María Rosa Crepo Cordero
Por: Esthela García M.
Universidad Nacional de Educación, Azogues (Ecuador)
En los últimos días, me encontré con mensajes y comentarios de amigos y conocidos, lamentando la partida de una mujer que ha tenido una trayectoria imponderable en el arte y la cultura nacional. No tuve la suerte de conocerla, pero su trayectoria me conmueve. Por ella estos versos minúsculos ante la grandeza de su figura y su legado. Mi solidaridad con sus familiares y amigos
Por María Rosa
No tuvimos la suerte de verla cruzar
por los umbrales de las letras, de la vida
y la docencia
pero su nombre despega
rozando el infinito horizonte de la gloria
y desde allá en lo alto,
su lluvia nos convoca al encuentro con el arte
y la cultura.
Su nombre siempre estuvo libre de estribillos
y su mirada se conserva en la tertulia de los suyos.
¿Cómo podemos saberla sin haber tocado su figura?
sin que nos hayamos cruzado con sus pasos seguros
en la hierba del tiempo.
Mujer como ella sola, con su lucha compartida
con su nombre que fue gesto femenino inmaculado
libre de las atrocidades del idioma,
limpio, santo.
Quienes disfrutaron de una parte de su historia,
y tuvieron la suerte de beber de su voz y su enseñanza,
la recordarán con una infusión innegable de nostalgia
pero celebrarán el pedazo de su vida que les dio.
Queda su huella en el marco de la puerta
que nos lleva a ese horizonte que anhelamos
quienes conservamos la palabra como centro y fin
de lo sentido.