Cazador vespertino
Por: Rodrigo Murillo Carrión
Machala, Ecuador
*
Soy un cazador de arreboles vespertinos.
Los atardeceres son mi tiempo,
cerros y mares mi espacio;
la convergencia exacta, unívoca, infinita;
la dimensión perfecta donde quedan
atrapadas las emociones del que
aprendió a venerar los crepúsculos.
*
Paciencia es la virtud del que espera.
Las horas, muy apuradas, escasean;
el encuentro dura poco, se escurre
deprisa al final del horizonte;
el sol tiene apuro, debe recorrer el mundo
en la repartición infalible de sus rayos
protectores;
las nubes, volubles, no son muestras de constancia, concurren a clausurar el
espectáculo, empujadas por el frío
del viento, que en la noche obliga la búsqueda de abrigo, de un abrazo caluroso.
*
La puntualidad marca el inicio del ritual,
si los telones están abiertos, así
los feligreses no marquen su presencia.
Los dioses, en su milagrosa ubicuidad,
desatan la embriaguez de colores, danzando en libertad, para construir formas
con la materia voluntaria del firmamento.
La secuencia de una metamorfosis,
sin eslabones ni partituras,
hace desfilar imágenes para incitar
la imaginación del observador afortunado.
Yo quisiera ir mucho más allá, hacía atrás.
La geometría del Universo guardaba secretos:
paralelas que se doblan, puntos
brillantes que palpitan y crecen,
círculos girando sobre fuego,
perspectivas alucinantes para
la fascinación y el miedo.
Y en la bóveda del cielo
hace una proyección a todo color;
la ciencia de las estrellas y
las disciplinas del arte, convocadas
a la más soberbia exposición.
*
Imagino la visión desde el gran comienzo.
Una fabulosa convulsión en forma
de remolino se acerca, formada con
fragmentos de la explosión original,
arrastrando juegos de luces que
atraviesan la turbulenta neblina que los
envuelve. Energía y materia prístinas
corren por la misma dirección,
a través de un canal abierto entre
millones de galaxias titilantes.
Llega a la atmósfera terrestre;
se apacigua y se muestra,
en toda la fantasía que encandila
al espíritu más austero.
*
Así el crepúsculo nos da la hora
del eterno retorno a los tiempos
de la magia verdadera; para presenciar, hoy,
la renovación de la fe y la fascinación,
así como lo será en el mundo
del futuro próximo
*
Ha sido el tránsito ideal del día a la noche,
en la costumbre de vivir cada instante
de luz y de oscuridad, complementos
inseparables de la más fabulosa yuxtaposición en el universo.
El hechizo de la luz que se hace oscuridad.
Última caricia del día, arrullo con
el coro de pájaros somnolientos
que regresan a sus nidos.
*
Queda abierta una sombría
antesala para esperar el sueño
y despedir, agradecidos, al día que termina.
Con el resplandor de los colores,
haciendo eco en la mente
podrían alumbrarse los sueños
agradables, quizás aquellos
que se hacen realidad .
*
Y si hoy no hubo fortuna para el cazador,
en la tarde nublada con indiferencia,
habrá otras formas de asumir la noche,
quizás mañana mejore la suerte.