¡Oh, Pachacámac! ¡Oh, Viracocha!
Por: Mateo Sebastián Silva Buestán
Premio Jóvenes Creadores “Erick Jara Matute” 2022
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¡Oh, Pachacámac!
Quítanos el ¨mande¨ de los labios.
¡Oh, Viracocha!
Que nos devuelvan la lengua a nuestras bocas.
¡Oh, Pachacámac!
Remienda esta resquebrajada vasija de barro.
¡Oh, Viracocha!
Trae de vuelta la pampa mesa, deshaz la mal-armada mesa,
pues no hemos de hacer comedor si tantos quedamos por fuera.
¡Oh, Pachacámac!
Traga y escupe la alta alcurnia de esos cuantos
que creen azul su torrente: infames, canallas, mentecatos.
¡Oh, Viracocha!
Que dejen de enseñar a los niños que descubiertos fuimos,
que se dejen de eufemismos y palabreo barato e indelicado,
que se diga tal cual fue la cosa: una sanguinaria conquista, nada color rosa.
¡Oh, Pachacámac!
Regrésanos el brillo a nuestros opacos y sombríos ojos.
¡Oh, Viracocha!
Que quiten las manchas blancas de nuestra piel morena y hermosa.
¡Oh Pachacámac!
Que retorne la sangre derramada en las mitas a nuestras manos.
¡Oh, Viracocha!
Que raza tienen los perros y no los humanos.
¡Oh, Pachacámac!
Que estas tierras no son de los hacendados, si no de sus trabajadores,
que la labren los Señores y la fusta marque sus regordetes dorsos.
¡Oh, Viracocha!
Que pida perdón y pague el diezmo el cura,
que confiese su pecado y de cuantos ¨indios¨ inocentes su tortura.
¡Oh, Pachacámac!
Que mestizos y criollos entiendan que viven aquí de arrendatarios
y que de una vez sepan que no pagan mísera cuota,
incluso después de haber causado tanto daño
arrogantes posan y, desde el privilegio, se dicen patriotas.
¡Oh, Viracocha!
En mis imberbes mejillas se nota el viento de Los Andes;
en mi dorada sonrisa yace el sol que roza la blancura de sus cúspides;
en mis gélidos pasos está el frío de las lagunas;
en mis fuertes brazos el calor y pelaje de las llamas;
en mis gruesas facciones la desesperanza, el dolor, la agonía.
¡Oh, Pachacámac!
Corta de tajo la absurda discriminación al anaco, al poncho y a la alpargata.
¡Oh, Viracocha!
Que nuestros dizques líderes pagarán con su vida la traición recibida.
¡Oh, Pachacámac!
Concédeme la gracia del cóndor y extiende mis alas.
¡Oh, Viracocha!
Permite el vuelo majestuoso y la libertad perenne.
¡Oh, Pachacámac! ¡Oh, Viracocha!
¿Están ahí? Hace más de quinientos años que hemos lanzado plegarias en vanas.
¡Oh, Pachacámac! ¡Oh, Viracocha!
¿Acaso se le ha pegado el complejo de los dioses?
¡Oh, Pachacámac! ¡Oh, Viracocha!
¿Por qué nos han abandonado?
¡Oh, Pachacámac! ¡Oh, Viracocha!
Que hoy es doce y mi piel chilla, mis huesos trinan y mi espíritu muere.