaportes en muchos casos y viven en condiciones espantosas de hacinamiento con temperaturas de 40 a 50 grados centígrados, mala alimentación, trabajo de 18 horas diarias, lo cual fue denunciado por Amnistía Internacional y Human Rights Watch. Más de 6,700 trabajadores fallecieron al construir los ocho estadios donde se jugará el Mundial, tiñendo de sangre y muerte a la fiesta del fútbol.

Qatar no es una Democracia. Su gobierno es teocrático y aristocrático. El emir tiene un rol equivalente al de un príncipe heredero de los reinos europeos en la época de la aristocracia y tiene poder absoluto sobre bienes y personas de sus súbitos: el pueblo qatarí.

Qatar también es una teocracia gobernada bajo los preceptos del Corán, a través del Sharía el cuerpo de Derecho Islámico, equivalente a la Constitución en una Democracia. El Sharía contiene un código detallado de conducta y normas sobre modos de culto, criterios de moral y estilo de vida islámico, sobre lo permitido y prohibido y las reglas que separan entre lo que se considera bueno o malo de acuerdo a su interpretación del Corán. Así se explica el rol secundario de la mujer en la sociedad, la prohibición de la homosexualidad, existencia de grupos LGTB y otras intervenciones como la obligatoriedad de la mujer de cubrirse su rostro, incluso la prohibición que trabajen o estudien, pudiendo llegar a caer en violación de los Derechos Humanos y crímenes de lesa humanidad como considerar botín de guerra en actos sexuales y esclavitud a seres humanos derrotados en una guerra y el hadd un crimen severo castigado con lapidación, azotes y amputación.

Un ejemplo del hadd fue la condena a siete años de prisión y cien latigazos a la periodista mexicana Paola Schietekat quien fue agredida sexualmente y por hacer la denuncia recibió semejante castigo, quedando libre el agresor. La periodista pasó un año en prisión y logró salir ante la presión internacional.

La ubicación geopolítica de Qatar es otro problema. Estados Unidos jugará el Mundial y un atentado terrorista de grupos fundamentalistas islámicos es una amenaza latente, o una represalia de Rusia con drones kamikazes   contra la FIFA y los países de la OTAN por haber sido expulsada del Mundial.

La FIFA no tiene la potestad de determinar la nacionalidad de un futbolista como el caso Byron Castillo y por eso rechazó la denuncia de Chile, tampoco para modificar las leyes del Sharía durante el mes que dura el Mundial y cuando Blatter y compañía escogieron a Qatar supieron de antemano cuál iba a ser el contexto.

El fútbol no tiene nada que ver con este escenario, es la causa nacional responsable del éxtasis de la victoria o la agonía de la derrota tras un resultado luego de 90 a 120 minutos de duración para después volver a la realidad, es la pasión que une a un país en torno a su selección, el responsable directo de haber sacado de la pobreza a miles de futbolistas que viven de la práctica del rey de los deportes y de sus familias, de haber brindado oportunidades laborales en todos los estamentos del balompié y haber evitado que miles de jóvenes caigan en el mundo de las drogas. Por eso el fútbol es el deporte más popular del planeta.

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